30 años de la separación oficial de Carlos y Diana: crónica de una muerte (amorosa) anunciada

El 29 de julio de 1981, casi mil millones de telespectadores de 74 países sintonizaron sus televisores para presenciar la boda del príncipe Carlos, heredero del trono británico, con lady Diana Spencer, una joven maestra inglesa. Su fastuoso enlace tuvo lugar en la catedral de San Pablo en presencia de 2.650 invitados. El romance de la pareja royal era en aquel momento un aparente cuento de hadas y la envidia de todo el mundo. Su primer hijo, el príncipe Guillermo, nació en 1982 y el segundo, el príncipe Harry, en 1984.

Entonces habían pasado menos de cuatro años desde que Carlos y Diana se conocieran por primera vez en Althorp House, su finca familiar en la localidad inglesa de Northamptonshire. Por aquel entonces, él salía con su hermana mayor, Sarah, y había viajado para reunirse con ella durante un fin de semana de caza. En una entrevista posterior, la princesa recordaría "lo divertida que fue" aquella primera interacción.

El perfil de Diana era perfecto para ser la próxima reina de Inglaterra. Sin pasado amoroso, sin novios que pudieran hablar. Lista para procrear y dar herederos a la Corona, que es y será siempre el requisito obligado de las monarquías. Pero su relación no comenzó con buen pie.

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Unas horas antes de dar el 'sí, quiero', el ahora rey Carlos III se sinceraba con sus amigos más íntimos sobre sus dudas sobre la boda, como reveló el documental 'Carlos y Di: la verdad detrás de su boda'. "Es exquisitamente hermosa, una amapola perfecta. Pero muy niña", aseguró Carlos sobre la evidente diferencia de edad entre ellos, que era de 12 años. Luego añadió: "Ni siquiera parece lo suficientemente mayor como para haber terminado la escuela, mucho menos para casarse".

Proféticas palabras sobre una historia a la postre trágica que es bien sabida, pero que nos ha refrescado la serie 'The crown' en sus últimas temporadas. Los últimos cinco años, hasta que su separación se anunció de forma oficial en 1992, estuvieron marcados por rumores de problemas matrimoniales.

En 1987, Diana no se unió a su esposo en el tradicional viaje anual de verano de la familia real británica a Balmoral, lo que llevó rápidamente a los tabloides a confirmar una supuesta ruptura de la pareja. Durante varias apariciones públicas, los dos lucen distantes e infelices.

En un reportaje publicado en 'Vanity fair' en 1988, la periodista Georgina Howell escribió: "Ella era el objeto de deseo de todo el mundo, excepto de su marido. Se enfrentaba a sus veintitantos años a algo que le resultaba escalofriante contemplar: un matrimonio de cuento de hadas que se había convertido en una boda concertada".

En noviembre de 1992, el príncipe Carlos y Lady Di realizan juntos el que a la postre sería su último viaje oficial conjunto a Corea del Sur. Su aspecto es tan deprimente que la prensa británica los bautiza como 'Los tristones'. Pese a todo, un portavoz de la familia real calificaba el viaje de "un éxito", añadiendo que era "absurda" la noticia de que esta podría ser su última visita oficial y confirmando que "el mes que viene los funcionarios del palacio se reunirán para planificar la agenda de actividades de los príncipes para el año que viene".

Nada más lejos de la realidad. El 9 de diciembre de 1992, el primer ministro John Major confirmaba la ruptura de Carlos y Diana. "Se anuncia desde el palacio de Buckingham que, con pesar, el príncipe y la princesa de Gales han decidido separarse. Sus Altezas Reales no tienen planes de divorciarse y sus posiciones constitucionales no se ven afectadas".

La frase clave aquí es "no tienen planes de divorciarse". Al parecer, la princesa Diana no quería el divorcio. Pero entre la separación formal y la fama de los papeles que disolvían su matrimonio, el príncipe Carlos concedió una entrevista a Jonathan Dimbleby en la que admitió que había sido infiel a Diana tras la ruptura de su relación.

La princesa Diana también concedió una famosa y explosiva entrevista en el programa 'Panorama' en la que admitió haber cometido adulterio y haber luchado contra la depresión posparto, las autolesiones y la bulimia. "Éramos tres en este matrimonio, así que estaba un poco abarrotado", aseguró ella frente a millones de espectadores en la BBC, refiriéndose por supuesto a Camila Parker Bowles. Pero cuando el entrevistador Martin Bashir le pregunta si "sería su deseo divorciarse", Diana responde: "No, no es mi deseo".

Pero en 1996, tras cuatro años de separación, se producía el divorcio finalmente. "Fue una decisión excepcionalmente difícil y que la princesa de Gales ha tomado con inmensa tristeza y pesar", dijo el abogado de Diana, Anthony Julius, en una entrevista con 'BBC News' tras conocerse la noticia.

¿Qué había cambiado para que se produjera esa tajante decisión? Pues que a finales de 1995, la reina Isabel 'animó' a su hijo y a Diana a divorciarse. "Después de considerar la situación actual, la reina escribió al príncipe y a la princesa a principios de esta semana y les dio su opinión, apoyada por el duque de Edimburgo, de que un pronto divorcio es deseable. El príncipe de Gales también tiene esta opinión y así se lo ha hecho saber a la princesa de Gales", anunciaba el palacio de Buckingham en un comunicado emitido el 21 de diciembre de 1995. "La reina y el duque de Edimburgo seguirán haciendo todo lo posible para ayudar y apoyar a los príncipes de Gales, y muy especialmente a sus hijos, en este difícil período".

El 29 de febrero de 1996, Diana confirmó que estaba de acuerdo con el divorcio. "La princesa de Gales conservará el título y será conocida como Diana, princesa de Gales", dijo una portavoz de la royal en un comunicado. Según los términos del acuerdo de divorcio, Diana conservó sus apartamentos en el palacio de Kensington y ambos se repartieron la custodia de sus hijos, los príncipes Guillermo y Harry. Más importante aún, Diana aceptó renunciar al título de Su Alteza Real y a cualquier futura reclamación al trono británico.

Tan solo un año después de recuperar de manera oficial su soltería, la archiconocida princesa parecía en el buen camino para alcanzar su sueño de convertirse si no en la reina de Inglaterra, al menos en la reina del pueblo. Sin embargo, el 31 de agosto de 1997 fallecería de forma trágica junto a su novio Dodi al Fayed en un accidente de coche en París.

La investigación llevada a cabo por la policía francesa concluiría que el conductor del automóvil, que también murió en el siniestro, estaba ebrio y provocó el accidente al intentar escapar de los fotógrafos que seguían constantemente a Diana durante cualquier aparición en público.