Iñaki Urdangarin y la infanta Elena: cómo pasaron de ser íntimos a no hablarse
Doña Elena fue su anfitriona antes y después de salir de prisión, lo visitaba a Vitoria y hasta iban juntos a misa. Sintió la traición a la infanta Cristina como propia y no se tratan
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Más que cuñados, la infanta Elena e Iñaki Urdagarin fueron amigos. Durante años. La hija mayor de los reyes eméritos acompañó al marido de su hermana, la infanta Cristina, en algunos de los momentos más importantes de su vida. Fue en casa de ella donde ‘durmió’ antes de entrar en prisión, una noche que pasaron ambos despiertos, charlando sin parar.
Doña Elena es una mujer estricta de principios incontestables y fiel a su familia como la que más. No importaba lo que Urdangarin hiciera, era su cuñado. Hasta que todo se torció cuando el exduque le fue infiel a su mujer al salir de prisión. Esa traición Elena de Borbón la vivió como propia y Urdangarin desapareció de su imaginario. Borrado para siempre.
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Preguntamos a quienes conocen a la infanta Elena y señalan que lo tiene claro. “Es una mujer de carácter, de la que mejor estar lejos si se enfada, así que cuando pasó todo…”, dicen escuetos. Y eso que la relación entre ambos era muy estrecha.
Apoyo incondicional
Soltera desde 2009, cuando 'cesó su convivencia' con Jaime de Marichalar, la infanta Elena empezó a gozar de más libertad, con más facilidades para moverse, viajar, organizar planes y aparecer cuando su hermana pequeña lo necesitaba, que no fueron pocas las veces. La infanta Elena se había convertido en el apoyo de la familia cuando saltó el Caso Nóos, estuvo con ellos cuando se fueron a Washington DC, visitaba Ginebra con asiduidad, y cuando Urdangarin entró en prisión, logró escapar de los focos de las cámaras y pasar la última noche en libertad en casa de su cuñada.
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En junio de 2018 tenían lugar los años más oscuros de la Familia. La infanta Elena viajó a Ginebra para estar con ellos y ya de vuelta, lo preparó todo para ser la anfitriona de su cuñado la noche anterior a su ingreso en la prisión de Brieva. Era casi de noche cuando Urdangarin aterrizó, el 17 de junio de 2018, en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas procedente de Suiza.
Una vez en casa de su cuñada, la cosa no se relajaba. “No podía dormir y hablaba y hablaba, tomaron infusiones y trataron de pasar el tiempo lo mejor posible dentro de lo mal que estaba todo. Iñaki tenía los nervios a flor de piel aquel día", recordaron a Vanitatis en su momento allegados de la familia.
Misa y aperitivo
Es más, cuando salió de prisión por primera vez con un permiso, fue a casa de doña Elena de nuevo. Fueron pocas semanas, a partir de enero de 2021, cuando Urdangarin obtuvo el permiso para dormir en un centro de reinserción social de Alcalá de Henares entre semana. Y pasó más que algún fin de semana en casa de su cuñada. Incluso se captaron imágenes de la primera celebración de la familia en la casa del madrileño barrio del Niño de Jesús, junto al Retiro.
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Tan buena era la relación, que cuando Urdangarin logró el tercer grado y se trasladó a Vitoria, en junio de 2021, Elena de Borbón le visitaba con frecuencia si su agenda pasaba cerca. Directora de Proyectos Sociales y Culturales de la Fundación Mapfre, doña Elena aprovechaba que la entidad tiene numerosas proyectos en la ciudad para quedarse unos días. Salía a tomar el aperitivo con su cuñado, compartían confidencias y hasta iban juntos a misa.
Una traición, la más grande que podía sufrir la infanta Cristina después de años de sacrificio por su marido, señalan las fuentes consultadas, hirió también a su hermana Elena. Con una diferencia: Urdangarin no es el padre de sus hijos, así que ese dolor seguirá allí para siempre. Una mujer rígida, familiar, fiel, consciente como pocos de ser quien es, acaso la más royal de todos los hijos de los reyes Juan Carlos y Sofía, no perdona algo así.
Más que cuñados, la infanta Elena e Iñaki Urdagarin fueron amigos. Durante años. La hija mayor de los reyes eméritos acompañó al marido de su hermana, la infanta Cristina, en algunos de los momentos más importantes de su vida. Fue en casa de ella donde ‘durmió’ antes de entrar en prisión, una noche que pasaron ambos despiertos, charlando sin parar.