La solitaria y trágica vida de Ruth Madoff

Después de que su marido, Bernard Madoff, protagonizara el mayor fraude de la historia de Estados Unidos hace cinco años, su mujer, Ruth, permanece prácticamente escondida y volcada en el único hijo que le queda, Andrew, enfermo de cáncer.

Alejada de las luces de la Gran Manzana, Ruth vive a 60 kilómetros de Manhattan, en Old Grenwich, Connecticut, en una casa de cedro con marcos blancos en las ventanas, muros y tejas de madera, según revela en exclusiva en su último número la revista Vanity Fair. Sin embargo, su estancia allí después de que su esposo estafara 6.500 millones de dólares no agrada a algunos de sus vecinos. “Que esa bruja esté viviendo en Old Greenwich mientras nuestros íntimos amigos tuvieron que mudarse de Manhattan al Bronx tras perder todos sus ahorros, no te explico la rabia que me da”, dice una mujer que reside en la misma zona que Ruth Madoff. Ella se mudó temporalmente a Boca Ratón (Florida). No solo tuvo que olvidarse del penthouse de la calle 64 con Park Avenue, también se quedó sin las las propiedades que tenía en Palm Beach (Florida) y Mountauk (a las afueras de Nueva York).

Encerrada en su casa, muy pocos la han visto. “Aunque sea un día de invierno con un sol radiante, tiene siempre las persianas cerradas. Sólo se asoma a la puerta para sacar la basura y a buscar el periódico”, cuentan a la publicación la madre de unos mellizos que vive cerca. Que Ruth pueda ahora leer el periódico ha sido gracias a una ardua tarea de sus abogados, ya que cuando estalló el caso, la fiscalía controló hasta el último céntimo de sus gastos prohibiéndole el envío de prensa a su domicilio.

A pesar de que fueron muchos quienes perdieron prácticamente todos sus ahorros, el drama también llegó a la vida de Ruth. El 11 de diciembre de 2010 su hijo Mark se suicidó. Días antes, empezó a escribir sus memorias, unos manuscritos en los que revelaba los tormentos de su vida y de su familia nacidos de los fraudes de su padre. “Mi propio padre ha destruido mi vida. Mi sufrimiento es indescriptible. El trabajo en el que he dedicado 23 años de mi vida está en pedazos. Estoy sin trabajo y mi familia tendrá que vivir con el peso de los actos de mi padre. Sus actos han engendrado tantas víctimas y tantas historias horribles. Cómo explicaré a mis hijos lo que no he alcanzado a entender yo mismo”, escribió Mark.

Con el fallecimiento de su hijo sobre su conciencia y rota la comunicación con su todavía marido, Ruth Madoff mantiene una buena relación con Andrew, el único hijo que le queda, y su familia. Enfermo de cáncer y tras varias sesiones de quimioterapia, Andrew tuvo que dejar su trabajo en Paraguas Negro, la compañía que fundó tras el escándalo de su padre para asesorar y anticipar los desastres bursátiles. Día y noche a los pies de la cama de su hijo, el poco tiempo libre que tiene lo dedica a hacer trabajos para la comunidad.

De su vida de lujo sólo mantiene unas gafas de carey de corte clásico. Atrás quedó esa sonrisa que lucía cuando se codeaba con lo más granado de la alta sociedad americana.