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El estrés engorda: descubre por qué y cómo mantenerlo a raya
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El estrés engorda: descubre por qué y cómo mantenerlo a raya

No es una leyenda urbana: el estrés altera la química del organismo y puede traducirse en varios kilos de más. Ser consciente de la situación es el primer paso para ponerle remedio

Foto: Imagen: Sarah Outeiro para Unsplash. (Instagram: @saaout. Model: Thaís Saddie)
Imagen: Sarah Outeiro para Unsplash. (Instagram: @saaout. Model: Thaís Saddie)

Hay dos tipos de reacción al estrés: la de quienes sienten el estómago cerrado a cal y canto y la idea de comer les produce escalofríos y la de la mayoría de los mortales, que necesitan comer algo, picar lo que sea, con mucha frecuencia. Y el problema no está tanto en la frecuencia como en ese 'picar lo que sea', que suele incluir casi exclusivamente alimentos ricos en azúcar y grasas, muy pobres desde el punto de vista nutricional y repletos de calorías.

El mejor equipo

placeholder Sabon, Origins, Laconicum, Jo Malone, Laconicum, Weleda, Biotherm y Arkopharma.
Sabon, Origins, Laconicum, Jo Malone, Laconicum, Weleda, Biotherm y Arkopharma.

Ayúdate con un baño relajante con sales del mar Muerto aromatizadas con aceite esencial de lavanda, la flor relajante por excelencia. De Sabon (16,50 €). Dos toques de On the Spot Relief, de Origins, en el cuello, el lóbulo de las orejas y las sienes te calmarán (16 €). Relax Tea, de Dr. Jackson. Con limón y valeriana (25 €. En www.laconicum.com). Aceite de baño Lime Basil & Mandarin, de Jo Malone (50 €). Spray para la almohada Something for Dreaming, de Biocol Labs (19,95 €. En www.laconicum.com). Sensación de frescor, el mejor antídoto contre el estrés. Aceite refrescante de Citrus, de Weleda (15,90 €). Su nombre es una declaración de intenciones: Eau Relax, de Biotherm (46,90 €). Para mejorar la calidad del sueño, cápsulas de pasiflora, de Arkopharma (9,50 €).

Ganchitos versus manzanas

¿Por qué en situaciones de estrés nos abalanzamos sobre unas galletas o una bolsa de ganchitos y ni nos fijamos en la manzana que está justo al lado? Los expertos no tienen una respuesta definitiva, pero piensan que el azúcar y las grasas alivian de forma transitoria los desagradables síntomas del estrés. Por eso sentimos esa sensación tan confortable después de comer galletas o patatas fritas, una sensación que ninguna manzana puede proporcionar, estamos de acuerdo. Solo hay un problema: estos alimentos son ricos en calorías, de manera que si los consumimos a menudo, ganaremos peso. Además, alteran los hábitos de comida: picotear entre horas quita el apetito, así que es fácil saltarse una comida equilibrada y volver, una hora más tarde, a los productos ricos en azúcares y grasas.

Dormir poco o mal también engorda

El insomnio no significa solo tener más sueño y estar de mal humor por las mañanas. Fíjate en lo que pasa con nuestras hormonas cuando dormimos poco o mal: la producción de grelina, la hormona que regula el apetito, aumenta, con lo cual es probable que en mitad de la noche te despiertes con mucha hambre, y no de fruta precisamente. Por otra parte, la leptina es la hormona que se encarga de regular la sensación de saciedad. Si dormimos pocas horas, se segrega menos leptina, lo que quiere decir que tendremos hambre más a menudo y eso nos llevará a comer más (y peor).

Herramientas para salir de un círculo vicioso

1. Come bien. Alimentos ricos en vitaminas y fibra, que provocan sensación de saciedad. Incluye en tu dieta plátanos porque el potasio que contienen relaja el sistema neuromuscular; carne, rica en proteínas, porque obliga al sistema digestivo a trabajar durante más tiempo; nueces porque contienen magnesio, que equilibra el sistema nervioso.

2. Haz ejercicio. El remedio para casi todos los males y una de tus prioridades en situaciones de estrés. No te escudes tras la excusa de la falta de tiempo: 20 minutos de caminata al día es suficiente para mantenerlo a raya.

3. Practica una técnica de relajación. La que quieras, pero se constante. Diez minutos antes de dormir concéntrate en tu cuerpo y en tus sensaciones físicas mientras respiras pausadamente. Conciliarás mejor el sueño y estarás más relajada por las mañanas.

Hay dos tipos de reacción al estrés: la de quienes sienten el estómago cerrado a cal y canto y la idea de comer les produce escalofríos y la de la mayoría de los mortales, que necesitan comer algo, picar lo que sea, con mucha frecuencia. Y el problema no está tanto en la frecuencia como en ese 'picar lo que sea', que suele incluir casi exclusivamente alimentos ricos en azúcar y grasas, muy pobres desde el punto de vista nutricional y repletos de calorías.

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