El cirujómetro de Corinna: la 'gran tragedia' de su adicción a los biopolímeros
Tras meses alejada de la escena pública, hace unos días reapareció en Nueva York con un look con el que no esperaba pasar desapercibida, sin tacones y con una cara renovada
La exprincesa Corinna no atraviesa su mejor momento. Tras ser citada a declarar por el fiscal jefe Alejandro Luzón por la investigación del presunto pago de comisiones ilegales en la obra del AVE a La Meca (Arabia Saudí), realizada por un consorcio de empresas españolas desde el 2011, su vida, actividades y aspecto físico han vuelto a llamar nuestra atención poderosamente. Vuelta al cuché del que tanto le costó salir.
No es para menos, tras meses alejada de la escena pública, hace unos días reapareció en Nueva York con un look con el que no esperaba pasar desapercibida, sin tacones y con una cara renovada. ¿Buscaba que no la reconocieran?
Pues lo cierto es que nada parece apuntar lo contrario. Corinna, mujer adicta al bisturí desde los comienzos (y puede que antes) de su amistad con don Juan Carlos, ha vuelto a pasar por boxes y el resultado probablemente no ha quedado tan ‘natural’ como ella esperaba. Ya no está tan congelada en el tiempo como antes.
El drama de los biopolímeros
“Hay una palabra que define el rostro de Corinna y esa palabra es BIOPOLÍMERO”, comenta el doctor Leo Cerrud, experto en medicina estética (www.doctorleocerrud.com) cuando le mostramos las fotos de cómo era la conseguidora en el año 2015, cuando dijo su ya famosa frase “No volveré a España” y de la susodicha reciente aparición.
“Me piden que valore estas dos fotos pero solo tienen 4 años de diferencia entre ellas, por lo que en vez de intentar opinar sobre el antes y después, creo que sería más jugoso contar lo que creo que la ex ‘amiga entrañable’ del Rey emérito lleva en esa cara de edad indefinida y que parece estar detenida en el tiempo”, asegura.
Primero vamos a lo importante: ¿qué es eso de los biopolímeros? Pues bien, según nos explica el doctor, “son un tipo de relleno facial permanente que se puso mucho en los noventa (hace casi 30 años) y que tiene unas características superespecíficas que los hacen tremendamente reconocibles. Al ser sintéticos (son plástico, básicamente), el cuerpo no los reconoce y los trata como si fuera un cuerpo extraño”, explica.
En este caso son fácilmente identificables. “Rechazo, inflamación y granulomas son solo algunos de los efectos secundarios no deseados. Y son precisamente estos efectos no deseados lo que les dan ese aspecto característico a los polímeros”, continúa.
Y para ejemplo, el rostro de Corinna. “Pongamos por ejemplo los labios de la exaristócrata. Ese volumen no es natural, esa turgencia es rara, demasiado constante y muy lisa. La boca se ve un poco desparramada y con una forma guasonesca. Eso es biopolímero”. Vamos, que ni ella sabrá que podría donar su cuerpo a la ciencia para que analizasen este fenómeno en su rostro que va más allá de sus labios.
Mejillas y pómulos
“Fijémonos ahora en las mejillas y pómulos. En la foto de hace 4 años (fondo azul), estaban bien proyectados aunque demasiado turgentes; en la de ahora (foto de apertura) siguen turgentes (demasiado), pero han descendido un poco descolgando además el surco nasogeniano, porque la gran tragedia de los polímeros, aparte de que no dan un aspecto natural y son muy reconocibles, es que, al ser permanentes, no se degradan y migran hacia abajo por efecto de la gravedad. Una ‘adicción’ con mal final.
“Siento mucho ser portador de malas noticias, pero las mejillas y pómulos de esta estupenda señora han comenzado su inevitable descenso”, anuncia el experto. O sea, el deshielo de su edad empieza a ser tan evidente como su ocaso con la justicia.
El ejemplo Letizia
Pero no todo iban a ser biopolímeros. Por otro lado se puede también afirmar que Corinna “es usuaria habitual de toxina botulínica, pero solo en frente y entrecejo”, especifica. “Las patas de gallo se las deja para ofrecer un aspecto más natural y con movimiento, algo que nuestra reina Letizia maneja con maestría y que bien podrían pasarle el dato a Isabel Preysler, que no es capaz de dejarse ni una arruga y ya parece una caricatura de sí misma”.
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La exprincesa Corinna no atraviesa su mejor momento. Tras ser citada a declarar por el fiscal jefe Alejandro Luzón por la investigación del presunto pago de comisiones ilegales en la obra del AVE a La Meca (Arabia Saudí), realizada por un consorcio de empresas españolas desde el 2011, su vida, actividades y aspecto físico han vuelto a llamar nuestra atención poderosamente. Vuelta al cuché del que tanto le costó salir.