Isabel Garcés, la 'madre' de Marisol que solo vestía de Balenciaga

Es difícil recordar las películas de Marisol sin la presencia de la actriz Isabel Garcés. Ambas formaron una de las parejas cómicas más importantes de la taquilla española durante los años 60, aunque lo cierto es que Garcés ya era una actriz consolidada que había vivido su etapa de oro sobre las tablas del teatro Infanta Isabel en los años 20 y que solo compartieron seis de las 20 películas que se pueden encontrar asociadas a Pepa Flores.

La primera vez que las vimos juntas fue en la icónica ‘Ha llegado un ángel’, donde Garcés interpretaba a Herminia, la sirvienta de la casa en la que se alojaba una risueña Marisol. En ‘Marisol rumbo a Río’, la complicidad ya las hizo ser madre e hija y tras estos dos títulos recordados por todas las personas que han vivido su infancia en nuestro país, llegaron ‘Búsqueme a esa chica’, ‘Las cuatro bodas de Marisol’, ‘Solo los dos’ y ‘El taxi de los conflictos’.

La deslumbrante estrella de Marisol conseguía que todo el público se fijara en ella y, de hecho, nombres como Ruppert, Mendivil o Vargas se repetían en los créditos de las películas como los responsables de la imagen de la actriz en la gran pantalla. Más desapercibida pasaba Garcés, convertida en la bonachona secundaria que le daba el tono desenfadado a la intensidad de los sentimientos que Marisol podía tener en los largometrajes (hay que tener en cuenta que en ‘Marisol rumbo a Río’ casi la tiran desde el Cristo del Corcovado o que en ‘Ha llegado un ángel’ salva a toda una familia sin apenas tener 10 años).

Si la imagen de Marisol se cuidaba, la propia Garcés se encargaba de que la suya no fuera menos impecable si cabe.

Isabel Garcés, como ya hemos mencionado, era una actriz de teatro respetada desde los años 20 y considerada una de las grandes cómicas de nuestro país. Su matrimonio con el empresario teatral Arturo Serrano, propietario del Teatro Infanta Isabel, le ayudó a poder estrenar obras de Jardiel Poncela, como ‘Un adulterio decente’, o de Miguel Mihura, como ‘El chalet de Madame Renard’. Además, el propio Jacinto Benavente llegó a escribir obras para ella.

Con esta gran carrera, no era de extrañar que levantara también pasiones en otros sectores, como era el de la moda. Aunque Garcés tenía claro que su estilo pertenecía a un diseñador: Cristóbal Balenciaga. Junto con nombres como el de la marquesa de Llanzol, Fabiola de Mora y Aragón, Barbara Hutton, Bunny Mellon o Mona von Bismarck, la popular actriz con cara dulce de buena persona, que resultaba la perfecta encarnación de la mujer madura española, fue una de las grandes clientas de Balenciaga.

Sus papeles de tierna madre, tía o sirvienta, solo los concebía vestida de Balenciaga. Ya fuera sobre el teatro, en la gran pantalla o en la calle, Garcés poseyó una de las mejores colecciones del modista de Getaria. Tanto es así que fue también una de las grandes prestadoras para la exposición sobre el diseñador que se organizó en Madrid en 1974. El nombre del maestro de maestros se puede leer en los créditos de películas como ’Prohibido enamorarse’ (1961), ‘Las hijas de Helena’’ (1963) o ‘Como dos gotas de agua’ (1964), donde se deja claro que quien firma los looks de la actriz es Balenciaga.

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Lo cierto es que esta no fue la única vez que Balenciaga diseñó para el cine, ya que su nombre también aparece vinculado a otras actrices como Sara Montiel en ‘Pecado de amor’ (1961), o lo podemos ver en ‘Lecciones de buen amor’ (1944). Pero nadie logró que el creador vasco le realizara más vestuario que Garcés, que ha pasado a la historia como la musa cinematográfica del mayor creador de moda de todos los tiempos.