Marta Rota cuenta los secretos de una vida de alta costura en Tot Hom

Marta Rota acaba de presentar su libro autobiográfico ‘El aplauso de las hadas’ (Espasa). En él narra su dura infancia, cómo con tan solo cuatro años sufrió la pérdida de su padre y en cierto modo también la de su madre, pues la modista Margarita Jovani tuvo que volcarse en su taller de costura para mantener a su familia. Una infancia marcada por la soledad y la añoranza a su madre, mientras admiraba cómo esta percibía la belleza de sus clientas y la realzaba por medio de la magia de la alta costura de su atelier. Marta dejó sus estudios y tras formarse en el taller de su progenitora, estrenó su primera colección a los quince años.

Actualmente es una de las diseñadoras más reputadas de alta costura. Sus colecciones destilan elegancia y distinción. Entre sus clientas figura la alta burguesía catalana y nombres como Isabel Preysler, Alicia Koplowitz, María Teresa Salisachs de Samaranch o María García de la Rasilla. De todas ellas afirma aprender algo y la magia ha obrado una vez más en la vida de esta diseñadora de alta costura, pues muchas de las que empezaron como clientas se han convertido en amigas personales.

Tras triunfar en Barcelona, en 2010 abrió su tienda en Madrid, un lugar donde se respira exclusividad y cercanía a partes iguales y donde recibe a Vanitatis con motivo de la publicación de su primer libro, hablar de su vida y abrirnos un trozo de su corazón. Es sincera, cercana y sencilla. Ríe a carcajadas con alguna de sus respuestas y en todas ellas demuestra la pasión que sigue sintiendo por su profesión tras más de cincuenta años en activo y realizar más de cuarenta mil vestidos exclusivos. Una profesión que llena la vida de Marta Rota junto a su familia, formada por su marido Ramón, sus dos hijas Alejandra y Andrea, quienes ya forman parte de Tot Hom, y sus tres nietos.

¿Por qué una novela autobiográfica en este momento, Marta?

Es un libro en el que me abro totalmente y muestro mi vida. Ha sido escribiendo este libro cuando he podido reflexionar sobre cómo ha sido mi trayectoria, porque con el ritmo que he llevado siempre no había tenido tiempo de pensar en ello. Podría decir que escribir ‘El aplauso de las hadas’ ha sido una especie de terapia.

En el libro narras el sentimiento de soledad con el que creces debido a la pérdida de tu padre y a la repetida 'ausencia' de tu madre. ¿Es algo que se supera con el tiempo?

No. Lo que vives de pequeño te marca para siempre. El tiempo te hace madurar y consigues ver las cosas desde otro prisma, pero yo recuerdo mi infancia muy triste y estando muy sola.

Cuando te conviertes en madre es cuando, según reconoces en el libro, consigues sentir empatía por el papel que le tocó vivir a la tuya…

Totalmente, ahí experimento un cambio, fue cuando la entendí. Yo siempre tuve locura por ella, pero hasta que no fui madre no la entendí.

Tu madre aprendió a coser casi a escondidas, tú en un rincón del taller materno sin mucha contemplación. Sin embargo, optaste por llevar a tus hijas a tu taller a diario, donde tenían un espacio reservado para jugar y hacer sus propias creaciones. ¿Fue esa una forma de empaparlas del mundo de la costura desde niñas?

Solamente pensar que ellas tuvieran un momento de soledad como los que había vivido yo de niña me aterrorizaba. Mi madre hizo lo que pudo, luego hablando con ella me explicaba que su padre a ella la había tratado de usted, no había tenido el contacto que tenemos ahora los padres con los hijos. Ella no tuvo el cariño que yo le puedo dar a mis hijas.

¿Qué ha significado para ti que tus dos hijas, Alejandra y Andrea, hayan decidido formar parte de Tot Hom?

En la vida he tenido un premio y son ellas. Nos llevamos muy bien, ellas me dan la juventud que yo no tengo y yo les doy la experiencia que ellas no tienen. Hacemos un tándem estupendo las tres, teniendo cada una nuestra personalidad.

¿Consideras que debes mucho al legado de tu madre?

Todo me lo ha enseñado ella. Recuerdo cuando íbamos juntas a los desfiles… Era una mujer muy especial a quien no se le ponía nada por delante.

Con tan solo quince años sacaste tu primera colección. Viéndolo con la perspectiva que da el tiempo, ¿qué pesó más: los problemas económicos que asolaban a tu familia o la necesidad de plasmar tu ingenio y la pasión por la moda?

Fueron las dos cosas juntas. Yo 'mataba' por hacer un traje, era lo que más me podía gustar. Luego, la necesidad, porque veía que en casa hacía falta que alguien ayudara; se juntaron dos cosas importantísimas y tiré para adelante como fuera. Fue fácil a pesar de lo joven que era, no me costó.

¿Sientes que te has perdido momentos de tu vida por haberte iniciado tan precozmente en la profesión?

Me lo he pasado muy bien trabajando, me entusiasma hacer vestidos y yo creo que contagio ese mismo entusiasmo vendiendo. No me pesa haber empezado tan joven porque tengo la suerte de ser muy disfrutona, y cuando me he divertido también me he divertido la que más.

Es un libro muy divertido, pero también muy emotivo, cargado de sentimientos, de recuerdos, incluso de momentos duros y tristes. ¿Has llorado mucho escribiéndolo?

Sí. Aún lloro cuando lo leo. Sobre todo me emociona recordar mi vestidito azul. El otro día hablando del libro con unos amigos me tuve que marchar porque era incapaz de hablar de esta prenda. (Se refiere a un vestido azul que le ponían de niña y que era el favorito de su padre, el cual le recuerda mucho a él)

¿Qué has sentido cuando has recordado momentos de los inicios de Tot Hom tan divertidos como los primeros desfiles en una discoteca con improvisadas modelos amigas de tu hermanastra, cuando has terminado siendo una de las grandes de la alta costura española?

Mucha satisfacción, no sabes lo que me divierto recordando esas colecciones tan divertidas. Yo era la encargada de vestir a las niñas, ponía el tocadiscos a la vez… No era consciente de lo que estaba haciendo.

¿Qué se siente cuando una ve emocionarse a sus clientas con sus creaciones?

El momento de más emoción es cuando salgo a la pasarela al final de cada desfile y veo las caras de la primera fila emocionadas. Allí hay sentadas amigas, hay personas que me siguen desde mis comienzos, tengo tres generaciones de clientas… es pura magia.

Eres abuela de tres nietos, ¿a alguno le gusta la moda?

Son pequeños, pero el mayor, que tiene quince años, quería hacer una colección de camisetas y yo me presté a ayudarle. Son niños que noto que les molestan las cosas feas, tienen mucho sentido de la estética.

¿Cambiarías algo de toda tu andadura?

Sinceramente, no. Y personalmente tuve a mis hijas muy joven, soy muy amiga de ambas y me empeñé en casarme con Ramón... ¡y lo conseguí! (ríe). Nos complementamos a la perfección, él lleva la parte de números, que a mí no me interesa nada.

Uno de los acontecimientos donde más se lució Tot Hom fue la boda de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin. ¿Supuso un antes y un después para tu marca?

Cuando se casó Cristina de Borbón, yo ya tenía una clientela importante, pero a mí me hizo mucha ilusión. Me impliqué mucho y los resultados fueron espectaculares.

De tus clientas conocidas, ¿cuál de ellas te sorprendió más?

Lo que me gusta es la gente que sabe lo que le sienta bien y ‘te suben’ un vestido. Isabel Preysler, por ejemplo, lo hace; o Naty Abascal.

¿A qué famosa te gustaría vestir con un Tot Hom?

No lo sé. Si viene a mí, cualquier persona me hace ilusión. Como decía mi madre: "no hay nadie feo". (Dice riendo). A todo el mundo le puedes sacar mucho partido y que se vean espectaculares.

¿Cuál es la creación más importante que has realizado a lo largo de tu carrera?

A Carmenchu Mateu de Suqué, una señora muy elegante de Barcelona (está considerada una de las más elegantes de su tiempo), un vestido que le hice para la boda de su hija. Me pidió un color de tela que no tenía y tuve que teñirla. Yo que era muy joven, me pasé toda la noche mirando al cielo para que no lloviera por si se desteñía el traje (carcajadas). Fue un reto porque era una boda relevante.

El libro se titula ‘El aplauso de las hadas', ¿crees en estos personajes fantásticos?

Sí, totalmente, me han rodeado siempre. He tenido momentos que he estado más floja y me han sacado de ahí. Y todas mis clientas que han estado a mi lado año tras año son mis hadas, además de por supuesto el equipo que trabaja conmigo.