Sarah Jessica Parker y Olivia Palermo: duelo de estilo en la Gran Gala del New York City Ballet
Dos mujeres acapararon todos los flashes por motivos muy distintos y dos looks radicalmente opuestos
La Gran Gala del New York City Ballet se ha convertido, año tras año, en uno de los acontecimientos más esperados del calendario social neoyorquino. No solo por su conexión con el mundo de la danza y el arte, sino porque es también una pasarela oficiosa en la que las grandes figuras del estilo estadounidense muestran su versión más sofisticada.
En esta edición, dos mujeres acapararon todos los flashes por motivos muy distintos: Sarah Jessica Parker, musa eterna del Upper East Side, y Olivia Palermo, icono de la elegancia moderna. Ambas ofrecieron una lección magistral de moda, cada una fiel a su identidad y con looks que resumen dos visiones complementarias del glamour.
Sarah Jessica Parker: el arte hecho vestido
Sarah Jessica Parker volvió a demostrar por qué es una de las mujeres más influyentes en la moda contemporánea. Fiel a su estilo teatral y arriesgado, la actriz y productora llegó del brazo de su marido —con un impecable esmoquin clásico— enfundada en una creación que parecía una escultura en movimiento.
El vestido, una auténtica obra de arte de Iris van Herpen, apostaba por la innovación y la arquitectura textil. La diseñadora neerlandesa es conocida por fusionar la alta costura con la tecnología y el arte digital, y Parker lució uno de sus diseños más espectaculares: un modelo en blanco y negro con estructura tridimensional, que desplegaba unas impresionantes alas o volúmenes a ambos lados del cuerpo, confeccionados en materiales semitranslúcidos.
La silueta, ceñida al torso y de corte envolvente, jugaba con las transparencias y los efectos ópticos, generando una sensación de movimiento y ligereza casi etérea. El look se completaba con un peinado pulido —un moño bajo que dejaba todo el protagonismo al vestido— y unas sandalias minimalistas negras que equilibraban la teatralidad de la pieza.
En un evento dedicado al ballet, Parker eligió un diseño que evocaba precisamente eso: la gracia, la fuerza y la libertad del movimiento. Su elección no fue casual; como presidenta honorífica del New York City Ballet, la actriz entiende la moda como un lenguaje artístico, y en esta gala, su vestido fue un homenaje al cuerpo y al arte de la danza.
Olivia Palermo: el poder del tailoring femenino
En el extremo opuesto, Olivia Palermo apostó por la elegancia contenida del minimalismo con un look de inspiración masculina que reivindica la fuerza del traje femenino. La socialité y empresaria neoyorquina desfiló por la alfombra roja con un impecable conjunto de sastrería roja, compuesto por un blazer de corte oversize con solapas satinadas y unos pantalones de campana perfectamente estructurados.
El traje, de un rojo vibrante que contrastaba con el fondo del evento, combinaba con una camisa blanca y corbata negra, un guiño al smoking clásico reinterpretado desde una perspectiva femenina y moderna. El estilismo, perfectamente equilibrado, dejaba claro que Palermo domina como pocas el arte del contraste: la estructura rigurosa del traje frente a la suavidad de su peinado recogido y el maquillaje luminoso que aportaba equilibrio.
Como accesorio, eligió un bolso joya negro con apliques brillantes, que añadía un toque de glamour sin romper la coherencia del conjunto. Su apuesta demuestra que el poder y la sofisticación no siempre se expresan en metros de tul o lentejuelas: a veces, basta un buen patrón y la actitud de quien lo lleva.
Dos formas de entender la moda
Mientras Sarah Jessica Parker optó por el exceso artístico y la experimentación, Olivia Palermo encarnó la elegancia funcional y pulida. Dos caminos distintos que confluyen en una misma idea: la moda como medio de expresión personal.
Parker, con su vestido escultórico, encarna el espíritu libre y vanguardista del arte neoyorquino. Palermo, en cambio, representa la nueva sofisticación urbana, esa que se construye con líneas precisas, colores sólidos y una feminidad no dependiente del vestido de gala.
Ambas, cada una a su manera, reafirman su estatus como referentes de estilo internacional. La primera, con su dominio de la teatralidad y el riesgo; la segunda, con su maestría en la sobriedad y el tailoring impecable. Y juntas, en el mismo evento, recordaron que el New York City Ballet Gala no es solo una celebración de la danza, sino también de la moda en su máxima expresión.
La Gran Gala del New York City Ballet se ha convertido, año tras año, en uno de los acontecimientos más esperados del calendario social neoyorquino. No solo por su conexión con el mundo de la danza y el arte, sino porque es también una pasarela oficiosa en la que las grandes figuras del estilo estadounidense muestran su versión más sofisticada.