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Déjate seducir por el embrujo de la Costa Amalfitana: de Sorrento a Positano
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Déjate seducir por el embrujo de la Costa Amalfitana: de Sorrento a Positano

Esta costa italiana con sabor a dolce vita es una de las maravillas del sur del país. Visitarla y recorrer sus pueblos emblemáticos es ya obligatorio para los travellers. Descubre por qué

Foto: La Costa Amalfitana a vista de dron. (EFE)
La Costa Amalfitana a vista de dron. (EFE)

Son solo apenas 50 kilómetros, pero ¡qué maravilla de kilómetros! En ellos se extiende una costa abrupta y superfotogénica con acantilados y pueblos que ocultan grandes secretos del más puro y reconocible sabor italiano. Situada al sur de la ciudad de Nápoles, en la región de Campania y bañada por el Mar Tirreno, aquí se ubica geográficamente la Península de Sorrento, punto exacto donde se encuentra la Costa Amalfitana. Sus sensuales curvas, las abarrotadas y animadas calles, sus edificios de postal en tonos pastel, sus impresionantes playas o, salta a la vista, sus paisajes idílicos son algunos de los ingredientes por los que, en 1997, esta zona se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y hoy es una parada imprescindible para los amantes de los viajes de todo el mundo.

placeholder Paisajes de postal al más puro estilo dolce vita. (Unsplash)
Paisajes de postal al más puro estilo dolce vita. (Unsplash)

Para llegar a la Costa Amalfitana lo mejor es volar a Nápoles y desplazarte desde allí en ferry -y así, desde el inicio empaparte del encanto italiano- o alquilar un coche. Una vez estés situado en esta costa, lo primero que debes hacer es sucumbir a su embrujo y admirar el paisaje: único, espléndido y cargado de una belleza insólita. Hacemos parada en sus tres pueblos más representativos. ¿Te vienes?

Primera parada: Sorrento

Nos encontramos en el primer pueblo de la costa. Una entrada magistral al paraíso amalfitano que además puede convertirse en el punto geográfico estratégico para hospedarte y desplazaste desde allí al resto de localidades. ¿Qué va a encontrar? Una oferta gastronómica muy made in Italy, un espectacular centro histórico y mucho limoncello, porque Sorrento es la cuna de este licor tan característico. Imprescindible visitar su catedral del siglo XV y de estilo románico, entrar en sus tiendas más importantes albergadas en edificios antiguos y pasear por su costa.

placeholder Sorrento, primera parada en nuestro viaje. (Unsplash)
Sorrento, primera parada en nuestro viaje. (Unsplash)

Segunda parada: Positano

Escondido en un acantilado y lleno de subidas y bajadas. Para conocer la verdadera alma de este pueblo no queda otra que andar, andar y subir. Calles estrechas, casas de colores y olor a limón y naranja. Positano se asienta como el lugar ideal para perderte y descubrir la verdadera cultura y forma de vida de la zona. Sus playas son todo un reclamo para los turistas.

placeholder Positano en todo su esplendor. (Unsplash)
Positano en todo su esplendor. (Unsplash)

Tercera parada: Amalfi

En el otro extremo de la costa encontramos esta ciudad que le da nombre. Una antigua villa de marineros y que, según cuenta la leyenda, fue creada por Hércules como regalo a una de sus amantes de ojos azules como el mar. La Piazza del Duomo es su centro neurálgico y desde donde se inmortalizan la gran mayoría de fotografías en la zona. Conocerla de punta a punta no te llevará más de 20 minutos y en su recorrido encontrarás rincones de película. Mira una de las fotos que hizó Paula Ordovás (@MyPeeptoes) en su última visita.

Son solo apenas 50 kilómetros, pero ¡qué maravilla de kilómetros! En ellos se extiende una costa abrupta y superfotogénica con acantilados y pueblos que ocultan grandes secretos del más puro y reconocible sabor italiano. Situada al sur de la ciudad de Nápoles, en la región de Campania y bañada por el Mar Tirreno, aquí se ubica geográficamente la Península de Sorrento, punto exacto donde se encuentra la Costa Amalfitana. Sus sensuales curvas, las abarrotadas y animadas calles, sus edificios de postal en tonos pastel, sus impresionantes playas o, salta a la vista, sus paisajes idílicos son algunos de los ingredientes por los que, en 1997, esta zona se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y hoy es una parada imprescindible para los amantes de los viajes de todo el mundo.

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