Feijoada, el 'cocido brasileño': cómo, dónde y por qué hay que probarlo
Seguramente en lo que va de invierno ya te habrás metido entre pecho y espalda más de un cocidito, olla o puchero. Pues en Brasil tienen su propia versión y, sí, es muy contundente
Decía ese genio universal de los fogones que es Ferran Adrià: "La creatividad es fácil, lo difícil es tener la idea". Como en todos los campos, crear algo nuevo es siempre complejo y dificultoso. El propio proceso de creación supone imaginación, experiencia, atrevimiento... Aunque en otras ocasiones, la innovación surge simplemente de la casualidad o incluso de la subsistencia. Eso es precisamente lo que le ocurre con la feijoada, uno de los platos más típicos de Brasil y que nació 'sin querer queriendo'. Nos explicamos.
Este consistente cocido al estilo brasileño nació casi por accidente: según la versión más aceptada, la tradición de cocinar este guiso llegó junto con los esclavos africanos, quienes hacían un cocido de las sobras y las menudencias que restaban de los festines de los patronos, a los que añadían agua y caraotas negras (habichuelas).
Esto se servía con farofa, que es una harina hecha con mandioca, que ya formaba parte de la tradición alimenticia de los esclavos. También se servía con naranjas para evitar el escorbuto en los esclavos, que no es más que una deficiencia de vitamina C que afecta su salud y rendimiento.
De esta manera el plato fue ganando terreno y popularidad, y un plato que en principio se originó como forma de 'reciclaje gastronómico' y sobre todo de subsistencia para las clases más desfavorecidas se ha convertido, con el paso del tiempo, en un referente de la gastronomía nacional brasileña.
¿Y qué lleva?
La feijoada tiene como protagonistas los frijoles o judías pintas con arroz. Se acompañan de una variedad de excelentes carnes de cerdo, chorizos, salchichas, solomillo, lomo adobado, chuletas, manitas, lengua, rabo y farofa (otra clásica receta a base de harina de mandioca, huevos, carne seca y perejil). Nadie dijo que fuera light, si recuerdas bien empleamos el término 'contundente'.
En Brasil, los días tradicionales para (comer) feijoada son los miércoles y los sábados. En esos días, los restaurantes la ofrecen en los menús, y algunas familias y grupos de amigos preparan feijoadas en diferentes reuniones informales. Es un plato relativamente barato y es consumido por casi todas las clases sociales. Debe pensarse que junto con la caipiriña, la samba y el carnaval de Brasil son los elementos más conocidos internacionalmente de Brasil.
Dónde puedo probarlo
Hay muchos restaurantes brasileños pero la mayoría están más especializados en otra delicatesen brasileña: el churrasco. Uno de los (pocos) sitios donde vas a poder probar la feijoada es en el madrileño Rubaiyat, situado por la zona de Cuzco, un restaurante brasileño creado por un gallego, Berlamino Fernández, que abandonó su aldea gallega en 1951, se subió en un barco y emigró a Brasil.
Allí Berlamino lavó platos y sudó grasa siendo maestro parrillero, antes de abrir su primer restaurante. Ahora, la familia tiene 9 repartidos por Brasil, Argentina, México, Chile y España, además de contar desde hace 50 años con una hacienda en el sur de Brasil, donde crían sus propias reses.
Volviendo a la feijoada, en Rubaiyat la preparan terminando de cocinar el guiso en vivo en cazuelas de cobre a la vista de los comensales, que pueden servirse a voluntad acudiendo al centro de la sala, donde se sitúa esta contundente y humeante estación repleta de sabores y colores, única en España.
Rubaiyat. C/ Juan Ramón Jiménez, 37.
www.gruporubaiyat.com
Decía ese genio universal de los fogones que es Ferran Adrià: "La creatividad es fácil, lo difícil es tener la idea". Como en todos los campos, crear algo nuevo es siempre complejo y dificultoso. El propio proceso de creación supone imaginación, experiencia, atrevimiento... Aunque en otras ocasiones, la innovación surge simplemente de la casualidad o incluso de la subsistencia. Eso es precisamente lo que le ocurre con la feijoada, uno de los platos más típicos de Brasil y que nació 'sin querer queriendo'. Nos explicamos.