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Luis García Fraile, el hijo decorador de José María García al que se rifan los vips
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ENTREVISTA EXCLUSIVA

Luis García Fraile, el hijo decorador de José María García al que se rifan los vips

Tras una infancia y adolescencia complicadas, descubrió su vocación por la decoración. Es uno de los interioristas del momento

Foto: Luis García Fraile.
Luis García Fraile.

uis García Fraile abre a Vanitatis las puertas de su espectacular casa en el castizo barrio de Chamberí. Situada en una de las arterias de la zona, se trata de un piso acondicionado con mimo durante año y medio por el que hoy en día es uno de los decoradores favoritos de la alta sociedad patria. Una vivienda de la que García Fraile supo presentir su encanto y que tuvo que derribar entera por las condiciones en las que se encontraba. A día de hoy es un espacio ecléctico, en el que lo clásico se aliña con acertados y atrevidos toques de color y piezas de obra insólitas.

Luis García Fraile en la entrada de su piso madrileño.

A pesar de ser el hijo pequeño del matrimonio formado por el famoso periodista deportivo José María García y su esposa, Montse Fraile, Luis ha querido labrarse una carrera como interiorista al margen de sus apellidos. “Nunca he querido figurar como ‘hijo de’. El mundo de la decoración, al que yo me dedico, no tiene nada que ver con el deporte, ni con el periodismo deportivo”, asegura. De hecho, Luis, sorprendentemente, reconoce no ser aficionado al deporte: “No me gusta el deporte ni lo he practicado en mi vida. Nunca he visto un partido de fútbol, ni sintonizado la radio para escucharlo. Es más, ni sé cuándo hay partidos o quiénes juegan. Y eso que a toda mi familia, incluida mi madre, les apasiona el futbol”.

LA FAMILIA GARCíA

Luis tiene un hermano mayor al que admira, José María Garcia Jr., pareja de la modelo Ariadne Artiles. Juntos son padres de la pequeña Ari, quien está a punto de cumplir seis meses de vida: “Es la alegría de la casa, está enorme y guapísima”. Son las únicas palabras que logramos arrancar a su discreto tío. Luis es también sobrino de Alfredo Fraile, el que fuera durante quince años mano derecha de Julio Iglesias.

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Tuve una infancia movidita. Era cañero, rebelde y vago. Me echaron de unos cuantos colegios, era un poco cafre. Pesaba 105 kilos y era un bala perdida

Luis es, como toda su familia, extremadamente discreto con su vida personal. Mide sus palabras al milímetro y reconoce ser muy introvertido y algo vergonzoso, pero a medida que avanza la entrevista va superando esa timidez inicial. Comienza hablándonos de sus recuerdos de cuando era niño: “Tuve una infancia movidita. Era cañero, rebelde y vago. Me echaron de unos cuantos colegios, era un poco cafre. Pesaba 105 kilos y era un bala perdida”, reconoce.

“Desde entonces solo me permito comer dulce los domingos”, de lo cual se hace eco en sus redes sociales con el divertido hashtag #gorditofeliz. Cuando terminó el colegio, tras pasar por internados canadienses y suizos y sin saber muy bien qué hacer con su vida, estudió Empresariales en Estados Unidos. Al terminar la carrera, su primer trabajo fue en la agencia de comunicación que dirigía su amigo Nicolás Vallejo-Nágera, Colate. Él lo recuerda como un trabajo más divertido y poco formal que serio. “Y eso que yo era un poco el padre de aquello, el que echaba la bronca a la gente… Aprendí mucho, pero fue algo pasajero”.

EN BUSCA DE SU SITIO

No estabilizó por completo su vida hasta que fruto de la casualidad dejó emerger su pasión por la decoración. “Mis padres se compraron una casa y le encargaron la decoración a Jaime Parladé. Delegaron en mí para que fuera el que me comunicara y escogiera todo en interiorismo con él. Al terminar, Parladé me dijo que se me daba bien y me ofreció hacer unas prácticas. Coincidió que tenía una amiga estudiando Arquitectura de Interiores que me engañó y me dijo que era una carrera muy fácil, y me matriculé. ¡Pero me costó muchísimo! La verdad es que siempre me había gustado la decoración, pero no pensé que valdría para ello”.

El día que sus padres se enteraron de que estaba matriculado y aceptado para estudiar Arquitectura de Interiores hubo hasta llantos de emoción en la familia García Fraile, aliviados por que el benjamín finalmente hubiera encontrado su sitio. “Estudiar por segunda vez fue una etapa dura porque yo tenía 26 años y mis compañeros 18, y no pensaba en pellas como ellos; yo estaba allí porque quería. Mis amigos de siempre ya estaban trabajando y se iban de fin de semana, y yo me tenía que quedar porque los lunes tenía que entregar prácticas… Pero mereció la pena”, termina por reconocer con una amplia sonrisa.

Me ha costado mucho, he pasado etapas muy malas como la infancia y la adolescencia. Pero ahora, afortunadamente, hago lo que me gusta y me va bien

placeholder El decorador, en un rincón de su piso decorado con un papel pintado de Fornasetti.
El decorador, en un rincón de su piso decorado con un papel pintado de Fornasetti.

Cuando Luis terminó la carrera comenzó un periodo de prácticas con el interiorista argentino Luis Galliussi, con quien trabajó codo con codo tres años más. “Luis me dio la pauta de usar el color, yo era infinitamente más clásico que él”. Cuando terminó ese periodo, en 2011 le empezaron a salir proyectos en solitario y montó su propio estudio, LGF Spaces. “Empecé en el comedor de mi casa”, recuerda. Actualmente decora comercios y eventos, pero su gran pasión son las viviendas. “Lo que más me gusta de trabajar en una vivienda es el trato que tengo con los clientes. Acabo haciendo de amigo, de psicólogo, vamos juntos de compras, me empapo de sus costumbres, de su vida… Además me gusta hacer trabajos que perduren en el tiempo, aunque los eventos también me divierten porque me dejan ser más creativo, lucirme y tener visibilidad”, reconoce.

Pronto cumplirá cuarenta años, una edad que le permitirá hacer un balance positivo de su vida. Está soltero y no se le conoce pareja, lo cual no le importa porque reconoce ser algo solitario y casero. No le faltan amigos, que coinciden en destacar lo buena persona que es: María Zurita, Cristina Tossío, Carola Baleztena, Fiona Ferrer, Miriam Ungría, María Fitz-James Stuart, Alejandra de Borbón o los hermanos Carlos y Felipe Cortina. “Soy muy afortunado por trabajar en algo que realmente me gusta. Estoy muy agradecido de estar donde estoy, me siento muy realizado. Me ha costado mucho, he pasado etapas muy malas como la infancia y la adolescencia. Pero ahora, afortunadamente, hago lo que me gusta y me va bien. Tampoco soy muy ambicioso y de ponerme grandes retos, soy más de vivir la vida, que a veces se nos olvida hacerlo”, concluye.

Una buena cartera de clientes

Luis García Fraile decoración

Con sus clientes firma contratos de confidencialidad y le funciona muy bien el boca a boca. Admite tener la suerte de que siempre repiten. “Les empiezo haciendo una casa, luego crece la familia y hacemos otra, o la casa de verano…”. Entre sus clientes figuran la socialite Cari Lapique y su hija Carla Goyanes, a quien ayudó con la decoración de su boda con Jorge Benguría. También se encargó de decorar la casa del empresario Emiliano Suárez. Otros de sus clientes son el diseñador Ángel Schlesser, la joyería Suárez, Hermès, Porcelanosa o Aristocrazy, entre muchos otros que no puede desvelar. Además, ha llegado un punto en su carrera en que se permite el lujo de escoger a sus clientes: “Lo hago porque no soy ambicioso. Prefiero hacer cuatro cosas con buen feeling que un montón con clientes con los que no congenio”, admite. Divertido, nos cuenta la anécdota de una de sus clientas, compradora compulsiva que se empeñó en que le hiciera una habitación solo para empaquetar regalos.

Texto: María Luisa García Moro

Fotos: Olga Moreno

Ayudante de fotografía: Helena Sánchez

uis García Fraile abre a Vanitatis las puertas de su espectacular casa en el castizo barrio de Chamberí. Situada en una de las arterias de la zona, se trata de un piso acondicionado con mimo durante año y medio por el que hoy en día es uno de los decoradores favoritos de la alta sociedad patria. Una vivienda de la que García Fraile supo presentir su encanto y que tuvo que derribar entera por las condiciones en las que se encontraba. A día de hoy es un espacio ecléctico, en el que lo clásico se aliña con acertados y atrevidos toques de color y piezas de obra insólitas.