Las razones por las que Tana Rivera cambia Madrid por Sevilla

Tana, la hija de Eugenia Martínez de Irujo y Francisco Rivera, deja por un tiempo Madrid para vivir en Sevilla con su padre. Esta información, adelantada por Vanitatis una semana antes de su puesta de largo, nada tiene que ver con el cambio de custodia que solicitó el torero hace años. En aquel momento, la nieta de la duquesa de Alba era menor de edad y una sentencia judicial no cambió el régimen familiar. Se quedó en Madrid con su madre, mientras Francisco Rivera se instalaba en Sevilla por negocios. El juez tuvo en cuenta la declaración de Tana, que nunca pidió expresamente vivir fuera de Madrid.

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La decisión de la joven, ya mayor de edad, de abandonar la capital del reino fue tomada por la propia Tana y consensuada con sus padres antes del verano cuando volvió a suspender la selectividad por segunda vez. Se planteó entonces la posibilidad de ese cambio de aires para que Cayetana se centrara más en los estudios. Y tal y como se dijo, se ha hecho. La joven tiene previsto matricularse en una academia y, a la vez, hacer algún módulo relacionado con temas que le interesan como la música o la moda.

Tana volverá a convertirse en una clienta habitual del AVE. Lo fue durante los años en que debía cumplirse el régimen de visitas establecido y visitaba a su padre fines de semana alternos. Los jueves era Francisco el que viajaba a Madrid.

Lo que aún está por definir es si los gastos de manutención los recibirá directamente la joven o será el torero el que se encargue de administrar el dinero que la madre transfiera, ya que Tana vivirá en el domicilio familiar con su padre, Lourdes Montes, la niña Carmen y el bebé que está por llegar.

Esta decisión no ha empañado el vínculo tan espléndido de Eugenia con su hija. Ni la estupenda relación que mantienen sus progenitores, como se pudo ver en la puesta de largo. Seguramente, a la duquesa de Montoro le hará rememorar cómo ella hizo algo parecido a su edad: Eugenia cambió el palacio de Liria por el sevillano de Dueñas y se convirtió en pequeña empresaria al abrir una tienda de ropa. Muchos de los modelitos juveniles que lució durante un tiempo la duquesa de Alba los compraba en el establecimiento de su hija. Recomendaba a sus amistades que hicieran lo mismo bajo el eslogan de 'renovarse o morir'. La historia se repite.