El viudo de Florinda Chico, diez años después de su muerte: "Estábamos juntos noche y día"
La eterna 'chacha' del cine español, que también demostró sus dotes para el drama, es recordada por Santos Pumar, que estuvo con ella hasta el final de sus días, para Vanitatis
Granada, años 80. Una señora se está probando una abrigo en un pequeño comercio del centro de la ciudad. De repente, se le acerca una mujer grande, de cara afable, ojos expresivos y sonrisa descarada e impoluta. La cara le es familiar, la ha visto en el cine y la televisión. Efectivamente, esa mujer es, para su sorpresa, Florinda Chico.
La actriz, habitual de ese local que regenta su amigo Miguel Quesada, le dice lo bien que le queda la prenda, le aconseja que se la lleve a casa aunque no la conoce de nada. La anécdota, vivida por un familiar del autor de este artículo, da una idea de lo intercambiable que era la Florinda Chico actriz con la Florinda Chico persona.
La actriz falleció el 19 de febrero de hace una década y aún son muchos los que la añoran. Eternamente asociada con esos personajes a los que antaño se llamaba, de forma peyorativa, ‘chacha’, Florinda Chico fue mucho más que eso. Compañera inseparable de Paco Martínez Soria o Rafaela Aparicio en un sinfín de comedias, también demostró dotes para el drama en películas de renombre como el ‘Cría cuervos’ de Carlos Saura o ‘La casa de Bernarda Alba’ de Mario Camus.
Vanitatis se ha puesto en contacto con su viudo, Santos Pumar, que aún nota la ausencia de una mujer que, antes de casarse con él, no fue excesivamente afortunada en el amor. La protagonista de ‘La casa de los Martínez’ se casó con el también actor José María Labernie en 1950. Subió al altar embarazada y, aunque el matrimonio parecía miel sobre hojuelas, no pasó de los 14 años. El punto de inflexión fue aquel día en el que Labernie llegó a casa y confesó a Florinda que le había sido infiel con una menor. "Ya le he perdonado, pero no olvido lo que hizo", decía la actriz, que le apodaba ‘el difunto’ para mostrar, con el humor que la caracterizaba, que le había hecho daño.
Muy diferente fue su segundo matrimonio con Pumar, un antiguo técnico de iluminación que recuerda cómo fue su andadura por los teatros la que hizo que se conocieran. “Yo soy iluminador, el que llevaba los focos de la compañía, el que ponía las luces. Nos conocimos en el teatro Barceló. Yo estaba de electricista en otro teatro y el dueño de los focos, que los tenía alquilados a Esteso, dijo que si quería irme con la compañía de Lina Morgan de gira. Les dije que sí y en esa gira nos conocimos”, rememora para Vanitatis. Sin embargo, Florinda y él no se casaron hasta que pasaron más años. “Me casé en el año 89. Estábamos juntos desde el año 77”.
Pese a que Pumar tenía 22 años menos que ella, jamás notó la diferencia de edad, tema del que la actriz hablaba con su habitual desparpajo en muchas de las entrevistas que le hicieron. “La verdad es que nos compenetrábamos. A ella le gustaba lo que me gustaba a mí. Ella tenía 50 años y yo 28. Éramos tarde, noche y madrugada juntos. Una vez, por ejemplo, ella iba a hacer un spot y yo una cosa para Loewe al hotel Reina Sofía. Creo que esa es la única vez que hemos estado separados”, asegura sobre los continuos viajes de trabajo unidos.
“Hemos estado juntos 34 años, que se dice pronto. Juntos juntos”, comenta, recordando aquellas jornadas de grabación de ‘La casa de los líos’ en las que no se separaba de ella o entregas de premios como el del Mérito al Trabajo que le entregaron los Reyes a la actriz en el hotel Alhambra; esos viajes a Granada en los que disfrutaron de Curro el bailaor o aquellas visitas a Sevilla junto a su amigo Alfonso Romero Cruces.
Tras su éxito en el cine y la televisión, Chico montó una compañía teatral junto a su marido a principios de los 80. Como empresaria demostró, según su cónyuge, que la actriz que caía bien a todos los españoles también era bondadosa en las distancias cortas. “Era buena actriz, pero mejor persona. Muchas actrices y actores de nuestra compañía empezaban la obra aquí, en Madrid. A la hora de salir de gira no querían seguir con nosotros porque se habían enamorado o lo que sea...Sin embargo, luego nos llamaba Pedro Osinaga, por ejemplo, y ella sin ningún rencor hacia esas personas que nos habían plantado le decía: ¡Contrátala, que es muy buena chica!’. Eso demuestra que era muy buena persona”, afirma. En esa compañía, además, la actriz mantuvo al mismo personal, personas que acabaron siendo como de su familia. “Pepe Albert, Marisol Ayuso, Manolito Cal, Eloy Arenas…”, recuerda Pumar.
El viudo valora, y mucho, su polivalencia como actriz. Al igual que otras grandes secundarias de nuestro cine, a menudo se la encasilló en la españolada, en ese cine de consumo rápido que vende entradas pero no gusta a la crítica más severa e intransigente. A Florinda le costó quitarse el estigma de encima, pero lo consiguió gracias a Saura, Camus y otros directores de sobrado prestigio. “Era mejor como actriz trágica que cómica. Aunque te digo que hacer llorar es fácil, pero hacer reír no tanto. En cuanto cuentas una pena, ya está. Ella hizo dramas como ‘La casa de Bernarda Alba’, ‘Cría cuervos’, ‘Jarrapellejos’. Los actores cómicos pueden hacer un drama. Pero los que hacen drama creo que no saben hacer comedia. Ella tenía talento para las dos cosas”.
Años después de su muerte, parte del legado de Florinda Chico se conserva en el Museo Etnológico de Don Benito, la localidad extremeña que la vio nacer. Uno de sus responsables dice a Vanitatis que se sienten muy orgullosos de tener una sala entera dedicada a la actriz. “En Don Benito fue muy querida y reconocida. A veces tienen que morir este tipo de personas para que se les reconozca, aunque sea tarde. Pero aquí se la quiere mucho”, confiesa a este medio.
Su viudo, que nos revela que no es muy docto en las tecnologías ni en los streamings de nuestros días, se sigue topando con Florinda cada vez que cambia de canal. “Siguen poniendo ‘La casa de los líos’ en Distrito TV. Ponen la serie por la mañana, a mediodía y por la noche. Y en 13 y en 8 Madrid ponen muchísimas películas de ella. Y casi todas las de Paco Martínez Soria, que hizo como 8. Hizo 152 películas y 90 obras de teatro”, cuenta Santos. Pese a seguirla viendo en la pequeña pantalla de su hogar, ninguna imagen de la actriz que hizo reír a tantas generaciones sustituye a la persona que se fue hace ya diez años. “La echo mucho de menos”, concluye Santos.
Granada, años 80. Una señora se está probando una abrigo en un pequeño comercio del centro de la ciudad. De repente, se le acerca una mujer grande, de cara afable, ojos expresivos y sonrisa descarada e impoluta. La cara le es familiar, la ha visto en el cine y la televisión. Efectivamente, esa mujer es, para su sorpresa, Florinda Chico.