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Exclusiva | Operación Navacerrada: así ha conseguido ocultarse la novia de Daniel Sancho tras el asesinato de Edwin Arrieta
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Exclusiva | Operación Navacerrada: así ha conseguido ocultarse la novia de Daniel Sancho tras el asesinato de Edwin Arrieta

Esta es la reconstrucción, tras una larga investigación, de los casi últimos dos meses de infierno en la vida de Laura, la que fuera novia del hijo de Rodolfo Sancho

Foto: Imagen recreada de Laura. (iStock)
Imagen recreada de Laura. (iStock)

Últimos días del mes de julio. Madrid. Laura se despide de su novio, Daniel, que vuela el día 31 hasta Tailandia para pasar parte de sus vacaciones de verano, en principio, al menos ella así lo cree, con unos amigos. Llevan cinco años juntos. Un lustro. Casi media vida cuando hablamos de una chica de veintitantos.

El último de esos cinco años, eso sí, había sido complicado. Mucho. Él resultaba cada vez más esquivo y distante. Parecía comportarse de manera diferente. Nada que ver con el chico que se había hecho con el cariño de toda la familia de Laura. Entraba y salía de la casa familiar en Madrid cuando quería. Solía acompañarlos en los viajes, casi siempre a gastos pagados. Y lo cierto es que esas vacaciones solían ser, por lo general, bastante lujosas, aspiracionales, carne de influencer, porque la novia de Sancho viene de eso que antes llamábamos ‘buena familia’ y que ahora, con el paso de los años, preferimos designar con el anglicismo ‘jet set’, porque en inglés todo resulta, sin duda, menos ofensivo.

placeholder Daniel Sancho, detenido por la policía tailandesa. (EFE)
Daniel Sancho, detenido por la policía tailandesa. (EFE)

Durante esos aproximadamente doce últimos meses antes del día D, a ella le llegan incluso rumores de infidelidad con alguna que otra chica de la capital. Aquella no fue la única razón, pero lo cierto es que Laura se vio en la necesidad de pedir cierta ayuda externa a lo largo de ese tiempo. No se encontraba del todo bien.

El zulo de Navacerrada

Daniel y Laura. Una pareja idílica. O quizá no tanto. De él, a estas alturas, lo sabemos todo. Varón, 29 años, hijo del actor Rodolfo Sancho, nieto del también intérprete Sancho Gracia, a la sazón Curro Jiménez, el más popular de los bandidos españoles de la ficción. Daniel Sancho, hace apenas dos meses, trabajaba en un restaurante que, aunque muchos a su alrededor creían que era de su propiedad, en verdad no lo era. Ocupaba el puesto de chef. Ni más ni menos.

Por las noches, muy a menudo, disfrutaba de los reservados de las discotecas más de moda de la ciudad: Lula Club, Rubicón, Panthera. Allí conoció a otros chavales de buena familia. Perdón, vips. Froilán o Jaime Onieva, hermano del recién estrenado marido de Tamara Falcó, le dieron más de una vez, en estos lares, un buen apretón de manos.

placeholder Rodolfo Sancho en el aeropuerto tras visitar a su hijo Daniel. (EFE)
Rodolfo Sancho en el aeropuerto tras visitar a su hijo Daniel. (EFE)

Ella, Laura, de la que no daremos su apellido ni ningún dato que la pudiera identificar, ya que prefiere evitar que la relacionen con su expareja, forma parte de una adinerada familia propietaria de varias empresas del sector de la automoción. Su madre y sus dos tíos dirigen un entramado de gran facturación anual. El clan atesora numerosas propiedades a lo largo y ancho del territorio nacional y también muy buenos contactos. Por eso han diseñado una estrategia para que Laura apenas se vea afectada por las consecuencias mediáticas del caso Sancho. Hablamos, en lenguaje habitual de la crónica negra, más incluso que rosa, de lo que bien podría haberse denominado como ‘operación Navacerrada’.

Los hechos probados

Laura nunca podrá olvidar el 5 de agosto de 2023. Ese día descubrió muchas cosas a la vez, quizá demasiadas. Que su novio estaba detenido, que había asesinado en Tailandia presuntamente a un ciudadano colombiano llamado Edwin Arrieta y que, algo que se confirmaría con el tiempo, había mantenido relaciones sexuales con el citado hombre.

placeholder Una calle de Navacerrada, el pueblo de la sierra madrileña donde vive Laura. (EFE)
Una calle de Navacerrada, el pueblo de la sierra madrileña donde vive Laura. (EFE)

El mundo se le vino encima. A ella, pero también a toda la familia, que trataban a Daniel como un hijo más y que, por qué no decirlo, temieron además, en un segundo grado de prioridades, que el escándalo pudiera destruir su imagen como empresarios que ponen a la venta coches de alta gama, con un tipo de público muy concreto y muy fidelizado. El problema principal llegó cuando el primer periodista encontró la casa familiar. Saltaron en ese momento todas las alarmas. Había que evitar como fuera que Laura estuviera expuesta.

Hasta ese día, la joven trabajaba en una de las oficinas de una de las empresas familiares. Allí acudía cada jornada. Realizaba un oficio no cualificado, porque siempre fue muy mala estudiante. Le pagaron los mejores colegios, pero ella nunca quiso acudir. Cuentan sus amigos que le afectó mucho la muerte de su padre cuando apenas era una niña. Fue un poco rebelde en su adolescencia, muy dada a hacer novillos. Y en su juventud le gustaba la noche, divertirse, estar con amigos…

Para evitar ser localizada, Laura cerró sus perfiles en redes sociales y acordó con su familia su salida inmediata de la capital. Desde su entorno filtraron que se había ido al extranjero, pero no. Se trasladó a una casa familiar de carácter vacacional y grandes dimensiones, ubicada en un punto indeterminado de la sierra madrileña, que preferimos no desvelar para preservar su intimidad. Allí vive Laura, sin hacer apenas vida social desde hace alrededor de mes y medio, separada de los suyos, que con recurrencia, eso sí, acuden a visitarla.

placeholder El hijo de Rodolfo Sancho. (EFE)
El hijo de Rodolfo Sancho. (EFE)

Llena su tiempo teletrabajando como comercial. Lo mismo que hacía antes de estallar el escándalo, pero ahora en pijama y zapatillas, su uniforme los últimos cuarenta días de cautiverio. Gran parte de ese tiempo lo pasa, precisamente, al teléfono, el aparato que la une al exterior. Con él trabaja y con él habla con sus amigas todos los días.

La llamada de Daniel

Y sí. Ha hablado también con él, con Daniel. Ella misma se lo ha confirmado a su entorno más cercano. La llamó desde la cárcel, quería pedirle perdón, darle una versión de los hechos no distorsionada por el proceso judicial o por la presión mediática. Y, lo que es más sorprendente, su pareja pretendía que el vínculo que les unía, al menos la amistad, siguiera vivo después de aquello.

Pero en Navacerrada han muerto a estas alturas muchas cosas. Casi todas menos el dolor que provocan la soledad y la pérdida. Laura quiere pasar página, pero sabe que tendrá que esperar al menos unos meses para poder recuperar su vida.

Últimos días del mes de julio. Madrid. Laura se despide de su novio, Daniel, que vuela el día 31 hasta Tailandia para pasar parte de sus vacaciones de verano, en principio, al menos ella así lo cree, con unos amigos. Llevan cinco años juntos. Un lustro. Casi media vida cuando hablamos de una chica de veintitantos.

Daniel Sancho