La herencia millonaria de César Alierta, entre Candanchú, inversiones y altruismo

"Hemos sido siete años novios y 43 casados y al final éramos uno, y lo mejor que te puede pasar es que seais uno. Yo he tenido muchísima suerte en la vida. Una infancia y una juventud muy feliz hasta los 23 años, después me casé con Ana; han sido 70 años espectaculares".

- ¿La echas mucho de menos?

- La echo mucho de menos, pero ahora, cada vez que me acuerdo de ella, que es todo el rato, me pongo de buen humor. Ella me dice lo que tengo que hacer y lo que no. Todo lo que hago, lo hago por ella. Está a mi lado, para siempre. Y eso es una suerte, eh, eso es el amor.

En esta conversación, producida tres años después de la muerte en 2015 de Ana Cristina Placer, la esposa de César Alierta, el empresario reconocía sin pudor su sentimiento de orfandad y declaraba un amor sin fisuras a la que fue su pareja toda la vida. Ahora, cuando es él quien ha desaparecido, estas palabras expresadas en el programa 'Gigantes', conducido por Mari Cruz Soriano, dan la dimensión del que fue el gran amor del expresidente de Telefónica. Como escribía su sobrino Fernando Sáinz de Varanda estos días en 'El Periódico de Aragón': "Si hubo un verdadero amor en su vida fue su esposa, Ana. Pocos ejemplos de amor he visto tan grandes. Pocos".

Alierta y Placer se conocieron en Salou. "Iba por la playa y me la presentó mi hermano. Me pareció una chica muy atractiva, muy simpática, y le dije 'oye, por qué no salimos esta noche'... y ahí empezó. Ella siempre me preguntaba por qué me casé con ella. 'Porque eres disruptiva', le decía yo. Me hacía la vida emocionante". Cuando Placer falleció en 2015, muchos en su entorno pensaron que no lo superaría, y en cierto modo así fue. "No se le va, siempre está pensando en Ana. Muchas de las cosas que hace las hace por ella. Considera que Ana está en el cielo, que lo mira, y que tiene que hacer lo que ella hubiera hecho también, porque los dos eran muy parecidos", explicaba un amigo de Villanúa en el citado programa.

A lo largo de esas cuatro décadas de matrimonio, la pareja no tuvo hijos. Alierta era muy niñero en la intimidad, en algún momento incluso barajaron adoptar, aunque nunca llegaron a hacerlo. Así, en la hora de su muerte no hay herederos forzosos para repartir el gran patrimonio acumulado por Alierta en estos años. Según ha publicado 'El Mundo', solo por sus años como presidente ejecutivo de la compañía de telecomunicaciones percibió "75,5 millones en salario acumulado, una pensión de 54,2 millones y acciones de la operadora valoradas en 45 millones de euros al término de su mandato".

Aunque a lo largo de su vida tuvo distintas sociedades, en los últimos tiempos había reorganizado su estructura empresarial absorbiendo todos sus intereses bajo un único paraguas, Acrispla de Inversiones. A través de esta empresa (abreviatura del nombre de su esposa) participaba en varios establecimientos de hostelería de su familia en Candanchú (el hotel Tobazo o el Santa Cristina, por ejemplo), en empresas extranjeras como la uruguaya Ristur SA o controlaba un 25% de Ibernieve, la empresa propietaria de la estación pirenaica.

También contaba con algo más de un 13% de la sicav Lierde. Conocida por gestionar en su origen el patrimonio de la familia Alierta, es una de las 17 sicavs españolas que cuentan con 500 accionistas o más, lo que permite realizar traspasos desde o hacia otras instituciones de inversión colectiva sin tener que pasar por el fisco. Está gestionada por Augustus Capital AM, cuyo socio fundador es otro de los sobrinos más conocidos de César Alierta, Juan Uguet de Resayre, hijo de su hermana Pilar. Con una alta rentabilidad, este vehículo de inversión controla un patrimonio de 137 millones de euros.

Gran casa en Aravaca

Alierta y su mujer vivieron toda su vida en una gran casa de la zona más residencial de Aravaca. En los últimos tiempos, sin embargo, el empresario se había trasladado a Zaragoza, donde residen la mayor parte de sus hermanos, por motivos de salud. Además de a la capital aragonesa, la familia está muy vinculada al municipio pirenaico de Villanúa, al norte de la provincia de Huesca, donde Alierta pasó largas temporadas y tiene varias propiedades. Su abuelo montó en los años 30 una industria maderera con la materia prima de aquellos valles, y los hijos de Cesáreo Alierta (que fue alcalde de Zaragoza) y de la catedrática de Filosofía Juana Izuel pasaron en aquel pueblo los mejores momentos de su infancia. "Lo que hablamos en Villanúa no lo hablamos en Madrid", ilustraba el expresidente de Telefónica cuando se le preguntaba por qué le gustaba tanto aquel rincón.

Estos días, como explicaba la emisora local de la cadena SER, en el valle muchos han recordado su labor como mecenas. Costeó personalmente los más de 300.000 euros de la restauración del órgano de la catedral de Jaca en 2018. "Víctor López recuerda que cuando él fue alcalde de Canfranc pusieron en marcha un proyecto de conexión por Rdsi, antes de que existiera el Adsl, para conectar consultorios médicos como el de Canfranc con los hospitales de Jaca y Huesca para que se pudieran leer las radiografías en el pueblo. 'Gracias a su apoyo financiero -añade López-, los chavales de Villanúa o Canfranc tuvieron tablets y ordenadores en sus colegios”, explican en la emisora.

Como vemos, el empresario no esperó a morirse para hacer partícipes a su familia, amigos y vecinos de su fortuna. Independientemente de su labor al frente de Telefónica, que tiene sus claroscuros, Alierta fue muy generoso con los de su entorno. "Ayudó a todos los que lo necesitaron, fueran o no familia. Estuviesen en su lista de personas cercanas o no. Pero si eras de los afortunados de la lista, su ayuda iba más allá de lo que podías necesitar. Y sin preguntar. Por supuesto, sin esperar contraprestación alguna", escribe su sobrino Fernando en 'El Periódico de Aragón'. "Y en sus últimos años, el proyecto de dar educación digital a los niños sin recursos centró todo su amor. Y repartió tanto amor que llevó a 28 millones de niños a tener una educación que les puede llevar a tener un futuro". Estas palabras hacen referencia a su labor por la educación digital como presidente de la Fundación Telefónica.

"Ha sido un tío muy cariñoso con todos sus sobrinos", ha dicho Juana Alierta, su hermana y viuda de Ramón Sáinz de Varanda, alcalde socialista de Zaragoza de 1979 a 1986. "La prueba es que todos ellos le adoran". A la familia le gustaba reunirse en la gran casa familiar, en gran parte por el empeño de César y de su mujer, Ana, ambos "muy familiares". No era raro que en una de estas reuniones Alierta y su mujer demostraran sus años de prácticas de bailes de salón. "Era una delicia verlos bailar", concede una fuente que les conoció a Vanitatis. Una de las últimas salidas de Ana Placer se produjo en marzo de 2015, apenas un mes antes de fallecer, cuando fue junto a su esposo a una recepción que el presidente de Colombia ofreció en el Palacio Real de El Pardo, y salió a bailar un vallenato.

Una de sus labores altruistas más recordadas es la que llevó a Alierta a salvar de la extinción in extremis al Real Zaragoza en 2006. El club de los amores de su padre, que fue quien proyectó La Romareda porque una ciudad ambiciosa tenía que tener un estadio ambicioso (Cesáreo Alierta fue presidente del Real Zaragoza entre 1952 y 1958, y alcalde de la ciudad entre 1966 y 1970) no podía desaparecer. El expresidente de Telefónica fue el accionista mayoritario del club zaragocista hasta 2022, cuando vendió sus acciones junto al resto de la Fundación Real Zaragoza 2032 al actual accionista de referencia, el grupo inversor que lidera Jorge Mas.

"¿Cómo te gustaría que te recuerden?", le preguntaba Mari Cruz Soriano para 'Gigantes', sentados los dos precisamente en una grada de La Romareda:

- Tengo asumido desde joven que es irrelevante que te recuerden. El que quiere pasar a la historia tiene un problema. Yo ya tuve la suerte de que mi madre me viera de presidente de Telefónica y de que a Ana le pareciera bien. Mi padre no lo vio. Sin más.