El legado de Carlos Goyanes: dos hijas todoterreno y una empresa millonaria en manos de su esposa, Cari

Carlos Perojo Goyanes nació un 16 de enero del año 1945 en el seno de una familia entregada al negocio de la producción de eventos cinematográficos y musicales. En su casa vivió y creció la mismísima Marisol, a la cual descubrió su padre, Manuel Goyanes, y eso hizo que entre ellos saltara la chispa. Eran jóvenes y bellos, pero también inmaduros, así que aquel matrimonio duró más o menos lo que un rodaje.

Carlos heredó el amor de su padre por el cine y la música y dedicó parte de su vida también a la producción, aunque después diversificó sus negocios. La muerte le sorprendió en la cama, el pasado miércoles 7 de agosto, en su vivienda de Marbella, concretamente en la urbanización de Guadalmina, donde tienen casa de verano otros rostros conocidos como Amaia Salamanca y Rosauro Varo. Fue una sorpresa para toda la familia porque, aunque fue operado hace alrededor de un año del corazón, los días previos a su muerte presumía de buen aspecto y una aparente salud de hierro.

Sus dos célebres hijas

El empresario tenía dos conocidísimas hijas, fruto de su segundo y duradero matrimonio con Cari Lapique. Caritina es la mayor. Le encanta subir contenido a las redes sociales relacionado con gastronomía y viajes. No en vano, es la dueña de Sixsens by Cari Goyanes, un catering que ha conseguido abastecer en sus fiestas a la alta sociedad madrileña durante los últimos años. Su olfato para los negocios le ha garantizado una vida cómoda junto a su marido y sus dos hijos.

Carla, por su parte, fue modelo durante su juventud y estos últimos años ha trabajado en la empresa inmobiliaria familiar, dedicada a comercializar casas de lujo. Carla tiene tres hijos con el empresario Jorge Benguría, con el que se casó en Málaga en el año 2011. Vivieron en Estados Unidos durante unos años por el trabajo de él, pero desde 2015 residen en España.

Un matrimonio también en lo empresarial

La otra gran mujer en la vida de Carlos fue Cari Lapique, su viuda. A ella le confió la presidencia de la empresa con la que gestionan el negocio y el patrimonio familiar. Se trata de una corporación dedicada fundamentalmente al sector inmobiliario, que cuenta con un activo total de casi 1,5 millones de euros y que el año pasado tuvo un resultado positivo de 175.000 euros en el ejercicio, tal y como ha podido comprobar Vanitatis.

La empresa fue fundada en el 89, catorce años después de su boda en Marbella, en la que firmó como testigo Carmen Franco. Al ser presidenta de la empresa Cari Lapique, se podría decir que la herencia familiar ya estaba en sus manos antes de la muerte de su marido, por lo que eso facilitará los procesos burocráticos para el reparto de la herencia.

Las casas no están a su nombre

Carlos ha muerto además sin ninguna propiedad. Tan solo poseía el 18% de un local comercial en la zona de Goya (Madrid), que comparte con sus hermanos. Ni la casa en la que Carlos y Cari vivían en Madrid, en las inmediaciones de Puerta de Hierro, una de las zonas más nobles y caras de la capital, ni la de Marbella, el chalé de Guadalmina en el que murió, estaban a su nombre en el momento de su muerte.

Por tanto, se podría decir que, en aras de ahorrarse problemas, los Goyanes ya tenían la herencia repartida. Para ellos el legado de Carlos es y será siempre emocional. Descanse en paz.