Isabel Castelo D'Ortega, la gran millonaria gallega, celebra los resultados de su inmobiliaria
Castman Patrimonios, que preside, aumenta sus inversiones en ladrillo un 67% en el ejercicio 2023, y pasa de 33 a 55 millones de euros en terrenos y construcciones
Isabel Castelo D'Ortega es una mujer que no se prodiga demasiado. El suegro de su única hija, el vicealmirante de Marina Cristóbal Colón de Carvajal, fue asesinado junto a su chófer, Manuel Trillo, un febrero gris de 1986. La banda terrorista ETA los ametralló cuando viajaban en su vehículo oficial. El atentado tuvo lugar en la calle del Tambre, en la colonia de El Viso, no demasiado lejos de la residencia familiar de la venerable millonaria que, dicen, desde entonces optó por tener un perfil público muy bajo, del que tan solo ha salido por motivos solidarios o filantrópicos.
De hecho, el palacete del Marqués de Taurisano, donde ha vivido la mayor parte de su vida, hasta hace poco permanecía pixelado en Google Maps. Tal era la alergia de la familia a la exposición pública. El edificio, de estilo regionalista y neoplateresco, levanta 1.144 metros cuadrados de construcción en una céntrica calle de Madrid. Su autor fue el arquitecto Jesús Carrasco-Muñoz Encina.
Isabel heredó el negocio familiar, Seguros Ocaso, una de las empresas más sólidas del sector, que fundó su abuelo Santiago en los años 20 del siglo pasado en Vigo. Fue su padre, Santiago Castelo, quien desarrolló el negocio en las décadas siguientes y lo hizo crecer hasta lo que es en la actualidad. Hoy, son "una de las principales aseguradoras españolas", presumen en su página web. "Y mantenemos la filosofía de nuestro fundador, Ramón d’Ortega y Hervella: ser independientes de cualquier grupo bancario o financiero, español o extranjero".
No les ha hecho falta. El pasado ejercicio Ocaso se anotó un beneficio antes de impuestos de 103,1 millones de euros, un 13,5% por encima de 2022, cuando logró 90,8 millones de euros. El volumen de negocio del grupo se mantuvo por encima de los mil millones de euros, alcanzando los 1.053 millones frente a los 1.022 del ejercicio anterior precedente. La familia sigue estando presente en el día a día, aunque ahora es Isabel de Mandalúniz, la única hija de la marquesa de Taurisano, y sus hijos quienes están más presentes.
Con el tiempo, el nombre de Isabel Castelo D'Ortega, que tiene 95 años, ha desaparecido de todas las empresas familiares excepto de una, Castman Patrimonios. A través de esta sociedad la familia controla un emporio inmobiliario que cuenta con edificios en las mejores ubicaciones de Madrid, Sevilla o Barcelona. El diario El Mundo calculaba el año pasado que la matriarca de la familia acumula un patrimonio de más de 1.250 millones de euros, siendo una de las mujeres más ricas de España (aunque usted no le ponga cara)
Castman acaba de presentar su cuenta de resultados del ejercicio 2023 y muestra músculo. El ladrillo les ha reportado un beneficio limpio de 1.612.400 euros, un 67% más que en el ejercicio 2022. Además, la empresa desvela que en este último curso ha aumentado significativamente sus inversiones inmobiliarias. Si en 2022 declaraba 32.815.000 euros en terrenos y construcciones, en 2023 ya son más de 55 millones de euros. Las cuentas, firmadas por Isabel Castelo y su hija en calidad de presidenta y secretaria del consejo de administración de la empresa, revelan también un aumento importante de la cifra de negocio, hasta los 3.600.000 euros.
A través de Castman Patrimonios, la familia cuenta con propiedades en Madrid, Barcelona y Sevilla, como ya hemos dicho, pero también en Benidorm, A Coruña, León, Barcelona, Móstoles, Avilés o Pozuelo de Alarcón. A título particular, los Ortega cuentan con una conocida finca en Moralzarzal, Las laderas de la suerte; la finca cinegética Robledo Hermoso, en los Montes de Toledo, o un gran pazo en San Pedro de Nós, en Oleiros.
En los últimos años, apenas se ha visto a Isabel Castelo. La última vez fue en la boda de su nieto, Ángel Colón de Mandaluniz, duque de la Vega, con María Ybarra. La boda tuvo lugar en verano de 2023, en la Real Basílica de San Francisco el Grande, en Madrid, y entre los invitados se encontraba una nutrida representación de la aristocracia y la empresa europeas, como los duques de Huéscar, Inés Sastre, Francesa Thyssen, Chiara y Carolina de Borbón-Dos Sicilias o Victoria López-Quesada y su entonces novio, Enrique Moreno de la Cova. Entre familiares y amigos, llamó la atención la presencia de la abuela del novio, en un estado de forma envidiable a pesar de sus 94 años (entonces) y vestida con un llamativo diseño amarillo.
Antes de casarse con el militar y empresario Ángel de Mandaluniz, la filántropa inició una breve carrera como soprano en la que llegó a participar en conciertos con la Orquesta Nacional y la Filarmónica de Madrid. "Ha grabado discos dirigida por maestros como Sorozábal que están a la venta en formato CD y por los que recibe todos los años el importe correspondiente a sus derechos de voz por parte de la Sociedad de Intérpretes y Ejecutantes de España, la SGAE de los artistas", se lee en un perfil sobre ella publicado en Economía Digital, especializado en información económica de la región gallega. Su matrimonio y su posterior maternidad la disuadieron de seguir con sus inquietudes artísticas y se centró en las labores solidarias.
Castelo siempre ha llevado también muy a gala sus orígenes gallegos. En uno de sus pocos discursos públicos hasta la fecha, pronunciado en 2017, cuando Feijóo le hizo entrega de la Medalla de Galicia, dijo unas pocas pero sentidas palabras en gallego: "Cuando me dijeron que me daban la medalla sentí una inmesa alergía, una emoción, y un orgullo muy profundo de ser gallega. Gracias por acordaros de mí". La comunidad quería agradecer la ayuda desinteresada de la empresaria siempre que se la ha necesitado, como tras la tragedia ecológica del Prestige, pero también apoyando de diversas maneras las causas como Unicef, Cruz Roja o la Asociación Española contra el Cáncer.
Isabel Castelo D'Ortega es una mujer que no se prodiga demasiado. El suegro de su única hija, el vicealmirante de Marina Cristóbal Colón de Carvajal, fue asesinado junto a su chófer, Manuel Trillo, un febrero gris de 1986. La banda terrorista ETA los ametralló cuando viajaban en su vehículo oficial. El atentado tuvo lugar en la calle del Tambre, en la colonia de El Viso, no demasiado lejos de la residencia familiar de la venerable millonaria que, dicen, desde entonces optó por tener un perfil público muy bajo, del que tan solo ha salido por motivos solidarios o filantrópicos.