La paella de Rocío Carrasco

A pesar de los desencuentros que en un momento dado pudieron surgir por cuestiones del testamento entre los herederos de Rocío Jurado, ahora la relación entre los titulares ha vuelto a su cauce. Es decir, se ven y se tratan como cualquier familia cuyos miembros no viven en el mismo domicilio y tienen obligaciones y aficiones diferentes.

Los Mohedano-Carrasco no son los Thyssen, pero tampoco ‘La Tribu de los Brady’, la empalagosa serie televisiva de los setenta. El hecho de que en navidades no coincidieran hizo que se hablara de la nefasta relación entre el tío Amador y la sobrina Rocío. Y según los propios protagonistas no es así. Efectivamente, quedan por resolver unas cuestiones relativas a impuestos, intereses e IVA de las naves que la Jurado dejó como herencia al hermano y al ahijado. Pero en cuanto a los afectos no hay problemas.

La semana pasada Rocío Carrasco invitó a sus tíos Rosa y Amador y a los primos para una paella familiar. El punto de reunión fue el chalet donde vive con su novio y los hijos Ro y David. Tras el almuerzo, una sobremesa que se alargó hasta las ocho de la tarde. Estos domingos alrededor del arroz eran una tradición en casa de ‘La Jurado’, que no sólo convocaba a la familia, sino a veces a parte de sus doscientos íntimos amigos.