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El lado más oscuro de la ‘Duquesa Roja’
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El lado más oscuro de la ‘Duquesa Roja’

“Le corroía la envidia, la soberbia, la avaricia y la codicia. Era una ultraizquierdista que nos repudió. Al día de siguiente de nacer me entregó a

Foto: El lado más oscuro de la ‘Duquesa Roja’
El lado más oscuro de la ‘Duquesa Roja’

“Le corroía la envidia, la soberbia, la avaricia y la codicia. Era una ultraizquierdista que nos repudió. Al día de siguiente de nacer me entregó a mi bisabuela y le dijo ‘toma, ya he cumplido como mujer y como madre’”. Estas duras palabras pertenecen a Gabriel González de Gregorio, el hijo menor de la fallecida Duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, más conocida como ‘la Duquesa Roja’, que murió sin querer ver a sus vástagos, tras veinticinco años de incomunicación y dejándoles sin la herencia que, por sangre, les correspondía. Se lo fundió todo dejando sólo su fundación, el archivo privado más importante de Europa, que ahora preside quien fuera su pareja durante un cuarto de siglo, con la que se casó dos horas antes de morir: Lilian.

El conocido productor musical Miguel Ángel Arenas, 'el Capi', vivió con la Duquesa roja algunos de los momentos más divertidos de su vida, pero también conoció su otra cara: “La conocí en Cádiz el verano anterior a la boda de su hijo mayor, Leoncio. A mí desde siempre me han gustado los títulos nobiliarios: el conde Drácula, Frankenstein y hasta Cayetana, que es muy graciosa. Corría 1980 y yo era un jovencito que hacía discos y tenía éxito. Llevaba cien mil pesetas en el bolsillo y a Luisa Isabel le hice gracia; me dijo ‘haz las maletas y vente a palacio’. La corte que había en aquella casa era una irreverencia, era fascinante. Ella era una friki como yo. Tenía una personalidad muy marcada por su lesbianismo. Vivíamos allí muy divertidamente. Bebíamos mucho...”.

“Mis hijos son un despojo de mi cuerpo”

Capi sigue contando que: “Ella contaba la historia vista bajo su óptica. Era una mujer que, al arruinarse tanto en los clubs de niñatas de Biarritz, pensó ‘sólo me quedan estos papeles. Si los ordeno y archivo me garantizo mi vejez’. Se gastó todo el dinero de su abuela en el Club Playboy. A principios de los ochenta era una mujer muy lujuriosa, como la primera Medina Sidonia, que también fue muy fresca. Iba en calzoncillos por la casa; no utilizaba ropa interior femenina y siempre estaba fumando. De esta guisa acudía a diario a su laboratorio de papeles, donde trabajaba muchísimo. Tenía un carácter tan suyo que quien le llevara la contraria era expulsado de palacio. A mí, que soy gay, me cogió cariño porque era un vínculo con la modernidad de los años ochenta. Lo pasé muy bien con ella pero fue tan mala como el Príncipe de las Tinieblas. Fue tan mala madre que llegó a decir que sus hijos eran un despojo de su cuerpo. Era de muy mal beber”.

La vida de la Duquesa de Medina Sidonia siempre estuvo envuelta en el escándalo. En 1969 estuvo ocho meses encarcelada por organizar una manifestación de protesta por el accidente de Palomares y, al parecer, en los años setenta mantuvo una estrecha colaboración con la banda terrorista ETA, a quien supuestamente llegó a ayudar económicamente. Tal era su pensamiento que, en una ocasión, una historiadora alavesa contactó con ella para que colaborara en su tesis doctoral y ésta le negó su ayuda por no disponer de cuatro apellidos vascos. Tras abandonar, gracias a una amnistía, la cárcel de Alcalá de Henares, se exilió a París, donde llevó una vida de derroche y desenfreno. A través de un intermediario recibía misivas millonarias, a cambio de entregar al contacto el 50% de la cuantía, y se lo gastaba todo en fiestas, cerrando hoteles y clubs para ella y sus amistades... Al volver a España ‘sentó’ la cabeza y comenzó una relación con Lilian Dahlmann, a quién, tras 25 años de amor, seguía presentando como su secretaria, pero a quién, por querer propio u obligada, entregó su legado horas antes de morir.

En el lecho de muerte

A Gabriel le gustaría saber cuáles fueron la hora y el motivo exactos de su muerte ya que no hubo autopsia, y quién estaba presente cuando la duquesa dejó de respirar, y a Capi le extraña que no se casara antes teniendo en cuenta que ya hacía tres años que la ley permitía los matrimonios homosexuales: “Esa boda fue una ofensa: no olía a amor ni a matrimonio, sino a chamusquina. Igual Lilian lo hizo para que la llamaran la duquesa viuda”. A este respecto, Gabriel opina que todo lo que rodea su muerte y la extraña boda “fue una operación de propaganda orquestada por Lilian y gente de palacio. Cuando Lilian supo de la enfermedad de mi madre, debió pensar que el mejor refugio era casarse para convertirse en una heroína homosexual protegida por su condición de lesbiana entre el colectivo gay. Fue un matrimonio para deslegitimarnos a los hijos”, asegura, y Capi apunta que “no había que haber esperado a la agonía, cuando uno puede sacarle lo que quiera. La duquesa tenía mucho miedo al dolor y pudo haber tomado paliativos. Nadie sabe lo que allí pasó”. Si fue una boda por amor o no, si fue deseada o no, sólo unos cuántos lo saben, pero en Sanlúcar de Barrameda se rumorea que Lilian tenía y sigue teniendo una amante mucho más joven que la Duquesa, de nombre Utah.

La traición

Dejando a un lado la historia telenovelesca, lo más importante ahora es dirimir el reparto de la herencia del ducado, porque la viuda se quedó como nueva presidenta de la fundación, que según denuncian sus descendientes, se creó fraudulentamente para desheredarles al no haberse respetado ni las legítimas que por ley les corresponden, y porque Gabriel, él único con agallas de los tres hermanos, se quedó sin el título nobiliario que le corresponde, al ser quién más removió los trapos sucios de palacio en los juzgados. Los otros dos se conformaron con la herencia del padre y, más comedidos, y por miedo a perder sus títulos, no han apoyado a Gabriel en su batalla. El testamento de la fallecida apunta que su hija Pilar y Gabriel recibirán la legítima que marca la ley, su hijo mayor, Leoncio, el tercio de mejora, y Lilian, el tercio de libre disposición, pero la batalla no ha hecho más que comenzar.

El escándalo hecho novela

Toda esta historia y la cuestión de la excelencia aristocrática están plasmados en el libro El caso Medina Sidonia, de Iñigo Ramírez de Haro, primo de Gabriel, Pilar y Leoncio, y cuñado de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que se presentó este martes en Madrid en un acto en el que no estaban todos los que debían estar. La Duquesa de Alba, madrina del libro, faltó a la cita debido a su enfermedad y ningún miembro de su familia acudió en su nombre. Tampoco estuvieron Leoncio ni Pilar ni otros muchos duques y condes que estaban invitados.

Entre quienes fueron a apoyar a Gabriel estuvieron el octogenario Conde San Luis, el Marqués de Villapuente, Santiago Álvarez de Toledo, el Conde de los Andes, personalidades varias de la diplomacia y embajadores, así como abogados de prestigio. El libro tendrá su adaptación teatral a modo de comedia bajo el título La Duquesa al hoyo y la viuda al bollo, que será, a buen seguro, de las obras más polémicas estrenadas en Madrid en mucho tiempo. Hay quien ha intentado acallar muchos datos de esta historia, pero, como debía ser, gritaba más alto que las mordazas. Gabriel se lamenta de que su madre no hubiera podido leer el texto: murió el siete de marzo, días antes de que el libro saliera a la luz.

“Le corroía la envidia, la soberbia, la avaricia y la codicia. Era una ultraizquierdista que nos repudió. Al día de siguiente de nacer me entregó a mi bisabuela y le dijo ‘toma, ya he cumplido como mujer y como madre’”. Estas duras palabras pertenecen a Gabriel González de Gregorio, el hijo menor de la fallecida Duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, más conocida como ‘la Duquesa Roja’, que murió sin querer ver a sus vástagos, tras veinticinco años de incomunicación y dejándoles sin la herencia que, por sangre, les correspondía. Se lo fundió todo dejando sólo su fundación, el archivo privado más importante de Europa, que ahora preside quien fuera su pareja durante un cuarto de siglo, con la que se casó dos horas antes de morir: Lilian.