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Las meteduras de pata de los Reyes
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Las meteduras de pata de los Reyes

Las declaraciones de la Reina Sofía a Pilar Urbano para el libro de conversaciones que la periodista ha escrito para la editorial Planeta han servido para

Foto: Las meteduras de pata de los Reyes
Las meteduras de pata de los Reyes

Las declaraciones de la Reina Sofía a Pilar Urbano para el libro de conversaciones que la periodista ha escrito para la editorial Planeta han servido para poner a la monarquía de nuevo en la picota de la opinión pública. El hecho de que la esposa del Jefe del Estado, que al igual que su marido reina pero no gobierna, haya expresado su opinión acerca de un asunto que atañe a las libertades de los ciudadanos y que ha sido ya convertido en ley abre una vez más el debate sobre la capacidad de expresión de los reyes y su papel en la política nacional. Más allá de la valoración concreta que pueda tener cada ciudadano sobre la opinión de la monarca en relación con los matrimonios homosexuales, lo que levanta suspicacias es la misma expresión de un pensamiento 'real': al fin y al cabo si hubiera dicho lo contrario también habría sido criticada. 

 

Las declaraciones de Sofía sobre el orgullo gay y la ampliación del matrimonio a las personas del mismo sexo no dejan lugar a dudas: "Puedo comprender, aceptar y respetar que haya personas con otra tendencia sexual, pero ¿que se sientan orgullosos por ser gays? ¿Que se suban a una carroza y salgan en manifestación? Si esas personas que quieren vivir juntas, vestirse de novios y casarse, pueden estar en su derecho, o no, pero que a eso no lo llamen matrimonio porque no lo es". El presidente de la FELGTB, Antonio Poveda, respondía en Vanitatis.com a la reina pidiéndole que rectificara por "hacer declaraciones que sólo responden a sus principios morales y religiosos y que no representan a toda la sociedad española, que se ha pronunciado mayoritariamente a favor de la ley": el debate sobre la libertad de expresión de los miembros de la Familia Real se abría una vez más. Sin embargo, no es la primera ocasión en la que un miembro de la monarquía 'mete la pata' al expresar sus opiniones sobre asuntos que se encuentran en el ágora público.

 

Otros deslices

 

El Rey, haciendo siempre gala de su carácter campechano, también ha tenido algunos deslices al emitir opiniones propias. Así, en la mente de todo el mundo todavía está el polémico ‘Por qué no te callas’. Fue hace justo un año, en la Cumbre Iberoamericana. Don Juan Carlos, saltándose todo tipo de protocolo, le dijo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, lo que sentía en ese momento. Tanta claridad lingüística fue tomada como una ofensa por el mandatario latinoamericano.

El desliz del Rey se convirtió en un auténtico boom. Dejando de lado las tensiones políticas que generó, se comenzaron a vender camisetas como churros y hasta politonos para el teléfono móvil. Poco a poco la situación se fue enfriando aunque el vídeo con sus palabras fue emitido en todas las televisiones del mundo. A día de hoy los expertos todavía no se han puesto de acuerdo sobre si la actuación real fue acertada o una salida de tono.

Pero don Juan Carlos también tiene otro punto común con doña Sofía. El pasado mes de mayo, y haciendo una excepción, habló sobre un político en activo: Zapatero. El Rey había concedido unas palabras entre acto y acto a El Mundo, que preparaba entonces un reportaje en profundidad sobre el presidente. El monarca no escatimó en elogios y dijo, entre otras coas, que ZP era “muy honesto, no divaga y un ser humano íntegro. Tiene profundas convicciones”. Y casi de la misma manera piensa la Reina sobre Zapatero. Así lo ha dejado patente en el libro escrito por Pilar Urbano con el que se vuelve a poner sobre la mesa un interesante debate: ¿Pueden los Reyes opinar sobre determinados temas?

 

Las declaraciones de la Reina Sofía a Pilar Urbano para el libro de conversaciones que la periodista ha escrito para la editorial Planeta han servido para poner a la monarquía de nuevo en la picota de la opinión pública. El hecho de que la esposa del Jefe del Estado, que al igual que su marido reina pero no gobierna, haya expresado su opinión acerca de un asunto que atañe a las libertades de los ciudadanos y que ha sido ya convertido en ley abre una vez más el debate sobre la capacidad de expresión de los reyes y su papel en la política nacional. Más allá de la valoración concreta que pueda tener cada ciudadano sobre la opinión de la monarca en relación con los matrimonios homosexuales, lo que levanta suspicacias es la misma expresión de un pensamiento 'real': al fin y al cabo si hubiera dicho lo contrario también habría sido criticada.