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La vida loca de la baronesa Thyssen
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La vida loca de la baronesa Thyssen

Hay fotos que pasan a la historia, como aquel beso en París de Robert Doisneau, el fotograma de La tentación vive arriba de Marilyn Monroe sujetando

Foto: La vida loca de la baronesa Thyssen
La vida loca de la baronesa Thyssen

Hay fotos que pasan a la historia, como aquel beso en París de Robert Doisneau, el fotograma de La tentación vive arriba de Marilyn Monroe sujetando su vestido para no dejar ver más de lo necesario o Demi Moore mostrando su embarazo para el objetivo de Annie Leibovitz. La instantánea tomada por el sin par Helmut Newton a los barones Thyssen que ahora rescata Vanity Fair para su portada apunta a convertirse en una de esas imágenes grabadas en la retina.

Newton capturó la fotografía en el año 1989 en la residencia que el barón tiene en Suiza. Villa Favorita se llama ese rincón junto al lago Lugano en el que, años después de la realización de la instantánea, Tita Cervera permitió que se celebrara el bautizo del que es, por el momento, su único nieto: el pequeño Sacha.

Para acompañar a las imágenes que han marcado la vida de la baronesa Thyssen, una entrevista en la que aquella joven que alcanzó la corona de Miss España en 1961 repasa, a sus 65 años, la vida que ha llevado desde que comenzó a ser un personaje público. Comenta la baronesa entre las páginas de la publicación que su vida intensa comenzó cuando se casó con Lex Barker en 1963. Aquella historia rompió moldes. Tita y Baker se conocieron en un avión cuando ella se acercó a pedirle un autógrafo tras su éxito interpretando a Tarzán. Con él estuvo hasta 1965, cuando el actor, con el que residía en Los Ángeles, falleció.

Después vino el playboy venezolano Espartaco Santoni y la etapa más turbulenta de su vida. Tras divorciarse de él y protagonizar un par de películas de la época del destape, en 1980 nace su hijo Borja, cuya paternidad se atribuyó al publicista Manuel Segura y de la que poco se volvió a hablar cuando el barón Hans Heinrich Von Thyssen adoptó a su hijo.

En 1986 se celebró el que era el tercer matrimonio para Tita, el que la unió definitivamente al mundo del arte y que finalizaría en 2002 con la muerte del barón. Comenta la baronesa en la entrevista que “el barón no era ningún mojigato” y añade “ni yo tampoco”. Sostiene que el hombre que posa para Newton al más puro estilo James Bond se reía de las películas del destape que ella había hecho unos años antes de conocerlo.

Afirma Carmen Cervera, a tenor de las intimidades de la familia que circulan por el papel cuché, que si el barón viera lo que está sucediendo con su hijo “le sabría muy mal, porque adoraba a Borja”. Dice que Heini, como ella llamaba cariñosamente a su marido, quería mucho al Borja, hoy casado con Blanca Cuesta, puesto que “es el hijo que vio crecer durante más tiempo”.

Pero a penas habla sobre el enfrentamiento con su nuera, de quien dice que “mi vida y la de Blanca no se parecen en nada” y concluye “no tiene nada que ver conmigo”. No entra en conflictos con la actual mujer de su hijo, a pesar de que la situación es inestable. Sin embargo, no es el único frente que Tita parece tener abierto. Su hijastra Francesca tampoco parece estar a partir de un piñón con la baronesa. Así, afirma que prefiere callar “porque no quiero dañar más la imagen de Tita. Ella ya se está encargando de esto personalmente”, excusa para no participar en el reportaje.

Así, Vanity Fair ofrece un perfil de Carmen Cervera que parte de su propia visión y del repaso que ella misma hace a determinados pasajes de su vida, ahora centrada en las colecciones de arte legadas por su esposo y sus dos hijas gemelas, nacidas de una madre de alquiler estadounidense.

Sin embargo, hay quien opina que esta mujer, que no rechaza la llegada de un nuevo amor, “está más sola de lo que debiera”. Eso es lo que cree el doctor Tapia, un cirujano plástico que se ha convertido con el paso de los años en un buen amigo de la familia. El doctor afirma que “ojalá encontrase a alguien de su nivel intelectual”, ya que considera que quizá la baronesa necesite “a alguien a su lado”. Por el momento ella se queda con sus pequeñas, de dos años y medio, con su museo y con la paleta y los pinceles.

Hay fotos que pasan a la historia, como aquel beso en París de Robert Doisneau, el fotograma de La tentación vive arriba de Marilyn Monroe sujetando su vestido para no dejar ver más de lo necesario o Demi Moore mostrando su embarazo para el objetivo de Annie Leibovitz. La instantánea tomada por el sin par Helmut Newton a los barones Thyssen que ahora rescata Vanity Fair para su portada apunta a convertirse en una de esas imágenes grabadas en la retina.