Pitingo: "Soy el anticristo del flamenco"
Antonio Manuel Álvarez Vélez, conocido como Pitingo, es un punto y aparte dentro del mundo del flamenco. Tanto, que trae a los puristas por el camino de
Antonio Manuel Álvarez Vélez, conocido como Pitingo, es un punto y aparte dentro del mundo del flamenco. Tanto, que trae a los puristas por el camino de la amargura. “Soy el anticristo del flamenco”, dice." ¿Cuándo se ha visto que un flamenco cante éxitos de Julio Iglesias y de Nirvana en el mismo concierto?" El lo hace con sentido, destila arte por todos los poros. Nada de rumbitas facilonas para turistas. Lo suyo viene de atrás, de su Ayamonte natal, de su madre gitana, Francisca, "guapísima, un tipazo de mujer".
Ahora, y en plena gira, pondrá el broche de oro a la gala benéfica en favor de la Fundación Leucemia y Linfoma que se celebra el 18 de junio en el Museo del Traje. No es la primera vez que el cantante se muestra solidario: “He hecho cosas contra el maltrato a las mujeres en colaboración con otros artistas; ahora preparo unos videos contra el maltrato a los galgos. Siempre que puedo, y debo poder mucho más, me pierdo con los desfavorecidos. Hace unos días estaba en el Ramón y Cajal visitando a un amigo y me bajé a oncología infantil para firmar autógrafos a los niños”.
Aflamanqueas Nirvana y Roberta Flack. ¿Qué dicen los puristas?
Yo voy con mucho cuidado, y pensando muy bien cada paso que doy. No me quiero salir del flamenco, porque me considero una persona flamenca, pero me he tirado mucho tiempo cantando flamenco ‘p’atrás’, sota, caballo y rey. En su momento estuvo bien, pero yo quiero más. Sí, desde luego que se puede aflamencar todo tipo de género, lo estoy demostrando.
Una pregunta de profana. ¿Qué es cantar para atrás?
Cuando cantas en el cuadro que acompaña a un bailaor o un cantaor principal. Se aprende mucho ahí. No es un tópico, es real.
Pero tu ya cantas como figura hace tiempo...
Cuando empecé a cantar ‘p’alante’ (como figura) hice flamenco puro: soleá, malagueña, seguidillas... sin moverme ni esto, porque quería demostrar que sabía cantar lo clásico. Y una vez que di la vuelta al ruedo, dije: “Ahora voy a dar la sorpresa”. Algunos no se lo han tomado muy bien. Tiene que haber de todo. Pero la vida ha cambiado. Avanza la música y avanza todo. Y el verdadero artista tiene que estar un poco inquieto con todo lo que pasa y tirar ‘p’alante’…
Te gusta mucho la música americana...
Me gusta y la he estudiado, la conozco bien. Con 13 años me metí en un grupo de góspel, y recibí todo el soul, Aretha Franklin… la primera que me impactó fue Whitney Houston, el color de voz de ella, y todavía me impresiona. Y después, Louis Armstrong, Marvin Gaye, Chaka Khan… Siempre me ha gustado el góspel, que es música de iglesia... Y yo veía “coño, tengo facilidad para hacer todos los giros esos, esa forma de modular, hacer armonías con muchos coros”. Todos los coros de Soulería son míos. Aprendí, y luego estudié flamenco, porque para hacerse el más listo, o uno de los más listos, hay que conocer muy bien la base que tienes.
¿Cuál es el sello personal de Pitingo?
Me gusta mucho cantar a media voz, porque hoy por hoy ya no se trata tanto de volumen. Te haces el mismo o más daño que si estás siempre arriba, y es difícil jugar con la media voz. Otra cosa es el ritmo, pero con eso se nace. Como no tengas ritmo...
Algunos pensarán que no subes más porque no puedes. Una de las críticas es que te falta potencia.
Hay gente que prefiere a los cantaores de potencia, pero yo necesito matices en el cante. Bajar, tirar p’arriba, volver a bajar. Mira a Fosforito. Estuvo tanto tiempo arriba que estropeó la garganta, porque la garganta tiene memoria. Y ahora voy a dar la cara 30 días seguidos... pero yo sé cómo cuidarme la voz. A mi lo que me faltan son veinte centímetros, sólo mido 1,67, eso es todo.
¿Cuáles son tus rituales antes de salir a escena?
Una hora antes, digo a todo el mundo que se vaya del camerino. Me quedo solo, me pongo unos tapones y me pongo a hacer respiración yo solo, para relajarme. Así salgo mucho más tranquilo. Y luego, me santiguo 40 veces. Y siempre uso la misma toallita. Y el pelo no me lo toca nadie, me lo peino yo. Cuando hay que cortar voy a una peluquería de calle, pero no permito que nadie me lo toque cuando voy a actuar.
Tienes compañía de lujo en el escenario. Siempre con Juan Carmona a tu vera, ¿no?
Aunque esté a mi izquierda en el escenario, es mi mano derecha. Si se pone malo Juan... Es el único guitarrista que me ha entendido. Domina el cante clásico, porque ha acompañao hasta a Camarón, y cuando me voy al cante clásico, me sigue al cante clásico. Pero cuando me voy a otra cosa y hago funky, lo hace. O me meto a cantar Georgia, y lo hace. Y está como yo, en tensión: “A ver, qué vamos a hacer”. Luego está el coro de gospel London Community Gospel Choir, otro lujazo.
¿Con qué te vas a atrever ahora?
Vamos a versionar Caruso. Ese es el proyecto, grabar Caruso. Pero, chhhhuuuuu, escríbelo en voz bajita, que todavía no se sabe por ahí. También vamos a grabar villancicos, a ver cómo salen.
En cuestiones de imagen, tampoco eres muy convencional que se diga...
Antes tenía el pelo por la cintura, porque yo quería demostrar que era muy flamenco, pero tenía problemas hasta parar un taxi. Pero desde que me lo corté ya nunca más he vuelto a dejarlo crecer.
¿Qué tienen en común Stevie Wonder y Pepe Marchena?
Los dos dan unos giros a la voz que no son naturales. La voz de Stevie Wonder no es natural, y Marchena es de los únicos cantantes que tienen la octava (bajar medio tono) por abajo y por arriba. Yo he aprendido mucho de los dos.
¿En qué lugares del mundo has cantado?
En Chicago hice la primera gala fuera de España, la primera fuerte. Cuando vi que allí había 5.000 personas, me asusté. Tenía un vaso de agua, y aunque lo intentaba, nunca conseguía llevármelo a la boca, de lo que me temblaba el pulso. Lo tenía que dejar otra vez en el suelo. No pude beber en todo el concierto. Después he cantado hasta en Argel, en Pekín... por todo el mundo. Pisaré lo que me queda con mis próximas proyectos.
¿A quién se le ocurrió meter Gwendolyne en el repertorio de Soulería?
Nos lo pidió Guillermo Fesser para la banda sonora de su película 'Cándida'. Lo típico hubiera sido hacer una rumba, pero hubiera sido muy ‘lolailo’, y yo busqué mantener ese rollo romántico que tenía la canción.
El 'Killing me softly' fue idea tuya?
Si, ésa y el 'Don’t worry, be happy', de Bobby McFerrin.
¿No tienes miedo a convertirte en un producto de moda?
No creo que eso pudiera pasarme. Quiero dar en cada disco algo diferente. Mañana pienso grabar ópera, y me voy a meter con músicas del mundo. Yo no voy a quedarme en una cosa, porque mi personalidad no me lo va a permitir. Me pasa lo mismo con el flamenco, que aprendí en un año una barbaridad de las ganas que tenía, luego me puse a tocar la guitarra. Sigo estudiando.
¿Es fácil escuchar buen flamenco fuera de Andalucía?
A mí me gusta cantar de Madrid para arriba, porque como es menos común, lo admiran mucho más. Pero hay muy buen flamenco en muchos sitios. El ambiente es el que está un poco más rarillo. Ahora, a veces estás en una juerga, y parece que algunos te miran mal, y te tienes que ir. No es como cuando yo iba a todos los tablaos, que éramos más compañeros.
¿Bailas, Pitingo?
No voy a decir que sea un fenómeno. Pero dar una patadita y tener un movimiento flamenco, sí. Y contigo, cuando quieras.
Yo, tranquilamente, me dejaría llevar.
Antonio Manuel Álvarez Vélez, conocido como Pitingo, es un punto y aparte dentro del mundo del flamenco. Tanto, que trae a los puristas por el camino de la amargura. “Soy el anticristo del flamenco”, dice." ¿Cuándo se ha visto que un flamenco cante éxitos de Julio Iglesias y de Nirvana en el mismo concierto?" El lo hace con sentido, destila arte por todos los poros. Nada de rumbitas facilonas para turistas. Lo suyo viene de atrás, de su Ayamonte natal, de su madre gitana, Francisca, "guapísima, un tipazo de mujer".