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Descubriendo a Santiago Bandrés
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Descubriendo a Santiago Bandrés

Sus tocados y sombreros, de una arquitectura precisa y fluida, son el sello de una personalidad que, basada en el buen gusto y el sibaritismo de

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Descubriendo a Santiago Bandrés

Sus tocados y sombreros, de una arquitectura precisa y fluida, son el sello de una personalidad que, basada en el buen gusto y el sibaritismo de un sastre de antaño, ha conseguido infundir su pasión y buen hacer a quien se acerca por su atelier. Desde hace muchos años concede audiencia en Madrid. No parece un soberano al uso aunque su corte es amplia. Desde Eugenia Silva, Arancha del Sol, Antonia San Juan o Marta Sánchez a cualquier ‘súbdito’ con sed de un capricho.
 
La determinación por la moda de Santiago Bandrés (Palencia, 1967) se remonta a sus años mozos, cuando descubrió el mundo de la alta costura de la mano de su madre. Un descubrimiento precoz que ha marcado su vida desde que decidió dar carpetazo a sus estudios de Empresariales y puso rumbo al sueño de crear. Crear con las manos y una aguja. Todo aderezado con el interés por el detalle exhaustivo, intacto a pesar de los tiempos de vacas flacas y la presión por la rutina de la cotidianeidad.
 
La actividad empresarial de este consolidado diseñador ha sido trepidante desde sus inicios. Incluso, Nueva York fue testigo de su incansable búsqueda. Ahora, su proyecto más inminente es volver a abrir una casa de costura y vestir a Penélope Cruz. Algo que de ocurrir no sorprendería debido a su trayectoria profesional. Fue el propio Santiago Bandrés uno de los primeros en confiar en la modelo Eugenia Silva, ahora una de las top más cotizadas. Su currículum profesional se completa con colaboraciones con diseñadores de la talla de Elio Berhanyer, Ágatha Ruiz de la Prada o Devota & Lomba. Un ejemplo de profesionalidad y clases magistrales de mimetismo. 

Su condición de viajero incansable es un valor añadido en sus creaciones debido a la cuidada selección de las telas. Lanas de Béjar e Italia o tejidos de Asia, Italia o Francia. Los sombreros y tocados, que abanderan sus últimas creaciones, también se moldean con el ingenio y la calidad de tules, rafias y plumas. El leit motiv: conseguir un total look para rentabilizar las características particulares de cada cliente.
 
Santiago Bandrés recrea en su pequeño estudio de Príncipe de Vergara la magia de la moda. Cercano a la evocación de los palacios donde se conjuga pasado, presente y futuro, su atelier es el bastión del poder de la madre de la costura.
 

Sus tocados y sombreros, de una arquitectura precisa y fluida, son el sello de una personalidad que, basada en el buen gusto y el sibaritismo de un sastre de antaño, ha conseguido infundir su pasión y buen hacer a quien se acerca por su atelier. Desde hace muchos años concede audiencia en Madrid. No parece un soberano al uso aunque su corte es amplia. Desde Eugenia Silva, Arancha del Sol, Antonia San Juan o Marta Sánchez a cualquier ‘súbdito’ con sed de un capricho.
 
La determinación por la moda de Santiago Bandrés (Palencia, 1967) se remonta a sus años mozos, cuando descubrió el mundo de la alta costura de la mano de su madre. Un descubrimiento precoz que ha marcado su vida desde que decidió dar carpetazo a sus estudios de Empresariales y puso rumbo al sueño de crear. Crear con las manos y una aguja. Todo aderezado con el interés por el detalle exhaustivo, intacto a pesar de los tiempos de vacas flacas y la presión por la rutina de la cotidianeidad.
 
La actividad empresarial de este consolidado diseñador ha sido trepidante desde sus inicios. Incluso, Nueva York fue testigo de su incansable búsqueda. Ahora, su proyecto más inminente es volver a abrir una casa de costura y vestir a Penélope Cruz. Algo que de ocurrir no sorprendería debido a su trayectoria profesional. Fue el propio Santiago Bandrés uno de los primeros en confiar en la modelo Eugenia Silva, ahora una de las top más cotizadas. Su currículum profesional se completa con colaboraciones con diseñadores de la talla de Elio Berhanyer, Ágatha Ruiz de la Prada o Devota & Lomba. Un ejemplo de profesionalidad y clases magistrales de mimetismo.