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El divorcio del cerebro de Gescartera
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El divorcio del cerebro de Gescartera

Hasta que no saltó el escándalo financiero Gescartera en el 2001, cuyo dueño, Antonio Camacho, fue condenado el 27 de marzo a once años de prisión 

Foto: El divorcio del cerebro de Gescartera
El divorcio del cerebro de Gescartera

Hasta que no saltó el escándalo financiero Gescartera en el 2001, cuyo dueño, Antonio Camacho, fue condenado el 27 de marzo a once años de prisión  por apropiación indebida y falsedad documental, poco o nada se sabía de él.  A raíz de la estafa de esta sociedad de valores, de la que desaparecieron  87,99 millones de euros, se descubrió que el cabecilla de la trama llevaba un tren de vida de megamillonario excéntrico y dilapidador, como se publicó en varios medios.

En los años de lujo, brillo y esplendor tenía dos Jaguar, dos todoterrenos, un Mini, un casoplón en La Moraleja, varios pisos en Madrid, ocho escoltas en horario continuo, dos chóferes y  gastos de “bolsillo” de 60.000 euros mensuales, además de otras necesidades más íntimas, que pagaba a golpe de Visa. Tras el juicio, ingresó en la prisión de Soto del Real y más tarde le trasladaron al Centro Penitenciario Madrid VI en Aranjuez.

Ocho años después de que se descubriera la estafa, el abogado defensor de Camacho ha confirmado “la existencia de vulneración de los derechos fundamentales, por un proceso celebrado sin las debidas garantías. No son suficientes las pruebas que demuestren que existió un plan preconcebido para hacer desaparecer el dinero de Gescartera” y pedía al Tribunal Supremo la puesta en libertad "inmediata" de su defendido, así como su libre absolución.

Puede ser que esta petición tenga que ver con su actual situación personal y su segundo divorcio. Antes de que le pillaran con el carrito del helado, Camacho tenía intención de casarse con Laura García Morey (en la imagen inferior), hija de Jaime, el cantante que triunfó en los sesenta en una ostentosa boda multitudinaria con invitados postineros, entre ellos Manuel Chaves, Pilar Valiente, en aquel momento presidenta de la CNMV, o Rouco Varela, en Cuenca. Hubo que retrasarla por cuestiones obvias, y más tarde su enlace fue de perfil bajo en Boadilla del Monte, donde se había comprado otra casa.

Como suele ocurrir, mientras son poderosos, tienen dinero e invitan, los amigos crecen como setas. Cuando caen, la cosa cambia y el bodón se convirtió en bodorrio.

Para Camacho era su segundo matrimonio, mientras que la hija de Morey llegaba soltera al altar. Economista, entró como becaria con 22 años en la empresa del que después sería su marido.

La pareja tiene dos niñas y ha durado lo justo, teniendo en cuenta que han compartido muy poca vida conyugal. Ahora, coincidiendo con la petición de libertad, le llega el divorcio.

Parece que Laura ya ha rehecho su vida con un antiguo novio de una de las hijas de Frade, el ex marido airado de Norma Duval. Por parte de Camacho, se desconoce su actual situación sentimental. Pero dado su curriculum amoroso, seguramente ya tiene también repuesto. 

Hasta que no saltó el escándalo financiero Gescartera en el 2001, cuyo dueño, Antonio Camacho, fue condenado el 27 de marzo a once años de prisión  por apropiación indebida y falsedad documental, poco o nada se sabía de él.  A raíz de la estafa de esta sociedad de valores, de la que desaparecieron  87,99 millones de euros, se descubrió que el cabecilla de la trama llevaba un tren de vida de megamillonario excéntrico y dilapidador, como se publicó en varios medios.