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Cuatro adversarias y sin embargo amigas
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Cuatro adversarias y sin embargo amigas

Fuentetaja fue durante el franquismo un reducto de libertad. Una tienda en la calle San Bernardo de Madrid que tenía doble fondo. De cara al público

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Cuatro adversarias y sin embargo amigas

Fuentetaja fue durante el franquismo un reducto de libertad. Una tienda en la calle San Bernardo de Madrid que tenía doble fondo. De cara al público se vendía lo habitual en este tipo de establecimientos como novelas, revistas, volúmenes de consulta de cualquier materia… Detrás, en la trastienda, la vida prohibida donde se reunían los líderes de partidos políticos ilegales, se guardaba panfletos y material subversivo. Allí estaban por supuesto, todos los libros no permitidos que llegaban de México, Buenos Aires y Paris y casettes con los conciertos de Llach, Raimon o Moustaki que la autoridad competente tampoco permitan su distribución.

Esta librería tan emblemática volvió a reunir el martes  a muchos de lo que en su día entraban por la trastienda como Raúl del Pozo, Paca Sauquillo, Amalia Sampedro, Celia Villalobos, Carmen Alborch, Miguel Larrea, Carmentxu Marin y muchos otros que desconocían el historial del lugar sencillamente por edad, como la portavoz del PP en el Congreso Soraya Saez de Santamaría. (Ver álbum)

El caso es que esta vez también parecía una reunión clandestina o, en su defecto, un conclave  con mucho morbo. ¿Qué hacían entrando, una a una, Ana Rosa Quintana, Susana Griso, Concha García Campoy y Mariló Montero, las protagonistas televisas de la mañana en un lugar como ese?. La respuesta no estaba en el viento como decía Bob Dylan, sino en una relación afectiva de las cuatro con Rosa Villacastín.

Esa noche presentaba su libro Si a los 60 no te duele nada es que estás muerta (Temas de Hoy) en una convocatoria multitudinaria donde la mezcla de invitados resultaba también atípica aunque con el denominador común de la amistad.

La princesa de Orleáns, Lita Trujillo, tapada hasta las cejas pero con zapatos de última generación que dejaban los pies al aire, María Zurita, lo mejor de la familia Borbón, Begoña y Pedro Trapote, Manuel Francisco Reina cuyo libro de copla va ya por la segunda edición, Ana García Lozano, Iñi San Eduardo, Cristina Lasvignes, Javier de Montini y muchos más que disfrutaron con el encuentro generacional y sobre todo con el duelo dialéctico de las cuatro estrellas televisivas que demostraron, primero que se habían leído el libro (algo que no suele ser habitual), y segundo y lo principal: que la amistad no entiende de shares

Fuentetaja fue durante el franquismo un reducto de libertad. Una tienda en la calle San Bernardo de Madrid que tenía doble fondo. De cara al público se vendía lo habitual en este tipo de establecimientos como novelas, revistas, volúmenes de consulta de cualquier materia… Detrás, en la trastienda, la vida prohibida donde se reunían los líderes de partidos políticos ilegales, se guardaba panfletos y material subversivo. Allí estaban por supuesto, todos los libros no permitidos que llegaban de México, Buenos Aires y Paris y casettes con los conciertos de Llach, Raimon o Moustaki que la autoridad competente tampoco permitan su distribución.