Maria Pineda: "La muerte de Carla me está ayudando a vivir"
María Pineda y Carla Duval, además de ser muy amigas, habían compartido sueños, esperanzas y también muchas risas, porque ambas mantenían un sentido del humor a
María Pineda y Carla Duval, además de ser muy amigas, habían compartido sueños, esperanzas y también muchas risas, porque ambas mantenían un sentido del humor a prueba de bomba, a pesar de las sesiones de quimioterapia, algo que las dejaba fuera de juego. Las dos pasaron parte del mes de septiembre en Alemania, en una clínica donde se sometieron a un tratamiento alternativo que, precisamente, le habían recomendado a María.
A ella le dio un buen resultado y su calidad de vida mejoró. En el caso de Carla, su destino no quiso darle otra oportunidad y desgraciadamente falleció la madrugada del domingo pasado. Cuando regresaron a Madrid, las amigas retornaron a la rutina. Se llamaban por teléfono y se reían por cualquier cosa. El ánimo no abandonó a ninguna de las dos. La última semana, cuando ya en el recorrido vital de la actriz no había futuro, su amiga aún confiaba en que los milagros existen.
A ella no le habían dicho de la gravedad de la situación y el sábado estuvo toda la tarde intranquila. “Sé que va a pasar algo”, le decía a sus íntimos, sin saber que horas después Carla Duval fallecería en el hospital La Paz, donde permanecía ingresada desde hacía quince días. Lo más triste es que María se enteró por la televisión del estado de su amiga y se puso a rezar.
“Es una mujer muy creyente. El día del entierro se quedó en casa y mientras enterraban a Carla en el cementerio ella puso unas velas y rezó un rosario”, cuentan sus íntimos, que no la dejan sola ni un momento, aunque aseguran que “es una mujer muy fuerte, por dentro y por fuera”. Y como sucede con las personas que tienen fe, la muerte de Carla ha sido un punto de inflexión.
“Esta desolada y tristísima pero, poco a poco, procura remontar el dolor. Hoy por fin ha salido a la calle a comer”, explica su gran amigo Rubén Domínguez. “Carla es un ángel. Mi ángel. Me está ayudando a vivir. Me cuida desde el cielo”, dice María a Vanitatis, confiada y ya más serena que cuando acudió al tanatorio. Allí quiso estar a solas durante diez minutos con su amiga y compañera de lucha.
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