Conmoción en la aristocracia española por la trágica muerte del marqués de Távara

La aristocracia andaluza, que se repartió este sábado en dos bodas celebradas en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y Écija (Sevilla), no se lo podía creer. El domingo por la noche recibieron con consternación la noticia de la muerte de tres de Iñigo de Arteaga, marqués de Távara, Gonzalo Lapique, primo de Cari Lapique y la joven de veintiún años María África de la Calle del Cubillo, cuyo tío se unía en matrimonio horas antes. Los tres viajaban en una avioneta que pilotaba el propio Arteaga y que se estrelló en la finca Cabrahigos, perteneciente a la localidad de San Pablo de los Montes (Toledo), por causas que aún se desconocen.

El avión tenía como destino el aeródromo de Casarrubios del Monte (Toledo), donde  Arteaga guarda habitualmente su aeronave y donde deja siempre su coche, con el que tenía previsto volver a Madrid, donde reside, con los dos amigos. No pudo ser y parece que las malas condiciones climatológicas fueron determinantes, ya que Arteaga era, según han comentado a Vanitatis fuentes de su entorno, “un piloto experimentado y con muchas horas de vuelo. Acababa de cambiar la avioneta antigua por una nueva y estaba encantado con el nuevo aparato. Volar era su pasión”.

El marqués de Távara era hijo de Iñigo de Arteaga, XIX duque del Infantado y marqués de Santillana, y de Almudena del Alcázar. Se dio la circunstancia de que la madre se encontraba de viaje en África colaborando con una ONG y el lunes por la mañana aún no sabía que su hijo había fallecido. En el caso de la joven que le acompañaba, María África de la Calle del Cubillo, su familia tampoco tenía conocimiento de que se trasladaba a Madrid en la avioneta de su amigo, ya que parece que fue una decisión de última hora, según narran a Vanitatis amigos de los fallecidos. África, que estudiaba ICADE, tenía billete de vuelta en el AVE y, por esta razón, en un principio se pensaba que solo viajaban dos personas en el aparato, el piloto y Gonzalo Lapique, primo hermano de Cari, que además de amigos íntimos eran socios en temas inmobiliarios.

La avioneta despegó de la finca que el duque del Infantado, padre de Iñigo, tiene en Sevilla, donde habían comido todos juntos. Una vez cumplidos los protocolos necesarios para el vuelo, el avión despegó con su tripulación sobre las cuatro de la tarde. Una hora y media después sufrían el trágico accidente en una zona situada en la ladera de una colina, que ha hecho mucho más complicado el rescate de los cuerpos. Tanto es así que se deberá practicar la prueba del ADN para determinar la identidad de cada uno de los pasajeros.

Un noble comprometido con la causa

Íñigo de Arteaga, marques de Távara, conde de Saldaña y de Corres, era el segundo de cinco hermanos, entre ellos la escritora Almudena de Arteaga, marquesa de Cea y futura duquesa del Infantado, por ser la primogénita tras la aprobación de la Ley 33/2006, de 30 de octubre, sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión. En este caso no hubo desencuentros afectivos y siempre se han llevado muy bien. En lo único que discrepaba Íñigo con la nueva ordenación legal era en que no debía ser con carácter retroactivo. Es decir, que luchó por su título.

Era un hombre comprometido con los títulos y honores de su familia hasta tal punto que en ocasiones manifestó en público ser contrario a los guiones de la serie de TVE Águila Roja, pues mantenía que su antepasada la marquesa de Santillana no tenía el perfil malvado de la serie. En menor medida que su hermana la escritora, Íñigo era un estudioso del legado histórico y se encargaba de gestionar el patrimonio familiar.

No estaba casado ni comprometido y fue novio durante muchos años de María León, directora de Comunicación de la firma Pedro del Hierro y ex de José María Aznar Jr., que se encuentra muy afectada. También se le relacionó sentimentalmente con la modelo Eugenia Silva.