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La economista que se dejó conquistar por Darío Barrio con "un gin-tonic y labia"
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LLORA LA MUERTE DEL PADRE DE SUS HIJOS

La economista que se dejó conquistar por Darío Barrio con "un gin-tonic y labia"

Darío Barrio e Itziar Ortega se separaron hace casi dos años. Fue de forma civilizada. De hecho, "se llevaban muy bien y tenían una amistad muy grande"

Foto: Itziar Ortega junto a su exmarido, el cocinero Darío Barrio, en una imagen de archivo (Gtres)
Itziar Ortega junto a su exmarido, el cocinero Darío Barrio, en una imagen de archivo (Gtres)

Estaban separados desde mediados de 2013, pero a Itziar Ortega se le rompió el corazón al enterarse de la muerte de su exmarido. Darío Barrio y la madre de sus dos hijos seguían siendo socios en el restaurante Dassa Bassa. Además, seguían siendo amigos. Su ruptura fue muy civilizada, no quisieron que afectara más de lo necesario a sus niños, Telmo y Lucas, de siete y cinco años. Tras la separación, Itziar, a la que los íntimos califican como “una mujer simpática, alegre y muy preparada para los números y llevar las cuentas”, dejó su puesto de sumiller y jefe de sala en el local para pasar a temas administrativos.

Por eso, es ella la que se ha ocupado de todos los trámites funerarios, desde el traslado del cuerpo, a la elección del tanatorio o los papeles necesarios para el entierro. Los pocos amigos y familiares que la vieron en el madrileño tanatorio de La Paz este domingo aseguran que “está destrozada, hundida… Quería mucho a su exmarido. Se llevaban muy bien y tenían una amistad muy grande. Se separaron por culpa de diferencias irreconciliables, pero la amistad no se apagó nunca. El sufrimiento es doble, por ella y por sus hijos. Telmo y Lucas también se encuentran muy afectados, es difícil para ellos entender que no volverán a ver a su padre”, asegura a Vanitatis una persona muy cercana a Itziar.

La pareja se conoció hace dieciocho años por mediación de unos amigos comunes y estuvieron casados casi diez. “A Darío le gustaba presumir de que conquistó a Itziar preparándole un gin-tonic personalizado y con mucha labia”, señala esta misma fuente. Itziar es una gran experta en vinos y “nunca le ha interesado meterse en la cocina. Era Darío quien era feliz entre fogones, tanto en casa como en el restaurante”, indica otra persona cercana a la pareja. Ella misma reconocía en una entrevista que, “a veces, cuando abro el frigorífico, donde yo no veo nada, Darío ve la cena”.

Itziar es más de “ciencias”, tiene la licenciatura en Económicas por la Universidad Carlos III de Madrid, aunque también la de Historia del Arte por la Autónoma de esta misma ciudad. Pero lo suyo es gestionar, administrar un negocio gastronómico que se ha convertido, desde que abrió en el 2004, en uno de los restaurantes españoles más famosos de la capital.

Esun proyecto personal y familiar, en el que ella, al igual que ocurrió hasta la semana pasada con Barrio, forma parte activa. Sus hermanos, Héctor (arquitecto) y Silka (decoradora), hicieron posible en 2004 la transformación de una carbonería del siglo XIX en un modernísimo espacio gastronómico.

Los bienes de Darío los heredarán sus hijos, pero es de suponer que será la madre la que continuará gestionando el Dassa Bassa hasta que Telmo y Lucas alcancen la mayoría de edad y su progenitora vea si los niños optan por seguir la profesión de su padre. Fuentes consultadas por Vanitatis no tienen “intención de cerrar el restaurante”.

Itziar Ortega es también una apasionada del ballet clásico, nada que ver con los hobbies extremos de su ex, que se decantaba más por el riesgo más peligroso (lo que le ha llevado a la muerte) que por una velada disfrutando de El lago de los cisnes, una de las piezas favoritas de la madre de sus hijos. Itziar le pidió muchas veces que se olvidara de los deportes de riesgo, pero él tenía tanta pasión por ellos que nunca dio su brazo a torcer.

Estaban separados desde mediados de 2013, pero a Itziar Ortega se le rompió el corazón al enterarse de la muerte de su exmarido. Darío Barrio y la madre de sus dos hijos seguían siendo socios en el restaurante Dassa Bassa. Además, seguían siendo amigos. Su ruptura fue muy civilizada, no quisieron que afectara más de lo necesario a sus niños, Telmo y Lucas, de siete y cinco años. Tras la separación, Itziar, a la que los íntimos califican como “una mujer simpática, alegre y muy preparada para los números y llevar las cuentas”, dejó su puesto de sumiller y jefe de sala en el local para pasar a temas administrativos.

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