Los Ballesteros, una familia rota cinco años después de la muerte de Severiano
La lucha familiar por el control de la fundación que lleva el nombre del golfista y que conducía hasta 2013 su sobrino Iván provocó un cisma que los separó
Un lustro. Ese es el tiempo que ha pasado ya desde que Severiano Ballesteros, uno de los grandes del golf mundial, se fuese para siempre con tan solo 54 años. Falleció un 7 de mayo de 2011 y sus últimos años de vida fueron un cúmulo de desgracias. Así se podrían calificar también las trifulcas que, apenas un año después de su fallecimiento, dividieron a dos facciones de su familia a causa de la herencia. De un lado, sus hermanos y sobrino. De otro, sus propios hijos. La lucha por el control de la fundación que lleva el nombre del golfista y que conducía hasta 2013 su sobrino Iván fue la semilla de la discordia. El propio Severiano dispuso, poco antes de morir, que la organización fuese la que administrase y explotase sus derechos de imagen, que a día de hoy siguen generando una buena cantidad de dinero. Los hijos del deportista, en desacuerdo con tal decisión, acabaron impugnando el testamento con la intención de gestionar ellos mismos el nombre de su padre.
La sangre nunca llegó al río. Finalmente se llegó a un acuerdo con el fin de evitar los tribunales, pero en los últimos tiempos la relación entre las partes enfrentadas es prácticamente inexistente. Con respecto a la fundación de la discordia, su presidente es ahora Javier Ballesteros Botín con el apoyo de sus hermanos, Miguel y Carmen. El primo Iván, por su parte, parece no querer saber nada de la misma desde que se desvinculó de ella. Así lo confirman a Vanitatis fuentes de la propia fundación: "No, él ya no tiene nada que ver con esto desde hace tres años". Su nombre solo aparece unido al de su tío de manera tangencial en torneos como el Royal Trophy, que fue creado por él.
Fue en febrero de 2013 cuando pareció enterrarse el hacha de la guerra familiar. Ese fue el mes en el que los herederos legítimos de Severiano (los tres hijos del golfista y su sobrino Iván) hicieron un trato de manera extrajudicial. El sobrino salió voluntariamente de la fundación que lleva el nombre de su tío y que había sido creada sin ánimo de lucro en junio de 2009. Tras el acuerdo firmado ante notario entre ambas partes, Iván Ballesteros comunicó que sus atribuciones en la fundación serían asumidas, a partir de ese instante, por los hijos legítimos de Seve Ballesteros (Javier, Miguel y Carmen) y de Carmen Botín, exmujer del golfista cántabro e hija de Emilio Botín, el también fallecido presidente del Banco de Santander.
Iván Ballesteros trabajó durante 15 años en las empresas gestionadas por la familia Ballesteros, en la organización de torneos profesionales y de diseño de campos de golf. Sin embargo, en este aspecto relativo a la última voluntad del golfista, acabó cediendo ante sus primos, desvinculándose de la fundación y asegurando que cerraba “una fase” de su vida profesional. “Debo bastante de lo que soy a Seve y él estará continuamente presente en mi vida, no solo como el tío y jefe que fue, sino sobre todo como un gran amigo y compañero”. El propio Severiano ya había intuido, cuando supo que su mal era irreversible y que la muerte podía alcanzarle, que sus tres vástagos y su sobrino vivirían conflictos con respecto al control de la fundación que gestiona sus derechos de imagen y que solo constituía un 10% del total de la herencia. El otro 90% lo heredaron sus hijos. Durante años, el golfista depositó una gran confianza en su sobrino, que además fue su paño de lágrimas en la dura época en la que vivió, casi seguidos, la muerte de su pareja en accidente de tráfico (2007) y el terrible diagnóstico de un tumor cerebral (2008).
Últimos años muy difíciles
Incluso aquellos que lo rodeaban admiten que los últimos años de vida de Severiano Ballesteros fueron un continuo 'vía crucis' que él llevó lo mejor que pudo. La que había sido su novia tras su separación, Fátima Galarza, falleció en 2007 con tan solo 29 años, cuando el turismo que conducía ignoró la señal de 'stop' de un cruce y chocó frontolateralmente con otro vehículo. Los rumores sobre la depresión que el deportista sufrió a raíz del terrible siniesto fueron continuos y para muchos se confirmaron cuando, poco tiempo después, él se retiró del golf de manera oficial. Un año después, Seve sufría un mareo en el aeropuerto de Barajas y le era diagnosticado un tumor cerebral. “Durante toda mi carrera he sido uno de los mejores salvando obstáculos en los campos de golf. Y ahora quiero ser el mejor, afrontando el partido más difícil de mi vida, con todas mis fuerzas”, dijo él en el comunicado enviado a través de la agencia Efe.
Tras pasar cuatro veces por el quirófano, la condición neuronal de Severiano fue empeorando progresivamente hasta tal punto que el propio Rey Don Juan Carlos, durante la celebración del Día de las Fuerzas Armadas de 2009, a las que acudió, le dijo: “Eres un ejemplo, Severiano”. Sometido a continuo tratamiento, decidió constituir la fundación que con el tiempo acabaría siendo objeto de las trifulcas entre su familia. En la madrugada del 7 de mayo de 2011 falleció con 54 años.
De su familia, el jovencísimo Javier Ballesteros, presidente de la fundación de la discordia, es el único que ha seguido sus pasos profesionales. Licenciado en Derecho, a sus 25 años ha decidido dedicar su vida al golf y no a los despachos propios de su titulación. “Lo que hizo mi padre fue algo muy grande, pero para mí no es un lastre ni una maleta muy pesada de soportar”, declaraba hace un año a 'XL Semanal'. Lo que sí parece ser un lastre es la relación de él mismo y sus hermanos con su primo y su tío, que por ahora sigue estando en punto muerto.
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Un lustro. Ese es el tiempo que ha pasado ya desde que Severiano Ballesteros, uno de los grandes del golf mundial, se fuese para siempre con tan solo 54 años. Falleció un 7 de mayo de 2011 y sus últimos años de vida fueron un cúmulo de desgracias. Así se podrían calificar también las trifulcas que, apenas un año después de su fallecimiento, dividieron a dos facciones de su familia a causa de la herencia. De un lado, sus hermanos y sobrino. De otro, sus propios hijos. La lucha por el control de la fundación que lleva el nombre del golfista y que conducía hasta 2013 su sobrino Iván fue la semilla de la discordia. El propio Severiano dispuso, poco antes de morir, que la organización fuese la que administrase y explotase sus derechos de imagen, que a día de hoy siguen generando una buena cantidad de dinero. Los hijos del deportista, en desacuerdo con tal decisión, acabaron impugnando el testamento con la intención de gestionar ellos mismos el nombre de su padre.