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La viuda 'mallorquina' del millonario Dragan le gana la batalla al ‘bastardo’
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CONFLICTO JUDICIAL POR LA HERENCIA

La viuda 'mallorquina' del millonario Dragan le gana la batalla al ‘bastardo’

La Audiencia de Palma da la razón a Verónica Gusa y considera que la herencia del millonario rumano deben decidirla los tribunales griegos

Foto: Verónica Gusa
Verónica Gusa

Dicen que cuando Constantin Dragan y Verónica Gusa unieron en 1995 sus vidas en matrimonio muchos fruncieron el ceño. No podían entender cómo la única hija del general Stefan Gusa, exjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rumanía, con una fortuna estimada en 700 millones de euros, podía casarse con un señor de 78 años aunque fuera el fundador del grupo Butan Gas y un prestigioso hombre de negocios de su país con fama en Grecia e Italia.

Verónica, de 22 años, no era una joven millonaria y caprichosa dedicada a despilfarrar su tiempo y fortuna de fiesta en fiesta. A pesar de tenerlo todo, sus padres la educaron con disciplina. Ella misma ha reconocido en alguna entrevista el cariño y admiración que siente por su padre y el papel que tuvo a la hora de forjar su carácter. Se graduó en Derecho y comenzó a trabajar pronto. Discreta, inteligente, con instinto empresarial y mano firme cuando era necesario, dicen que es mujer de gustos sencillos, como pasar tiempo con su familia y entre sus aficiones ganan puestos la filatelia, música, fotografía, numismática y la escritura.

Dragan era un hombre hecho a sí mismo. Nació en la localidad rumana de Lugoj fruto del matrimonio de Stephen Dragan (maestro curtidor) y Cornelia Murariu, igual que sus tres hermanos. Se graduó en Derecho en la Universidad de Bucarest y en 1940 se trasladó a Italia gracias a una beca del Instituto Italiano de Cultura, donde terminó Ciencias Políticas y Economía. Allí descubrió el potencial del gas licuado de petróleo, un producto casi desconocido, con el que decidió probar suerte y con el que consiguió sentar las bases de un imperio que dirigía desde Italia y que extendió a Europa y Marruecos.

En2001, Dragan cedió el mando de su empresa a Verónica como presidente ejecutivo de Butan Gas hasta que con su muerte en 2008 su mujer pasa a ser el único accionista del imperio empresarial y una de las mujeres más ricas de Rumanía, con una fortuna de alrededor de 1.500 millones de dólares. Verónica apuntaba maneras. Un año después rediseñó el entramado empresarial de su marido en una empresa familiar llamada Veroniki Holding Spa con filiales por todo el mundo y vendiendo algunas de las joyas de la corona del fallecido.

La actividad principal seguía siendo la comercialización y distribución de electricidad para uso doméstico, industrial y automotriz, pero se deshizo de la editorial y medios de comunicación. También vendió la casa en la que pasó su infancia en Lugoj y que él había conservado, se cambió de apellido por el de soltera y estableció su hogar en aquella villa de lujo mallorquina junto al paseo marítimo que tanto les había gustado y en la que vivían junto a los tres hijos del matrimonio: Esteban Constantino y los gemelos Alexander Eugen y Tudor Sebastian, nacidos en 2001 cuando Dragan alcanzaba los 84 años.

El hijo ilegítimo y la batalla por la herencia

Hasta aquí le hemos mostrado una fotografía de una vida perfecta que, sin embargo, esconde un oscuro secreto familiar. Antes de Verónica, Dragan estuvo casado con Teresa Moriglioni, con la que no había podido tener hijos, y tuvo una relación con una alemana llamada Alexandra, a la que estuvo cortejando seis meses hasta que consiguió seducirla. De aquella relación nació un niño rubio el 15 de diciembre de 1970 en Atenas. Educado en la religión católica, el millonario no reconoció a su hijo (al que llamaron Michael) porque, según declaró más tarde su vástago, en Italia (donde residía entonces) un hijo era “un pecado que habría puesto fin a su carrera”.

No lo reconoció en los papeles, pero sí se ocupó del que por entonces era su único hijo. “Pasábamos las vacaciones de verano en su yate en España. En una ocasión, me presentó a su esposa que después del 'shock' inicial, aceptó la situación y quiso conocerme”, declaró en el juicio. Con 18 años aquel chico se mudó a Milán, donde entonces estaba la sede del imperio, para estudiar Derecho y Economía (siguiendo los consejos de su padre) e iniciar carrera en la empresa familiar. Dragan incluso se dejó ver en su graduación junto a Alexandra como si de una familia feliz se tratara.

Todo pareció torcerse en 1996. Teresa falleció y aunque,en un primer momento, Dragan mantuvo una estrecha relación con aquella familia ‘paralela’, todo cambió cuando rehízo su vida. En la nueva vida del millonario no había hueco para su hijo. Primero llegó el desahucio del piso en el que vivían en París y después le cierran las puertas de la empresa. Con 25 años, Michael decide acudir a los tribunales y tomar las riendas de su vida. La primera demanda se interpuso en los juzgados mallorquines, que se negaron a juzgar una demanda de paternidad que, según alegaron, no era de su competencia. Sin derrumbarse, acudió a los juzgados de Colonia, que le reconocieron la paternidad a pesar de que Dragan se negó a realizarse la prueba de ADN. Michael consiguió así un certificado de nacimiento en el que consta como Stefanos Michail Dragan Fink.

Corría 2005 y Michael decide visitar a su padre en Mallorca sin mucho éxito. Poco después, y pese a no ser muy dado a las entrevistas, Dragan concedió una entrevista a la revista 'Mediafax' negando que Fink fuera su hijo. Con Verónica nunca logró hablar y lo máximo que consiguió de ella fueron tres palabras al teléfono: “El Sr. Dragan solo tenía tres hijos”. Y colgó. El empresario murió en 2008 con 91 años. En su testamento (firmado en Milán) no reconocía a Michael. Los únicos herederos que constaban eran la segunda esposa del empresario y los tres hijos fruto de este matrimonio, todos menores de edad.

Traslado a Grecia

La batalla seguía ahora con Verónica enfrente, a la que, además, en cierto modo hacía responsable del alejamiento con su padre. Michael declaró en alguna ocasión que su intención era llegar a un acuerdo económico con la viuda, pero si no lo lograba, lucharía hasta el final llegando incluso a pedir una prueba de paternidad de los tres hijos. Verónica se negó al acuerdo y la batalla se recrudeció.

En 2015, un juzgado de Palma dio la razón al hijo 'bastardo’ y le otorgó una parte de una herencia (unos 150 millones) valorada en unos 1.600 millones. Los abogados de Verónica rechazaron la demanda porque aseguraban que los tribunales españoles no eran competentes ya que, aunque Dragan logró la nacionalidad española en 1978, años más tarde optó por la griega. Sin embargo, el tribunal declaró que sí lo era porque sus vínculos personales más estrechos estaban en Mallorca, donde sus hijos menores estaban escolarizados. Verónica recurrió y ahora un juzgado ha vuelto a darle la razón. La Audiencia Provincial de Palma considera que los tribunales españoles no son los que deben decidir sobre la herencia porque el millonario tenía nacionalidad griega desde el año 2000. La batalla, según fuentes del caso, se traslada ahora a Grecia. La viuda no ha respondido, por cierto, a las llamadas de este medio.

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Dicen que cuando Constantin Dragan y Verónica Gusa unieron en 1995 sus vidas en matrimonio muchos fruncieron el ceño. No podían entender cómo la única hija del general Stefan Gusa, exjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rumanía, con una fortuna estimada en 700 millones de euros, podía casarse con un señor de 78 años aunque fuera el fundador del grupo Butan Gas y un prestigioso hombre de negocios de su país con fama en Grecia e Italia.

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