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Que todos los días sean 8 de marzo
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Que todos los días sean 8 de marzo

"No lograremos la igualdad si no involucramos a los hombres". La política popular ha compartido con Vanitatis sus impresiones sobre los derechos de las mujeres en este día

Foto: Imagen relacionada con el Día de la Mujer.
Imagen relacionada con el Día de la Mujer.

El 8 de marzo es un día para la reivindicación. Se ha demostrado que con la fuerza y la determinación hemos sido capaces de situar en la agenda social, mediática y política la demanda de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Esto ha convertido el día de hoy en una sacudida que es ya un pequeño triunfo. No es una moda pasajera ni una ocurrencia temporal condenada a pasar a la historia del anecdotario.

Es un recordatorio de que la igualdad ya forma parte de los valores democráticos de nuestra sociedad, pero que su efectividad real necesita aún seguir consolidándose y por ello seguir trabajando los otros 364 días. Pero hay un hecho que se sigue perpetuando, convirtiendo el llamado techo de cristal en uno de metacrilato, imposible de traspasar a pesar de las conquistas poco a poco alcanzadas. ¿Por qué las mujeres que nos incorporamos al mundo laboral con la misma vocación y talento que los hombres nos encontramos, en cambio, con mayores obstáculos a la hora de acceder a los puestos directivos?

placeholder Andrea Levy. (EFE)
Andrea Levy. (EFE)


Para acabar con cualquier atisbo de discriminación, debemos comprender que la igualdad tiene que abarcar todas las etapas de la vida: desde la educación en igualdad durante la niñez y adolescencia, donde es importante no perpetuar determinados roles estereotipados que contribuyen a condicionar elecciones futuras sin condicionantes, pasando por la igualdad laboral que disminuya, hasta eliminarla, la brecha salarial; y terminando por la madurez, en la que las pensiones de nuestras mayores sean proporcionales a su contribución a la sociedad.

Y quiero especialmente poner el acento en la brecha salarial, que me parece el principal escollo para hablar de una igualdad real y efectiva. A lo largo de su trayectoria profesional las mujeres ven ralentizada su progresión en el momento que deciden ser madres. Esto supone una discriminación incongruente, ya que la natalidad es uno de los grandes retos del país a los que nos enfrentamos en los próximos años. Así, es imprescindible que se articulen mecanismos de promoción laboral para trabajo de igual valor, pero que tengan en consideración la conciliación personal de las mujeres. De hecho, somos las que más solemos pedir las bajas para el cuidado de ascendientes y descendientes, y es ahí donde también debemos reivindicar nuestro derecho tanto de hacerlo como de no hacerlo.

placeholder Andrea Levy. (EFE)
Andrea Levy. (EFE)

El papel de los hombres

Ello me lleva a tener ciertas reservas con algunos de los postulados que se defienden en las manifestaciones convocadas para esta jornada. No lograremos la igualdad si no involucramos a los hombres. Ningún avance histórico se ha conseguido contando solo con el 50% de la sociedad y la igualdad no es una excepción. En democracia, los derechos y deberes son inalienables al individuo, sin importar si se trata de hombres o mujeres. Por eso, no hay mayor contribución a la libertad que reivindicar los mismos derechos y obligaciones para todas las personas. Como defendió Clara Campoamor, la ciudadanía es lo que nos otorga un conjunto de derechos.

Me preocupa que en pro del feminismo se dé una batalla de identidades, en la que se señalen enemigos en lugar de incluirlos como aliados de nuestras demandas. Si queremos que esta sea una sociedad más plural donde la voz de las mujeres se escuche en igualdad de condiciones, no hagamos que cualquiera de los envoltorios que configuran nuestra identidad individual, como ahora el género, sean un elemento excluyente con el que enfrentarse en el debate colectivo. Al contrario, debe ser un debate polifónico, en el que a partir de los fundamentos de la igualdad convivan discursos inclusivos que ayuden a todas las partes a colaborar en nuestras justas aspiraciones. El feminismo es y debe aspirar a ser mucho más, ya que para lograr ese gran objetivo inexorablemente debemos trabajar conjuntamente con ellos.

Hablan los datos

El Día Internacional de la Mujer no es solo un día para examinar lo que nos queda por hacer, también es un día para celebrar lo mucho que hemos sido capaces de avanzar juntos. Para tener presente que en España la brecha salarial está en mínimos históricos, siendo el tercer país de Europa que más la ha reducido en los últimos 5 años. También para recordar que hoy trabajan más mujeres que nunca en nuestro país y que somos líderes en creación de empleo femenino en Europa, o que más de 340.000 mujeres cobran el complemento por maternidad en las pensiones, lo que ha supuesto un incremento del 15% en las pensiones en el momento de la jubilación.

Reflexionar sobre los avances conquistados no debe hacernos caer en la autocomplacencia, pero sí nos debe animar a seguir trabajando para mejorar en corresponsabilidad y conciliación, para impulsar medidas reales para la flexibilización laboral, con horarios más racionales y con medidas que faciliten el teletrabajo. Seguir educando, concienciando y luchando contra la violencia de género es otro objetivo que debemos alcanzar entre todos. En definitiva, debe ser un estímulo para conseguir que las metas alcanzadas en favor de una igualdad real de oportunidades sean efectivas en la vida diaria de las mujeres. Todos los días. Cada día. Los 365 días.

El 8 de marzo es un día para la reivindicación. Se ha demostrado que con la fuerza y la determinación hemos sido capaces de situar en la agenda social, mediática y política la demanda de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Esto ha convertido el día de hoy en una sacudida que es ya un pequeño triunfo. No es una moda pasajera ni una ocurrencia temporal condenada a pasar a la historia del anecdotario.

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