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Marina, una novia rebelde: vestido con pedrería, velo corto y sandalias metalizadas
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Marina, una novia rebelde: vestido con pedrería, velo corto y sandalias metalizadas

Sin ramo de flores y derrochando personalidad con un atuendo de novia muy cañero repleto de detalles especiales, así llegó Marina a su boda

Foto: El vestido de novia de Marina. (Foto Ópalo)
El vestido de novia de Marina. (Foto Ópalo)

No nos cansaremos jamás de insistirte: el día de tu boda tienes que ser tú misma. No disfrazarse, una máxima que compartimos con expertos en protocolo nupcial y diseñadores de moda. Tu vestido, si es que decides que esa es la prenda adecuada para ti, debe ser una extensión de tu personalidad de estilo. Como Marina, la novia protagonista de hoy.

Nacho y Marina se casaron el pasado verano en Madrid; para ser más exactos, el 2 de julio de 2022, justo el día en el que se cumplían diez años de su aniversario como novios. Él, arquitecto técnico, y ella, especialista de marketing en una empresa de cosmética, se comprometieron cuando ya vivían juntos. "Nacho lo tenía todo planeado para un fin de semana y sin yo saber nada fui boicoteándole todas las opciones con planes de amigos. Su última esperanza era el domingo, pero cuando me levanté me encontraba mal. ¡Tenía apendicitis! Tuvieron que operarme de urgencia y Nacho esperar un mes para retomar la proposición. Al final se declaró tras una cena en nuestro restaurante preferido", cuenta la novia.

placeholder Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)
Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)

La ceremonia religiosa tuvo lugar en la ermita de Nuestra Señora del Buen Camino, en Aravaca, el mismo templo en el que los padres de Marina se casaron 31 años antes. "Para mí era muy importante que cada detalle de la boda tuviera un significado", explica Marina.

Acompañada de su padre, la experta en marketing llegó puntual a la cita. "Aunque le tengo un cariño muy especial a la ermita, es probablemente de las menos bonitas de Madrid. Sin embargo, gracias a la magia de los floristas de Elena Suárez, cuando yo llegué allí, en la puerta me encontré un bosque espectacular. Recuerdo con especial cariño la llegada con mi padre a la iglesia. A los lados, las personas más importantes de nuestra vida; y al final, Nacho sonriendo. De fondo sonaba la canción de la primera película que vimos juntos en el cine. Creo que fueron los mejores minutos de mi vida".

placeholder Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)
Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)

A pesar de lo que pueda parecer visto su look nupcial final, a Marina la idea de imaginar cómo sería el traje que llevaría para dar el 'sí, quiero' le agobió desde el instante en el que se comprometió con Nacho. "No suelo llevar vestidos y nunca voy de blanco, así que a falta de inspiración decidí empezar a buscar y guardar en una carpeta los vestidos con los que más identificada me sentía para ver si cumplían un patrón común. Después de varios días me di cuenta de que quería ser 'una novia poco novia'. Sin cola ni ramo, lo tenía clarísimo". Una novia rebelde, con un punto cañero y mucha personalidad.

Fue en ese momento cuando Cristina, la diseñadora de la firma nupcial Valenzuela, entró en juego. "Ella fue la primera y única persona a la que visité. Captó mi idea desde el principio y en apenas unos minutos dibujó un boceto que me enamoró. Le conté que quería una abertura en el vestido y destellos de pedrería. Mis amigas se ríen de mí porque siempre que salimos a alguna fiesta llevo un arsenal de purpurina encima. ¡Me encanta! Así que pensé que sería genial añadir un guiño a ese detalle a través de algún tipo de pedrería".

placeholder Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)
Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)

Con el cuello cerrado a la caja, hombreras, manga (casi) larga decorada con unos botones forrados en los puños, unas costuras en relieve que se juntaban en el centro del vestido y la silueta recta, Marina logró añadir a su traje de novia esos dos detalles imprescindibles: un bordado de pedrería en degradé en la cintura y una gran abertura central en la falda. Un diseño confeccionado con un tejido de crepé liso en blanco inmaculado que además dejaba parte de su espalda al descubierto.

De todo el proceso en el taller de Valenzuela, la experta en marketing recuerda con especial cariño la elección del velo. "Sabía que un look de novia tan poco convencional, exigiría un velo. Había visto una novia con velo corto que me parecía lo más. Cuando el vestido estaba prácticamente terminado probamos con el que tenían de muestra y fue un flechazo. Le daba ese punto vintage pero rompedor que estábamos buscando. Todas coincidimos en que cuanto más XXL fuera, más espectacular sería y tardamos 3 pruebas en conseguir la cantidad exacta de tul", explica.

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Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)

Para el resto de complementos, y consciente de que el vestido ideado por Valenzuela condicionaría directamente la selección de los mismos, Marina se mantuvo fiel a su esencia. Como joyas, el anillo de compromiso que Nacho le había regalado, una pieza de oro blanco con diamantes y un zafiro, y unos pendientes de su madre. "Me hacía ilusión lucir alguna joya de mi madre. En concreto, me decanté por unos pendientes vintage de oro de Yanes. Se salían un poco de los diseños clásicos de novia y, al tiempo, cerraban el look a la perfección. Recuerdo haber visto a mi madre mil veces con ellos en ocasiones especiales, así que poder llevarlos yo ese día fue mágico".

A sus pies, y teniendo en cuenta que la suya era una boda de verano, Marina apuntó sus miras a unas sandalias. Como requisitos obligatorios: taconazo y un corte especial. "Gracias a la abertura de la falda, sabía que los zapatos se iban a ver mucho, así que elegí unas sandalias de Javier Gonzalo en la misma tonalidad que la pedrería y fabricadas en ante y rafia".

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Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)

Del peinado y del maquillaje se encargó su amigo Ismael Bachiller. "Le conocí hace cuatro años, cuando me maquilló para la boda de mi mejor amiga. Conectamos al instante y le dije: 'Cuando me case te llamaré'. Y así fue. Me conoce a la perfección y sabe lo que me favorece. ¡Nunca me he sentido tan guapa como ese día!", confiesa la novia.

El escenario para el banquete y la fiesta posterior fue la finca El Jaral de la Mira, en San Lorenzo de El Escorial (Madrid). Un lugar con historia que en tiempos de Felipe II albergó un molino y una casa de armas, y que hoy es propiedad de los reputados hermanos Sandoval. "A los dos nos encanta comer mucho y muy bien, y queríamos un espacio al aire libre. Además, el chef a cargo de la cocina, Mario Sandoval, estuvo ese día en la finca, ¡no nos pudo hacer más ilusión!", recuerda Marina.

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Marina, el día de su boda. (Foto Ópalo)

Hasta la decoración de su enlace tuvo el toque personal de la novia. "Mi abuelo falleció unos meses antes de prometernos. Yo quería tenerle ese día conmigo y mi madre tuvo la mejor idea. Mi abuelo pintaba muy bien y llegó a publicar un libro con sus dibujos. Conseguimos rescatar algunos originales que teníamos en casa y gracias a las chicas de El Tintero esos bocetos cobraron vida. Durante la cena, mirara a donde mirara, ahí estaban sus dibujos y él", cuenta con emoción.

Terminada la cena del dos estrellas Michelín, Marina, Nacho y todos sus invitados saltaron a la pista para bailar al ritmo de las canciones que el DJ Quike AV pinchaba en su honor. "Durante la fiesta le pregunté a Nacho que qué hora era y quedaba poco tiempo ya. Debí ponerme triste y entonces me dijo: 'Disfruta a tope, no queda nada, pero esto está siendo genial'. Y miré a mi alrededor y efectivamente estaba siendo genial. Todos nuestros amigos bailando y nuestros padres dándolo todo. Ni en mis mejores sueños me hubiera imaginado una boda así. Fue un día 10".

No nos cansaremos jamás de insistirte: el día de tu boda tienes que ser tú misma. No disfrazarse, una máxima que compartimos con expertos en protocolo nupcial y diseñadores de moda. Tu vestido, si es que decides que esa es la prenda adecuada para ti, debe ser una extensión de tu personalidad de estilo. Como Marina, la novia protagonista de hoy.

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