El álbum de boda de la modelo Estefanía Luyk: "Nos casamos en la costa mexicana, en lo alto de un acantilado y con un atardecer de película"
Tres días le bastaron al novio para preparar una 'boda sorpresa' para la modelo Estefanía Luyk, en Careyes, un paraíso mexicano en medio del Pacífico. Su hija Aroa, de dos años y medio, llevó los anillos
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ff1f%2Fc14%2Fdb1%2Ff1fc14db1d8fa78ed29a52669d9134d1.jpg)
Estefanía Luyk, modelo, empresaria -actualmente regenta su propia empresa de eventos y el restaurante Corinto Gastrolounge en Valladolid-, e hija del mítico exjugador de baloncesto Clifford Luyk y la Miss España y Miss Europa Paquita Torres, y el empresario hostelero José Luis Díez de Baldeón, se conocieron en Marbella. "En aquella época yo vivía allí. José tenía negocios de hostelería en esa ciudad y me eligieron como imagen de uno de ellos. Al principio éramos solo amigos, pero luego… Surgió el amor".
Lo cierto es que Estefanía siempre había fantaseado con casarse en la playa. "Yo quería una boda desenfadada, informal, muy estilo hippie y la idea de celebrarla a la orilla del mar me encantaba desde siempre. De hecho, al principio pensamos en Playa Escondida, en Cuixmala, pero finalmente cambiamos de opinión porque hacía mucho viento", apunta. Por eso, su novio, José Luis Díez de Baldeón, creyó que la costa oeste de México era el lugar ideal no solo para pedirle matrimonio, sino también para celebrar su boda. Y así fue. El 6 de abril de 2009 nuestra pareja protagonista se dio el 'sí, quiero' en Careyes, un paraíso idílico rodeado de inspiradores escenarios naturales, calas exquisitas y kilométricas playas con el Pacífico como telón de fondo.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F413%2F6b7%2F641%2F4136b7641796f1c7f3f85f1036d97d02.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F413%2F6b7%2F641%2F4136b7641796f1c7f3f85f1036d97d02.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2e1%2Fa73%2Fcd4%2F2e1a73cd48550fdbc26eed46fcba7d7a.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2e1%2Fa73%2Fcd4%2F2e1a73cd48550fdbc26eed46fcba7d7a.jpg)
"Lo que José me comentó es que los tres -su hija Aroa, de dos años y medio, iba con ellos- viajaríamos de vacaciones a Puerto Vallarta. Era una las escapadas que nos gustaba hacer, y en esa ocasión, sería para celebrar una fiesta con amigos en la que todos irían de blanco. A mí me encantó la idea, claro". Sin embargo, la realidad resultaría ir un paso más allá. Fiesta hubo… Pero boda, también.
Lo cierto es que el novio debía estar muy seguro de la respuesta de Estefanía para proponer una boda 'aquí y ahora'. Y si no, atentos al relato de nuestra protagonista. "A los dos días de llegar a Puerto Vallarta, José me pidió que me casara con él. Así, de pronto. Recuerdo que habíamos ido todo el grupo a pasar el día con nuestra hija Aroa a casa de un amigo de todos, Fernando de Maná. Mi marido le comentó que me iba a pedir matrimonio y él le dijo: 'Pues pídeselo sobre las ocho y media de la tarde desde la terraza de mi dormitorio, que las vistas y el atardecer son impresionantes. Y así fue. Cuando me lo dijo, le contesté que sí, inmediatamente, y claro, me emocioné muchísimo", recuerda Estefanía.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe7a%2Fb14%2F1f1%2Fe7ab141f1499065d8cdb79778e0d388e.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe7a%2Fb14%2F1f1%2Fe7ab141f1499065d8cdb79778e0d388e.jpg)
La ceremonia tuvo lugar en una impresionante casa de Careyes llamada 'Occidente', construida en la parte más alta del acantilado, con una espectacular piscina bordeando toda la construcción. "Nos la dejaron unos amigos y lo cierto es que no pudimos haber elegido un escenario más romántico y ensoñador. La boda se celebró a última hora de la tarde, con una puesta de sol de película y maravillosas vistas al Pacífico. Una fantasía increíble. No hubo música de fondo. Solo se escuchaba el rumor del mar".
Si le preguntamos por los momentos más emotivos de aquel día, Estefanía lo tiene claro: "Hubo varios: el instante en el que mi hija Aroa, tan pequeña, nos entregó los anillos, unas alianzas de oro blanco que José había comprado en Puerto Vallarta; la carta sorpresa tan emotiva que nos leyó mi amiga Vicky, cuando bajé las escaleras de la casa donde nos casamos sin dejar de mirar a mi marido y todos mis amigos esperándome… Todos imborrables".
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F702%2F1ed%2F7f3%2F7021ed7f3ed9e0a161f895319bc6eb8f.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F702%2F1ed%2F7f3%2F7021ed7f3ed9e0a161f895319bc6eb8f.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fd2e%2F960%2Fb5e%2Fd2e960b5ec23114bffbd8d4e7cd7c757.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fd2e%2F960%2Fb5e%2Fd2e960b5ec23114bffbd8d4e7cd7c757.jpg)
En el enlace solo estuvieron presentes unos 30 invitados. "Para ellos también fue una sorpresa, claro. La mayoría de ellos eran amigos que habían venido con nosotros de vacaciones y, como me pasó a mí, no tenían ni idea de las verdaderas intenciones de mi marido". Los padrinos fueron dos íntimos amigos de la pareja. "¿Qué si la boda fue válida en España? Absolutamente. Solo tuvimos que enviar por correo nuestras partidas de bautismo al sacerdote que nos casó para completar el expediente y firmar el acta matrimonial con nuestros cuatro testigos".
Entretanto, en Madrid, los padres de la novia se enteraron de la boda solo tres horas antes. "Les dije: "Papá, mamá, que sepáis que a las ocho de la tarde me caso. Estaban supercontentos y muy emocionados porque, al final, lo que de verdad querían era que me casase y fuera feliz".
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F3a3%2F4c7%2F210%2F3a34c72100012db55900af62e7e670b6.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F3a3%2F4c7%2F210%2F3a34c72100012db55900af62e7e670b6.jpg)
Lo cierto es que, resueltas las sucesivas decisiones exprés, Estefanía vivió aquel día con muchísima ilusión. "En aquellos momentos me sentía la mujer más feliz del mundo. Estaba todo el rato riéndome, disfrutando de cada detalle, alegre, nada nerviosa. Recuerdo que llegué pocos minutos más tarde que José y me encontré todo preparado. No hubo un altar al uso, sino dos sillas de piedra superbonitas situadas debajo de un árbol gigante, frente a la piscina que bordeaba toda la casa y con el océano como telón de fondo", subraya la novia.
La fiesta, a la que acudieron unas cien personas, tuvo lugar en un espacio decorado con materiales de inspiración mexicana y multitud de flores todos los colores. La cena, deliciosa, pero muy informal, fue un picoteo que se celebró de pie. Después organizamos un 'chill out' de lo más acogedor y animamos la fiesta con música 'deep house'. Toda esta suma de elementos hizo que la boda de Estefanía y José fuera como una reunión natural de amigos con un toque un poco más especial. "No hubo viaje de novios como tal. Nos quedamos un par de semanas más en Careyes, que para mí es como el paraíso, con la peque y los amigos. Aunque buscamos nuestros momentos para estar solos, claro", apunta Estefanía.
Un vestido exprés con efecto plata
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F693%2F129%2F90d%2F69312990d9a22d27a3224f777f354dce.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F693%2F129%2F90d%2F69312990d9a22d27a3224f777f354dce.jpg)
Estefanía admite que antes de embarcar rumbo a México tuvo una especie de premonición nupcial. "Como viajé con la idea de ir a una fiesta de blanco, encargué con tiempo un vestido largo de color blanco a la diseñadora argentina María Vázquez. Le dije que quería algo especial, pero también versátil y muy cómodo. Poco después me hizo llegar unas fotos y dije: "Este, no vaya a ser que a mi chico le dé el punto de casarse conmigo", dice la novia. El elegido fue un vestido veraniego largo, sin mangas, con escote cuadrado y multitud de minipiezas volátiles superpuestas por todo el cuerpo y con efecto plata". Unas sandalias que solo se puso durante un rato, "mi idea era ir descalza a la fiesta", su melena suelta y ligeramente ondulada, y un ramo en cascada de flores blancas, "que le regalé después a mi amiga Vicky", completaron su look.
Aunque Estefanía nació en Madrid, el amor le llevó a fijar su residencia, hace ya diecisiete años, en Valladolid. Allí disfruta de su vida familiar junto a su marido, a quien sigue tan unida como aquel día de primavera, y sus dos hijos, Aroa e Ilan, de 18 y 14 años. "Cuando una pareja se quiere, se respeta y se admira, tener hijos es algo que les refuerza y une mucho más. Yo lo he vivido así. Ahora llevo la vida que siempre he deseado llevar". Un broche incuestionable a su cálida historia de amor.
Estefanía Luyk, modelo, empresaria -actualmente regenta su propia empresa de eventos y el restaurante Corinto Gastrolounge en Valladolid-, e hija del mítico exjugador de baloncesto Clifford Luyk y la Miss España y Miss Europa Paquita Torres, y el empresario hostelero José Luis Díez de Baldeón, se conocieron en Marbella. "En aquella época yo vivía allí. José tenía negocios de hostelería en esa ciudad y me eligieron como imagen de uno de ellos. Al principio éramos solo amigos, pero luego… Surgió el amor".