Cómo lavar ropa de cama para que huela siempre a limpio
Dormir con las sábanas limpias y con un olor relajante es todo un placer que puedes conseguir siguiendo estos sencillos trucos
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Nada se compara con la sensación de acostarse en una cama limpia y que huela a flores. Y es que, más allá del placer sensorial, mantener la ropa de cama fresca es también una cuestión de higiene y bienestar. Muchas veces nos preguntamos por qué nuestras sábanas no conservan ese olor agradable por mucho tiempo y la respuesta puede estar en pequeños detalles durante el lavado y el almacenamiento. Las expertas en limpieza y orden tienen algunos trucos que marcan la diferencia.
Antes de hablar de detergentes o suavizantes, es importante revisar si las sábanas necesitan un tratamiento previo. Si han acumulado sudor, restos de productos cosméticos o humedad, lo ideal es remojarlas con una mezcla de agua tibia, vinagre blanco y un poco de bicarbonato. Este combo natural ayuda a neutralizar olores persistentes y a desinfectar sin dañar los tejidos. Asimismo, es importante recordar que menos es más. Usar demasiado detergente puede dejar residuos que, con el tiempo, generan un olor rancio en vez de uno fresco. Las expertas recomiendan optar por detergentes con fragancias suaves, preferiblemente con ingredientes naturales, y añadir unas gotas de aceites esenciales como lavanda, eucalipto o limón al compartimento del suavizante para potenciar el aroma.
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Además, también debemos tener en cuenta la temperatura. Para eliminar bacterias y garantizar una limpieza profunda, lo ideal es lavar las sábanas entre 40 y 60 grados, según el tipo de tejido. Las fibras naturales, como el algodón, toleran mejor el calor, mientras que las mezclas sintéticas pueden requerir un programa más delicado, por no hablar del secado debido a que siempre que sea posible, debemos intentar secar las sábanas al aire libre. La ventilación natural ayuda a fijar los aromas y deja un toque inconfundible de frescura. Si usamos secadora, podemos añadir una bolsita de tela con flores secas o unas toallitas perfumadas especiales para ropa. Otra opción es impregnar una bola de lana para secadora con aceites esenciales. Para terminar, una vez limpias y secas, el truco está en el almacenaje. En lugar de doblarlas y dejarlas en cualquier rincón del armario, se aconseja guardarlas con bolsitas aromáticas, jabones envueltos o incluso saquitos de arroz perfumado. Así, al sacarlas semanas después, seguirán oliendo como recién lavadas. Asimismo ventilar el colchón y cambiar las sábanas al menos una vez por semana mantiene el ambiente libre de humedad y ayuda a que el buen olor perdure.
Dormir entre sábanas que huelen bien no es un lujo, es un regalo diario que podemos darnos con gestos simples. Y una cama que huele rico siempre será el mejor lugar para cerrar el día y despertar con buena energía.
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