10 frases y señales físicas involuntarias que revelan que te han estado mintiendo desde hace tiempo
El lenguaje no verbal es sumamente importante en ocasiones en las que queremos detectar una mentira
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Detectar una mentira sostenida en el tiempo puede parecer complicado, pero hay patrones claros tanto en lo que se dice como en lo que se oculta. A través de ciertas frases recurrentes y señales físicas involuntarias, es posible intuir cuándo alguien no está siendo del todo honesto.
Durante una conversación en Hora 25 de Cadena SER, el psicólogo Xavier Guix explicó que una de las claves para descubrir la mentira está en las incongruencias entre lo que se dice y lo que se transmite corporalmente. “Hay que fijarse especialmente en las contradicciones de la persona. También en la mirada, porque hay veces que te digo una cosa, estoy mirando a otro lado y no te lo estoy asegurando bien”, comentó Guix, dejando en evidencia la importancia de la coherencia no solo verbal, sino también visual.
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Guix profundizó en lo que llama micromensajes, pequeñas reacciones que escapan al control consciente y que pueden indicar inseguridad o nerviosismo. “Hay algunos que se rascan el ojo, otros que se llevan las manos a las orejas o quienes aprietan los labios... ahí hay un símbolo de inseguridad. Algo que estoy diciendo, estoy viendo o estoy haciendo demuestra que estoy nervioso”, detalló, y añadió que “ese lenguaje no verbal te va dando pistas”. Según él, estas señales tienen raíces muy profundas: “Esa forma de transmitir información sin palabras es el lenguaje más primitivo que existe y es complicado de ocultar”.
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En el plano verbal, aunque el lenguaje por sí solo no basta para confirmar un engaño, sí existen expresiones que, usadas con frecuencia, levantan sospechas. Le preguntaron a ChatGpt cuales eran algunas de las más comunes, y recogió las siguientes:
- “Te lo dije, pero quizás no me entendiste bien”: Se recurre a la confusión como estrategia para desviar responsabilidades, dando a entender que el problema ha sido de interpretación.
- “No sé de qué hablas”: Se niega cualquier vínculo con el tema en cuestión, una táctica clásica para evitar enfrentamientos.
- “Es una coincidencia”: Se intenta minimizar situaciones sospechosas, disfrazándolas de casualidades sin fundamento.
- “Eso nunca pasó”: Negación rotunda incluso frente a evidencias claras; un intento de reescribir los hechos.
- “Todo el mundo lo sabe”: Se usa una supuesta aceptación general como escudo para validar una mentira.
- “Si supieras lo que yo sé…”: Se apela al misterio y a un conocimiento oculto para establecer superioridad, sin aportar ninguna prueba.
- “Lo hice por tu bien”: Se justifica una acción negativa con la supuesta intención de proteger o ayudar, ocultando el verdadero motivo.
- “Nunca he dicho eso”: Se niegan afirmaciones anteriores, incluso si hay testigos o pruebas, lo que pone en duda la honestidad del interlocutor.
- “¿Por qué no me crees?”: En lugar de aclarar la situación, se intenta culpar al otro por dudar, desviando la atención del problema real.
- “Te estoy diciendo la verdad”: La necesidad de afirmar la veracidad de lo dicho de forma insistente puede ser, paradójicamente, un signo de lo contrario.
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Estas frases, aunque no condenan por sí solas, tienden a repetirse en patrones de comportamiento manipulador o defensivo.
Las emociones también se filtran en los gestos
Más allá de lo verbal, la psicología del engaño también se refleja en el comportamiento físico. En Infobae, sostienen que Aldert Vrij, experto en detección de mentiras, apunta que los mentirosos pueden mostrar incomodidad de forma inconsciente evitando el contacto visual. Sin embargo, advierte que lo opuesto también puede ser sospechoso: fijar la mirada intensamente con la intención de manipular la percepción de honestidad.
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Paul Ekman, otro referente en el estudio del lenguaje corporal, destaca que quienes mienten pueden manifestar tensión corporal, movimientos involuntarios, sudoración e incluso expresiones faciales ligadas a emociones como el miedo o la culpa.
El consejo de los especialistas es observar la coherencia general del discurso: si lo que se dice cambia dependiendo del contexto o contradice lo que el cuerpo expresa, puede ser una señal de alerta. Las personas que mienten de forma reiterada suelen dejar huellas, tanto en sus palabras como en sus gestos, y si uno aprende a leerlas, es más difícil que el engaño pase desapercibido.
Detectar una mentira sostenida en el tiempo puede parecer complicado, pero hay patrones claros tanto en lo que se dice como en lo que se oculta. A través de ciertas frases recurrentes y señales físicas involuntarias, es posible intuir cuándo alguien no está siendo del todo honesto.