Bea y Ale, especialistas en neurodesarrollo infantil: "Ojo cuidado con los niños que nunca se enfadan, que nunca lloran. Cuidado con la frase de " Mi hijo es muy bueno"
Que un niño suprima sus emociones para adaptarse a las expectativas externas, puede tener consecuencias a largo plazo
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Bea y Ale, especialistas en neurodesarrollo infantil, lanzan una advertencia que rompe con muchas de las creencias comunes en la crianza: el "niño perfecto" que nunca se queja, no llora ni se enfada, no siempre es una señal de equilibrio emocional. Al contrario, puede ser motivo de atención.
“Las rabietas en la etapa de los dos y tres años son necesarias”, explican. “Están en un momento clave del desarrollo en el que comienzan a reafirmarse como personas independientes en el mundo, y tienen que pasar por ello”. Esta etapa, muchas veces, es, en realidad, una fase crucial para la construcción de la identidad y la autonomía personal.
@sdsapiens_busines En la etapa de los 2 y 3 años los niños se están reafirmando como personas independientes en el mundo y es totalmente NORMAL pasar por RABIETAS😡 ¡No te enfades y ayúdalo a entenderlo todo desde el amor!❤️ #rabietas #enfado #desarrolloinfantil #neurodesarrolloinfantil #desarrolloemocional ♬ sonido original - sdsapiens_business
Para las expertas, es fundamental comprender que el enfado, la tristeza o la frustración no son señales de que algo va mal, sino manifestaciones saludables del desarrollo emocional. “Ojo cuidado con los niños que los padres dicen ‘no, no, mi hijo nunca se enfada, mi hijo nunca llora’. A mí me preocupa cuando me dicen que mi hijo es muy bueno”, insisten.
Este tipo de afirmaciones, aunque parecen positivas en la superficie, pueden esconder una falta de expresión emocional que no debería pasarse por alto. “Una cosa es el temperamento y otra el carácter. Todos los niños nacen con un temperamento más alto o bajo, y con su carácter” concuerdan. La realidad es que solo es a través de la vivencia de emociones es cuando van a “aprender a tolerar la frustración” para moldearse como personas.
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Desde esta perspectiva, las rabietas y los conflictos no solo son normales, sino necesarios. Cuando tenemos un niño de tres años que ya empieza con su 'yo quiero esto' o 'yo no quiero aquello', “eso es normal y está muy bien. Es bueno”, afirman. Esa oposición, esa “personalidad” desafiante, no es un problema por corregir sino una oportunidad para educar.
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El mensaje de Bea y Ale es claro: acompañar emocionalmente a los niños, permitirles expresar sus emociones y enseñarles a gestionarlas, es mucho más valioso que aspirar a que se comporten como adultos en miniatura. La idea del “niño bueno” que no molesta ni protesta puede ser un espejismo que impida ver lo que realmente necesita: atención, límites amorosos y espacio para desarrollarse como una persona auténtica.
Bea y Ale, especialistas en neurodesarrollo infantil, lanzan una advertencia que rompe con muchas de las creencias comunes en la crianza: el "niño perfecto" que nunca se queja, no llora ni se enfada, no siempre es una señal de equilibrio emocional. Al contrario, puede ser motivo de atención.