Nazareth Castellanos, neurocientífica: "Vivir en ciudades tiene innumerables ventajas, pero también está asociado a un mayor riesgo de trastornos de ansiedad o depresión"
Volver la mirada hacia la naturaleza puede ser uno de los actos más sencillos y poderosos para cuidar nuestra salud mental
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En un mundo que crece sin freno, la neurocientífica Nazareth Castellanos lanza una advertencia tan necesaria como respaldada por la ciencia: el entorno urbano, con todos sus beneficios, puede afectar seriamente nuestra salud mental. A través de publicaciones y formaciones sobre la relación entre el cuerpo, el cerebro y la meditación, Castellanos destaca cómo el ritmo de vida en las ciudades puede estar estrechamente ligado a un aumento en los casos de ansiedad y depresión.
De hecho, una de las investigaciones más recientes que comparte en sus redes sociales fue publicada en la revista Molecular Psychiatry. En este estudio, 63 personas fueron invitadas a realizar caminatas de una hora en dos entornos muy distintos: una calle urbana transitada y un bosque. Los investigadores analizaron la actividad de la amígdala, una estructura cerebral clave en la gestión del miedo y el estrés social, antes y después de ambas experiencias.
Los resultados fueron reveladores. Caminar por la ciudad no modificó significativamente la actividad cerebral de los participantes. En cambio, una simple caminata entre árboles redujo notablemente la actividad de la amígdala, disminuyendo así los niveles de estrés y ansiedad. Este hallazgo, en particular, aporta más evidencia sobre el poder restaurador del contacto con la naturaleza y plantea una pregunta urgente sobre cómo diseñamos nuestras ciudades.
Castellanos subraya que, aunque la vida urbana ofrece innumerables oportunidades, no debemos olvidar la importancia de incorporar espacios verdes en nuestro día a día. Desde parques hasta árboles, en entornos escolares y hospitales, el verdor no solo embellece: también protege nuestra mente. Quizá valga la pena detenernos un momento y recordar aquellas palabras del sabio Lao Tzu, que nos invitaban a observar el ritmo sereno de la naturaleza.
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Es decir, en un mundo que nos empuja a correr, tal vez sea entre árboles y caminos silenciosos donde podamos realmente recuperar el equilibrio perdido. Con este enfoque, la neurociencia no solo observa el cerebro, sino que también propone soluciones. Tanto es así que volver la mirada hacia la naturaleza puede ser uno de los actos más sencillos, y también poderosos, para cuidar nuestra salud mental.
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