El sencillo truco para limpiar los platos de ducha: quedan como nuevos
Limpiar esta parte de nuestra casa puede generarnos más pereza que otras, pero hay un truco para hacerlo rápido, sencillo y eficaz
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El baño es uno de los espacios que más utilizamos en casa, y aunque no siempre recibe el mismo mimo que la cocina o el salón, mantenerlo reluciente es clave para sentirnos bien en nuestro hogar. Dentro de él, el plato de ducha —sobre todo si es de resina o colores oscuros como el negro— tiende a acumular restos de cal, jabón y suciedad que pueden arruinar su apariencia. Pero no hace falta invertir horas ni productos agresivos: hay un truco simple que lo deja como nuevo… y apenas nos tomará unos minutos.
Sí, el truco estrella es más sencillo (y natural) de lo que imaginamos. Se trata de mezclar agua caliente con vinagre blanco y un poco de jabón neutro, aplicarlo con un pulverizador y dejarlo actuar unos minutos antes de enjuagar. Esta combinación no solo elimina la suciedad, sino que ayuda a desinfectar sin dañar los materiales del plato, algo especialmente importante en los modelos de resina, que pueden mancharse o desgastarse con productos demasiado abrasivos. Este método casero se adapta perfectamente al uso diario y resulta ideal para evitar que se acumulen restos que, con el tiempo, se vuelven más difíciles de retirar. Además, es respetuoso con el medio ambiente y con tu salud: nada de vapores tóxicos ni perfumes sintéticos que irritan.
Uno de los grandes inconvenientes de limpiar el plato de ducha es la postura incómoda. Pero hay solución: utilizar una mopa de microfibra con palo largo o un rodillo de pintura suave (nuevo, claro está) para aplicar y frotar la mezcla. Así podemos alcanzar todos los rincones sin necesidad de doblarnos, algo que agradeceremos especialmente si tenemos problemas de espalda o simplemente queremos hacer la tarea más llevadera. Asimismo, si tenemos un plato de ducha oscuro, cualquier resto de cal o jabón se nota el doble. En este caso, además de usar el truco del vinagre, conviene secar siempre con una bayeta de microfibra después de cada uso. Así evitaremos marcas y mantendremos ese efecto mate tan bonito que tienen los modelos más modernos. Y si necesitamos una limpieza más a fondo, podemos añadir unas gotas de alcohol de limpieza a la mezcla para intensificar el brillo sin dañar la superficie.
La clave está en la constancia. Si dedicamos solo un par de minutos cada semana a este pequeño ritual, nuestro plato de ducha se mantendrá impecable durante mucho más tiempo. Debemos de olvidarnos de frotar con fuerza o de recurrir a desincrustantes químicos que terminan siendo más agresivos que efectivos. A veces, lo simple es lo que mejor funciona. Porque cuidar nuestro entorno también es una forma de cuidarnos a nosotros mismos, y empezar por el baño puede ser ese primer paso hacia un hogar más saludable, práctico y armonioso.
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