La (no) relación de la reina Letizia con sus suegros, los Reyes eméritos

La reina Letizia cumple este viernes 45 años y al tratarse de un asunto privado la Casa Real no facilita datos de cómo, cuándo y con quién tiene previsto celebrar esta fecha. Al no figurar ningún acto este día ni el fin de semana en la agenda oficial, el secretismo de lo que hará el llamado núcleo duro es el santo y seña de la reunión familiar. Lo único que es seguro es que soplará las velas con sus hijas y su marido.

El resto de familiares directos (padres, hermana y abuela Menchu) podrían acudir a la Casa de Asturias (así lo bautizaron los amigos) o Pabellón del Príncipe (nombre oficial) a felicitarla. Quien seguro no acudirá a la cita cumpleañera es el Rey emérito, que disfruta de su vida de jubilado regio. La única convivencia que hay con la mujer de su hijo es la institucional y cada vez menos. El anterior monarca solo se relaciona con la infanta Elena y sus hijos Froilán y Victoria Federica.

Este verano, en Sanxenxo, don Juan Carlos comentaba que la duquesa de Lugo era la única que le entendía. Con su nuera lo que quiere es que “corra el aire”. La última vez que coincidieron públicamente fue en la primera comunión de la infanta Sofía. No hay química entre ellos y desde que dejó de ser princesa para ejercer de reina consorte mucho menos. Hubo desplantes reales, visibles e incómodos por parte del anterior jefe del Estado que quedaron reflejados en el libro de los periodistas Daniel Forcada y Alberto Lardiés, 'La corte de Felipe VI'. La calificaba como “una divorciada más”.

Don Juan Carlos nunca vio con buenos ojos el matrimonio de su hijo con la periodista y tampoco hizo nada para que las cosas cambiaran una vez que ya no hubo vuelta atrás. La convivencia con las nietas tampoco es fluida. Hay muy pocas imágenes de don Juan Carlos con las niñas y ninguna participando en actividades lúdicas. Dicen que mientras fue princesa, doña Letizia tuvo que asumir el refrán de tragarse muchos sapos con los feos de su suegro. En las cenas de Nochebuena que se organizaban en el palacio de la Zarzuela tampoco había acercamiento. La nuera iba por su lado y el suegro por el suyo, y en cuanto llegaba la medianoche se retiraba con sus niñas a su casa.

Sofía, una suegra lejana

En el caso de la Reina emérita, la relación tampoco ha sido nunca especialmente fluida. Este verano doña Sofía disfrutó en Mallorca de la compañía de los nietos Marichalar y Urdangarin, a los que acompañaba en sus jornadas deportivas. Con Leonor y Sofía solo tuvieron una cena común organizada por el rey Felipe y un paseo en barco.

Contaba Pilar Urbano en su libro 'La reina muy de cerca' una reflexión que le hizo doña Sofía referida a los novios y novia de los hijos. Más o menos decía que en el caso del príncipe Felipe había que apoyar para que el matrimonio funcionara y no dinamitarlo. Eso fue lo que hizo doña Sofía con la periodista Letizia, a la que dio todo su apoyo y comprensión ante muchos de los feos que recibió en su día. Y no solo del titular de la Corona, sino también de la familia Borbón e incluso de los amigos del hijo, que le dedicaban apelativos despectivos para dirigirse a ella como “la jolines” o “la periodista”.

Doña Sofía fue la mano amiga dispuesta a suavizar las tensiones que existían en su familia desestructurada y que la princesa Letizia tenía que compartir. La trayectoria afectiva evolucionó a lo que es hoy. Doña Letizia y doña Sofía se respetan, pero no hay la convivencia habitual ni cotidiana que por ejemplo mantiene Paloma Rocasolano con sus nietas. Y otro de los aspectos que también han servido para marcar distancias entre suegra y nuera es la poca visibilidad solidaria que tiene actualmente la Reina emérita.

Cuando dejó de ser la titular consorte de la monarquía también desaparecieron los viajes que siempre hizo a las zonas más desfavorecidas del mundo. La imagen de dona Sofía compartiendo con mujeres que habían accedido a los microcréditos en Latinoamérica, África y Asia nunca se ha vuelto a ver. La reina Letizia prefiere otros retos más cercanos.