La princesa a la que los amigos del príncipe apodaban 'La jolines'

Según la prensa extranjera, la princesa Letizia no tendría buena relación con algunos de los amigos que su marido mantiene desde su época juvenil. Como sucede en todas las parejas, las amistades de cada uno se convierten en comunes y unas veces funcionan y otras pasan a ser el eje de los desencuentros con el consiguiente malestar para los protagonistas.

En el caso de los príncipes y, según se observa en las convocatorias a las que acuden, como bodas y cumpleaños, ha sido Letizia la que en este sentido más ha aportado,  incorporando su mundo de periodistas a la esfera del príncipe. Periodistas como Álex Grijelmo, las hermanas Ónega, Ana Prieto, Cristina Palacio y otros colegas de profesión que suelen frecuentar la Casa de Asturias, pues así denominaban la mansión  Borbón/Ortiz los íntimos con cierta sorna, porque ondeaba una bandera del principado en la entrada de la casa.

En el caso del príncipe, su círculo está formado por apellidos sonoros que han tenido la vida mucho más fácil que la propia princesa, con acceso a los privilegios que da el dinero. Viajes por el mundo siempre en business o aviones privados, coches de lujo y circuito de esquí, playa y montaña en lugares exóticos y privilegiados en fechas en las que el resto de los ciudadanos tienen que trabajar.

Con el tiempo, la princesa se fue adecuando a ese tipo de vida en su calidad de consorte real, pero al principio le chocaban tantos excesos y sobre todo lo insustancial que eran algunos de los amigos de diversión de su marido. Letizia, que había accedido al mundo laboral por méritos propios, no soportaba antes de su matrimonio a los que ella definía  como “niñatos”, que eran precisamente muchos de los integrantes del círculo lúdico del que luego sería su marido. De hecho, antes de iniciar su noviazgo con el heredero, cada vez que tenía que tratar una noticia sobre él comentaba: “¿Otra vez el principito?”

El caso es que las ideas de Letizia periodista, trabajadora, republicana y sindicalista chocaban con las amistades de su marido, que en esos primeros años no estuvieron a la altura. Como las humillaciones no se suelen olvidar, cuando se convirtió en princesa utilizó sus propios métodos para alejarlo de sus amistades, que no eran peligrosas,  como otras que frecuentaba el Rey, pero sí muy simplonas. Quizá tampoco perdonó que en aquellos tiempos esos compañeros de pandilla de Felipe, que después la halagarían hasta lo empalagoso, la bautizaran con el apodo de “La jolines”, al ser esta expresión muy habitual en su vocabulario.