Vendida la mítica Villa Guardamangia, el lugar donde Isabel II fue solo una esposa
El gobierno de Malta ha comprado la emblemática propiedad donde vivieron Felipe de Edimburgo y la soberana británica durante los primeros años de su matrimonio
"Donde fuiste feliz alguna vez / no debieras volver jamás: el tiempo / habrá hecho sus destrozos, levantando / su muro fronterizo / contra el que la ilusión chocará estupefacta". Los versos de Félix Grande cobran vida propia si los aplicamos a la historia vital de la reina Isabel II. Una soberana que lleva en el trono desde 1952, cuando su padre, el rey Jorge VI, falleció. Y sin embargo, aunque pareciera que toda su vida ha estado sentada en el trono británico, hubo un tiempo en que Isabel fue solo una esposa, una madre. Fueron los años de Malta.
Cinco años antes de subir al trono un tanto precipitadamente, la entonces princesa Isabel se había casado (contra viento y marea) con un príncipe de Grecia y Dinamarca, Felipe Mountbatten. Para contraer matrimonio con la heredera al trono británico, Felipe tuvo que cambiar de religión y renunciar al título griego, por lo que el rey Jorge le nombró pocas horas antes de casarse duque de Edimburgo, el título con el que pasará a la historia.
Felipe tuvo un papel destacado como oficial en la marina británica hasta que las obligaciones de su esposa cortocircuitaron su carrera militar. Pero en esos primeros años, el joven matrimonio pudo vivir la ficción de que eran un matrimonio normal. El duque fue trasladado a Malta con la Royal Navy y, con él, su joven mujer y su hijo Carlos. Vivieron allí de forma permanente entre 1949 y 1951 (antes habían permanecido en estancias temporales) en el único lugar donde la reina Isabel ha sido solo una esposa: Villa Guardamangia.
Se trata de un palacete de piedra que data del año 1900 y cuenta con un jardín de 900 metros cuadrados, escenario de algunas de las fotografías míticas del matrimonio. Lamentablemente, hoy se encuentra en estado ruinoso. La última vez que la soberana consiguió verla fue en 1992, durante una de sus visitas oficiales a Malta. Siempre que viaja a ese país, Isabel II recuerda los momentos felices vividos allí, durante la primera parte de su matrimonio.
La casa salió a la venta este verano por seis millones y medio de euros. Tras largas negociaciones con los propietarios, el gobierno maltés ha tomado la decisión de adquirirla para convertirla en una gran atracción turística. La compra se firmó el pasado lunes y no se ha revelado el precio final de la transacción, al que habrá que sumar una ambiciosa restauración de la que también se encargarán las autoridades.
La reina Isabel, poco dada a dejarse llevar por las emociones, sí ha reconocido que el tiempo que pasó en Villa Guardamangia fue el más feliz de su vida. Esa casa es la única fuera del Reino Unido a la que ella ha considerado un hogar. Durante una visita al país en el año 2015, lo recordó en un discurso: "Visitar Malta siempre es muy especial para mí. Recuerdo los días felices aquí con el príncipe Felipe, cuando éramos recién casados".
Situada a las afueras de la capital maltesa, Valetta, es una residencia típica maltesa tradicional (la reina la describió como "una casa de pueblo"), construida con piedra caliza, techos altos, establos y más de seis dormitorios. Se dice que los jardines fueron diseñados por la soberana británica durante su estancia. ¿Quién podrá resistirse a visitarla?
"Donde fuiste feliz alguna vez / no debieras volver jamás: el tiempo / habrá hecho sus destrozos, levantando / su muro fronterizo / contra el que la ilusión chocará estupefacta". Los versos de Félix Grande cobran vida propia si los aplicamos a la historia vital de la reina Isabel II. Una soberana que lleva en el trono desde 1952, cuando su padre, el rey Jorge VI, falleció. Y sin embargo, aunque pareciera que toda su vida ha estado sentada en el trono británico, hubo un tiempo en que Isabel fue solo una esposa, una madre. Fueron los años de Malta.