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Los diamantes de Alfonso XIII: una joya inspirada en 'Los tres mosqueteros' que luce la reina Letizia
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Los diamantes de Alfonso XIII: una joya inspirada en 'Los tres mosqueteros' que luce la reina Letizia

Curiosamente, una de las piezas más famosas del joyero real tiene como origen la novela de Alejandro Dumas

Foto: La reina Letizia, luciendo los diamantes conocidos como chatones. (Getty)
La reina Letizia, luciendo los diamantes conocidos como chatones. (Getty)

A lo largo de los últimos años, nos hemos enamorado de las propuestas de moda que luce la reina Letizia. Sin embargo, aunque nos encante que apueste por firmas asequibles como Mango o Uterqüe, queremos hablar de nuestra auténtica debilidad: sus joyas.

Especialmente en las grandes ocasiones, la Reina opta por increíbles piezas repletas de historia. Una muestra de ello la encontramos en el collar y los pendientes de chatones. Un conjunto de diamantes con un valor económico, pero también sentimental, único. Sus orígenes se remontan a los folletines del periódico francés 'Le Siècle', que de marzo a julio de 1844 fueron narrando las aventuras del joven gascón D'Artagnan en París.

placeholder Retrato de Victoria Eugenia de Battenberg de José Moreno Carbonero en 1912. (Museo Nacional de Arte de Cataluña)
Retrato de Victoria Eugenia de Battenberg de José Moreno Carbonero en 1912. (Museo Nacional de Arte de Cataluña)

Probablemente te suene, ya que dado el éxito que tuvo fue republicada ese mismo año como novela bajo el título de 'Los tres mosqueteros'. Así, Alejandro Dumas creó un fenómeno más allá de lo literario con Athos, Porthos y Aramis, y el joven D'Artagnan en la corte francesa del rey Luis XIII como protagonistas.

De hecho, la moda no escapaba a su influjo, incluyendo las joyas. Por ello, como ocurre en un momento de la novela, desde su publicación a mediados del siglo XIX se hicieron muy populares los collares de estilo 'riviere' crecientes.

"El aniversario de mi llegada a España"

Es decir, al igual que leíamos en 'Los tres mosqueteros', la alta sociedad y la aristocracia de la época popularizaron los collares a los que se iban añadiendo piezas en ocasiones especiales. Un lujo al que no escapó Alfonso XIII, que le regaló a su prometida, Victoria Eugenia de Battenberg, un collar de chatones por su enlace en 1906 que fue ampliándose con el paso de las décadas.

Se trataba de una gargantilla de diamantes de corte brillante tallados de forma redonda y engastados al estilo ruso con garra de platino. Conocido como el collar de chatones (chatón es la forma en la que se engarza la piedra preciosa protegiéndola y permitiendo que se añadan más), Alfonso XIII mantenía la moda del Romanticismo.

Regalando a su amada dos diamantes más por cada ocasión especial, como el nacimiento de un hijo, la Navidad o su cumpleaños. "Todos los años, el 25 de mayo, que es el aniversario de mi llegada a España, me enviaba flores y un regalito", le contó la Reina al escritor Marino Gómez Santos en 1968.

placeholder Reproducción de 1909 del retrato de la reina Victoria Eugenia con manto de armiño, de Joaquín Sorolla. (Museo Sorolla)
Reproducción de 1909 del retrato de la reina Victoria Eugenia con manto de armiño, de Joaquín Sorolla. (Museo Sorolla)

Originalmente, como revela la crónica nupcial del periódico 'ABC' de entonces, contaba con 30 diamantes que lo hacían una gargantilla. Sin embargo, terminó siendo tan largo que llegaba a la cintura de la reina Victoria Eugenia. Por lo que podemos hacernos a la idea de su amplitud.

Una pieza creada por la mítica joyería española Ansorena que se encuentra entre las más valiosas del joyero real. De hecho, se estima que su valor en 1906 era de 145.000 pesetas (casi 900 euros). Toda una fortuna de la que somos aún más conscientes si tenemos en cuenta que, según investigadores como Ricardo Ocaña, se estima que en esa época el sueldo medio eran 3 pesetas al mes (unos 0,03 euros).

Una joya con la que costear el exilio

Uno lujosísimo que collar que, al igual que la propia novela que inspiró su existencia, también vivió numerosas aventuras. Al ir creciendo en tamaño y con el cambio de las modas, la reina Victoria Eugenia decidió dividir este collar en dos (aunque muchos historiadores creen que incluso en más). Uno más largo y otro más corto estilo gargantilla. Además, con dos de los diamantes se crearon dos pendientes, también llamados los pendientes de chatones.

Sin olvidar que, como hicieron numerosos aristócratas o millonarios, este tipo de joyas eran una especie de banco andante. Al necesitar dinero, 'cash', que diría la baronesa Thyssen, no tenías que vender toda la joya. Lo que es más difícil de colocar dado su gran valor y su tamaño. Siempre podías quitar algún diamante suelto que encontraría rápidamente comprador. Así, se cree que logró comprarse tras la II Guerra Mundial su casa en Suiza, Vieille Fontaine.

placeholder La reina Sofía, con uno de los collares de chatones en la boda de Federico y Mary de Dinamarca en 2004. (Getty)
La reina Sofía, con uno de los collares de chatones en la boda de Federico y Mary de Dinamarca en 2004. (Getty)

Sea con más o menos brillantes engarzados, el collar de chatones más grande y los pendientes fueron legados tras el fallecimiento de la reina Victoria Eugenia en 1969 a su hijo don Juan, en el lote conocido como 'joyas de pasar' en usufructo, que posteriormente sería para el rey Juan Carlos I y la reina Sofía. Formando parte del joyero real del que ahora hace uso la reina Letizia.

Mientras, el segundo collar de chatones (el de estilo gargantilla) terminó en manos del infante Jaime (hijo menor de la reina Victoria Eugenia). Quien a su vez se lo regaló a su segunda mujer, Charlotte Tiedemann. La alemana lo subastaría en 1977 en la galería Christie´s de Ginebra, siendo comprado por el joyero español Alejandro Vegapor más de 8 millones de pesetas (unos 110.000 euros), según narraron los periódicos entonces.

"Vuelva a estar de nuevo en España"

"No voy a deshacerme de él, para mí tiene un gran valor sentimental por mi condición de español y monárquico. La única intención que me ha movido es que esta joya vuelva a estar de nuevo en España", explicó entonces Vegapor a 'ABC'.

No sabemos si fue una casualidad, un pacto o un encargo, pero años más tarde la reina Sofía lució por primera vez ese collar 'pequeño' de diamantes en la visita de Estado del presidente de Francia, François Mitterand, en 1982. Logrando que, aunque no unidos en una sola pieza, los collares y pendientes de diamantes que Alfonso XIII regaló a la reina Victoria Eugenia volvieran a compartir joyero.

placeholder Los Reyes de España, durante su visita a Japón. (EFE)
Los Reyes de España, durante su visita a Japón. (EFE)

Centrándonos en doña Letizia, durante su reinado ha usado sobre todo los pendientes de diamantes de chatones al ser más discretos que otras piezas. Sin embargo, también hemos podido verla con uno de los espectaculares collares de diamantes, como en la entronización del emperador Naruhito de Japón en 2019. Se trata de la versión más corta de esta famosa colección de joyas.

Es decir, la que en herencia perteneció al infante don Jaime (tío abuelo del rey Felipe VI) y que se estima está valorada en 600.00 euros solo por sus materiales (sin contar el valor añadido de sus famosos dueños, su valor histórico, etc).

placeholder Los Reyes, durante su visita a Japón en 2019 con doña Letizia luciendo los pendientes de chatones. (EFE)
Los Reyes, durante su visita a Japón en 2019 con doña Letizia luciendo los pendientes de chatones. (EFE)

Sea como sea, lo que está claro es que gracias a Alejandro Dumas el joyero real cuenta con unas increíbles piezas que esperamos ver más a menudo sin necesidades de grandes cenas de Estado o bodas aristocráticas.

Nos encanta la fusión, así que ¿por qué no unir un sencillo vestido negro de Zara a un collar de diamantes centenario? Tesoros históricos como estos diamantes merecen verse siempre que sea posible.

A lo largo de los últimos años, nos hemos enamorado de las propuestas de moda que luce la reina Letizia. Sin embargo, aunque nos encante que apueste por firmas asequibles como Mango o Uterqüe, queremos hablar de nuestra auténtica debilidad: sus joyas.

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