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25 curiosidades de Catalina la Grande: 225 años del fallecimiento de la emperatriz rusa
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25 curiosidades de Catalina la Grande: 225 años del fallecimiento de la emperatriz rusa

Repasamos la historia de vida de la icónica zarina cuando se cumplen 225 años de su fallecimiento: cultura, traiciones, vacunas, amantes y un gobierno inolvidable

Foto: Catalina la Grande, emperatriz rusa. (Archivo)
Catalina la Grande, emperatriz rusa. (Archivo)

Sofía Federica Augusta von Anhalt-Zerbst fue su nombre de nacimiento, pero todos la recuerdan como Catalina la Grande, la emperatriz que dejó huella dentro y fuera de Rusia. Este cambio de nombre se debe a su conversión a la Iglesia ortodoxa, una de las numerosas decisiones que llevó a cabo para conseguir congraciarse con el pueblo ruso. Una trayectoria marcada por su ascenso a un trono que jamás pensó que ocuparía.

Aunque ya hemos analizado las biografías de otras mujeres de la realeza como la reina Julia Clary o Lilian May Davies de Suecia, su historia es de las más trepidantes e interesantes de la realeza y queremos recordarla a través de 25 datos sobre su vida, en la fecha en la que se cumplen 225 años de su fallecimiento.

placeholder Catalina la Grande, emperatriz rusa. (Archivo)
Catalina la Grande, emperatriz rusa. (Archivo)

1. Nombre real

Nació el 2 de mayo de 1729. Hija de Cristián Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst, era un general prusiano que ejercía de gobernador de la ciudad de Stettin en nombre del rey de Prusia, por lo que los orígenes de la princesa Sofía se remontan al seno de una familia noble de un pequeño principado alemán. No en vano, guardaba un cierto parentesco con la familia real sueca, ya que Carlos IX se situaba entre sus antepasados.

2. Educación francesa

Su infancia estuvo marcada por una estricta educación basada en los pensadores franceses, lo que le hizo obtener una nutrida formación de la que haría gala tiempo después, durante su reinado, visiblemente influenciada por la filosofía de los mismos a la hora de tomar decisiones.

3. Matrimonio concertado

placeholder Retrato de Pedro III de Rusia por Lucas Conrad Pfandzelt. (Museo Hermitage)
Retrato de Pedro III de Rusia por Lucas Conrad Pfandzelt. (Museo Hermitage)

Su matrimonio se concertó cuando apenas tenía 14 años de edad. Fue la entonces emperatriz Isabel I, tía de Karl Peter Ulrich, nieto de Pedro I 'el Grande' y conocido posteriormente como el zar Pedro III quien la eligió para casarse con él. En esto, tuvo un importante papel la madre de Catalina, quien no cesó en sus esfuerzos por postular a su hija como la candidata ideal.

4. Alianzas políticas

La elección de Sofía como la futura esposa del zar se dio con el objetivo de fortalecer el vínculo entre Prusia y Rusia y debilitar la influencia de los partidarios de la alianza ruso-austriaca; sin ir más lejos, el canciller Alekséi Bestúzhev-Ryumin, consejero de la entonces zarina Isabel.

5. La gran duquesa

En 1744 comienza una de las dos etapas en las que se podría dividir la vida de Catalina la Grande: su labor como gran duquesa y su función como emperatriz de Rusia. Es en ese año cuando la zarina Isabel I le concede el título de gran duquesa, pero los problemas no tardaría en llegar.

6. La madre de Catalina

placeholder Retrato de Juana Isabel por Anna Rosina de Gasc. (Museos Schloss Gottorf/Cortesía)
Retrato de Juana Isabel por Anna Rosina de Gasc. (Museos Schloss Gottorf/Cortesía)

Aunque la madre de Sofía (Catalina), Juana Isabel de Holstein-Gottorp tuvo un papel trascendental en el hecho de que su hija se casara con el futuro zar; lo tuvo para bien y para mal. Los textos históricos dan buena muestra de que Juana era una mujer interesada y trepa, socialmente hablando, que haría todo lo posible por convertir a su hija en emperatriz de Rusia, hasta tal punto que logró enfurecer a la zarina Isabel I quien decidió expulsarla del país, acusándola de espiar en Rusia para el rey de Prusia; aún así el matrimonio de Catalina la Grande se llevó a cabo.

7. Las enfermedades de Pedro II

El historiador Simon Sebag Montefiore cuenta en su cronología de la historia de los Románov que, aunque en un principio se creía que el matrimonio de Catalina y Pedro podría funcionar por sus orígenes alemanes en común, no tardaron en surgir diferencias irreconciliables. De hecho, estuvieron a punto de no casarse porque Pedro sufrió sarampión y después viruela (lo que posiblemente le dejó esteril) aunque finalmente logró sobrevivir.

8. El matrimonio de Catalina y Pedro

Catalina y Pedro se casaron el 21 de agosto de 1745 en diez interminables días en los que hubo fiestas, banquetes y estuvo presente gran parte de la realeza y nobleza de todo el mundo. Dicen los escritos que durante este tiempo, Pedro no se acercó ni una vez al lecho de su mujer, ni tampoco lo haría después. Era un matrimonio destinado a fracasar, al más puro estilo del príncipe Carlos y Lady Di, porque mientras Catalina era una mujer culta y trabajadora dispuesta a darlo todo por el pueblo ruso, Pedro no se había formado, apenas sabía hablar ruso y carecía de modales.

9. Las extrañas aficiones del emperador

Muy comentadas a lo largo de la historia han sido las aficiones y, en definitiva, la personalidad de Pedro III de Rusia: disfrutaba con los juegos violentos hacia animales u otros miembros de la corte, era un tirano con la guardia palaciega, dedicaba su tiempo a las fiestas continuas y beber alcohol, y solo compartía con su esposa un juego de batalla con su colección de soldados de madera al que la obligaba a jugar durante horas.

10. Catalina, entregada a su pueblo

placeholder Exposición sobre Catalina la Grande en el Hermitage en Ámsterdam. (EFE/Remko De Waal)
Exposición sobre Catalina la Grande en el Hermitage en Ámsterdam. (EFE/Remko De Waal)

Catalina, por su parte, fue siempre muy consciente de que no era rusa y además se sentía en deuda con la zarina Isabel por haberla llevado a esa posición. Así, aprendió rápidamente el ruso, se integró en la corte y se convirtió al cristianismo ortodoxo. De hecho, en sus memorias queda reflejado como, antes de que se levantase el servicio, ella hacia lo propio para estudiar el idioma, yendo descalza de un lado a otro hasta enfermar de pulmonía.

11. Los amantes

No tardó en hacerse patente el distanciamiento de la pareja pues pronto comenzaron a hacer alarde de sus respectivos amantes. Yelizaveta Vorontsova fue una de las primeras de Pedro III y de las más importantes, ya que por ella estuvo a punto de divorciarse de Catalina. Esta mantuvo relaciones con Serguéi Saltykov, Charles Hanbury Williams y Estanislao II Poniatowski, y otros hombres a lo largo de su reinado.

12. La muerte de la zarina Isabel I

El 5 de enero de 1762 muere Isabel I y Pedro sube al trono como Pedro III de Rusia, Catalina se convierte así en emperatriz consorte. Sin embargo, este gobierno no tarda en hacer aguas por la incapacidad política del emperador, quien prefería dedicarse a la caza y otras actividades de ocio que a sus responsabilidades.

Esto, unido a las malas decisiones que tomaba para el pueblo ruso, siempre en beneficio de su lugar de procedencia: Prusia, le hicieron ganarse el odio de la oficialidad y la Iglesia, con quienes, en cambio, mantenía una excelente relación Catalina, que, en este tiempo, se separó todo lo que pudo de su marido de cara a la imagen pública. Una historia que se suma a la leyenda negra de la dinastía Románov, viviendo una de sus últimas descendientes en España.

13. Los hijos de Catalina

placeholder Palacio de Invierno - Museo del Hermitage, donde vivió Catalina la Grande. (EFE/Etienne Laurent)
Palacio de Invierno - Museo del Hermitage, donde vivió Catalina la Grande. (EFE/Etienne Laurent)

Del matrimonio entre Catalina la Grande y Pedro III nacieron dos hijos, el futuro zar Pablo I y Ana Petrovna, que murió cuando era niña. Muchos especulan que Pablo y Ana no eran hijos biológicos de Pedro III, ya que la propia Catalina II de Rusia dejó constancia de ello en sus memorias. Se cree que Serguéi Saltykov es el verdadero padre de Pablo I, pero quien, por entonces, ocupó un lugar preferente en el corazón de Catalina la Grande fue, sin duda, Grigori Orlov.

14. Golpe de Estado

Grigori Orlov fue un noble y militar ruso que dirigió el golpe de Estado que derrocó a Pedro III de Rusia. Aprovechando la ausencia de este último, que dejó en San Petersburgo a su cónyuge, la Guardia Imperial se rebeló y proclamó soberana a la esposa del gobernante. Según la historia, Pedro no tuvo problemas en abandonar el trono y solo pidió poder retirarse a una finca junto a su amante Yelizaveta Vorontsova y su viejo violín.

15. La muerte de Pedro III de Rusia

El hasta entonces emperador falleció poco tiempo después, pero las versiones sobre su muerte son bien distintas en función del historiador que lo cuente. Hay quienes aseguran que fue pasados unos meses, en su casa de Ropsha a manos de Alekséis Orlov (hermano menor de Griogori), otros afirman que apenas habían pasado unos días del golpe de Estado cuando una trifulca en la cárcel acabó con su vida. En cualquier caso, siempre se ha apuntado a Catalina como la persona que ordenó el asesinato, aunque ella nunca lo llegó a reconocer.

16. La coronación de Catalina la Grande

placeholder Soldados rusos observan el busto de la emperatriz Catalina la Grande. (EFE/Anatoly Maltsev)
Soldados rusos observan el busto de la emperatriz Catalina la Grande. (EFE/Anatoly Maltsev)

La coronación de Catalina la Grande tuvo lugar el 22 de septiembre de 1762, cuando tenía 33 años y, aunque algunos eran partidarios de que solo gobernase hasta que su hijo Pablo cumpliese la mayoría de edad, lo hizo hasta su muerte. Su mandato siempre será recordado como aquel que logró modernizar Rusia. Aunque tuvo mejor suerte en política exterior que en interior, logró continuar con la edad de oro del Imperio ruso allí donde lo había dejado Pedro el Grande.

17. Un hijo bastardo

Una vez había consolidado su papel como emperatriz de Rusia, tras la muerte de su marido, Catalina comenzó a hacer gala de su amor por Grigori Orlov. Simón Sebag Montefiore, autor de ‘Los Románov: 1613-1918’, señala en este libro que juntos llegaron a tener un hijo: Alexéi Bobrinski, que fue escondido en casa de uno de sus cortesanos, pero además compartían su día a día como cualquier otro matrimonio y, sin reparos, intercambiaban continuas muestras de cariño.

18. El verdadero amor

Los problemas, en cambio, no tardaron en llegar para la pareja debido, en parte, a las pocas cosas que tenían en común. No así con Grigori Potiomkin, de quien se dice que fue el verdadero amor de Catalina la Grande. Los hermanos Orlov se encargaron de que este no sedujera a la emperatriz llegando, incluso, a arrancarle un ojo (según cuenta la leyenda), pero nada pudo impedir que la pasión por el arte y la cultura que ambos tenían les uniese durante un largo periodo de tiempo en el que se dice, llegaron a oficializar su relación.

19. La 'catadora de amantes'

La vida sentimental y sexual de Catalina la Grande es algo que siempre la ha definido. No son pocas las historias de alcoba que acompañan a este personaje de la historia, pero a menudo han sido exageradas. Si bien es cierto que son muchos los amantes que pasaron por su cama y que, incluso, contaba con una amiga de confianza, la condesa Praskovia, a la que llamaban la 'catadora de amantes', hay muchas falacias en su relato. Semión Zórich, Piotr Zavadovski o Dmítriev-Mamónov son algunos de los nombres que figurarían en su currículum.

20. Platón Zúbov, el Negrito

El último de sus amantes fue un príncipe 40 años más joven que él, llamado Platón Zúbov y apodado el Negrito, con el que se acostó, tras descartar al hermano de este de 18 años de edad, al que llamaban el Niño. Lo curioso es que, según los historiadores, Platón Zúbov se enamoró de la esposa del nieto de Catalina, Alejandro I al que la emperatriz tenía en gran estima y quería dejar directamente el trono sin pasar por las manos de su hijo Pablo, que le recordaba al fallecido Pedro III.

21. Machismo y misoginia

Esta intensa trayectoria amorosa ha sido objeto de críticas machistas y diana de comentarios misóginos desde aquellos tiempos hasta prácticamente nuestros días. En este sentido, hay quienes llegaron a inventar la falsa historia de la muerte de Catalina tras tratar de copular con un caballo para tratar de calmar su insaciable deseo sexual. Nada más lejos de la realidad, Catalina la Grande murió en la madrugada del 17 de noviembre de 1796, al sufrir un derrame cerebral cuando se disponía a tomar un baño. Fue enterrada con una corona de oro en la cabeza y con un vestido de brocado plateado.

22. La importancia de la moda

placeholder Objetos de valor de la dinastía Romanov (1613-1917), que incluyen el espejo doble de la emperatriz Catalina la Grande, en el Hermitage de Ámsterdam. (EFE/Imane Rachidi)
Objetos de valor de la dinastía Romanov (1613-1917), que incluyen el espejo doble de la emperatriz Catalina la Grande, en el Hermitage de Ámsterdam. (EFE/Imane Rachidi)

La moda jugó un importante papel en la vida de Catalina la Grande hasta en su propio funeral. Sus intentos de modernizar todos los aspectos de su vida y la influencia francesa que tenía desde pequeña fueron clave en su vestuario. De tal manera, fue precursora de tendencias y siluetas, sin dejar a un lado los detalles, símbolos y materias propias de Rusia. En sus propias memorias, hace referencia a los vestidos y diseños que lució en varias ocasiones. Para ser sinceros, nunca me he considerado extremadamente bella, pero sé cómo agradar, y creo que ese era mi fuerte”, escribe Catalina en sus textos.

23. Ávida lectora

Como comentamos, la zarina tuvo gran influencia de la cultura francesa desde que era una niña porque su educación se basó en las obras de autores como Montesquieu y Voltaire. Con este último, de hecho, llegó a tener una gran amistad y no dejaba de escribirse con él, especialmente, en sus primeros años en Rusia cuando se sentía sola. Su colección de libros llegó a sumar 44.000 volúmenes, tal y como afirman los historiadores, pero además le encantaba escribir; de ahí que dejara reflejadas sus propias memorias. También elaboró obras de teatro, ópera, texto legislativos e, incluso, cuentos de hadas y fantasía para sus nietos.

24. Pasión por el arte... y la ciencia

El arte fue una constante en la vida de Catalina y, por esta razón, no dejó de coleccionar obras. Van Dyck, Raphael, Rembrandt, Rubens o, incluso, el pintor español Murillo firmaban muchos de los cuadros que colgaban de las paredes del Palacio de Invierno de San Petersburgo. La emperatriz sentó así las bases del Museo del Hermitage y, con el tiempo, reunió hasta 4.000 obras.

Aunque menos entendida que de las artes y las letras, Catalina la Grande también se interesó por la ciencia. Así, su espíritu pionero volvió a relucir cuando, tratando de frenar la viruela que azotaba a su pueblo e incluso en su momento también a su marido, apostó como pionera por la vacunación a través de un médico inglés llamado Thomas Dimdsdale, tiempo antes de que comenzaran a publicarse estudios más fehacientes en lo que respecta a la inmunología.

25. Catalina la Grande en la ficción

placeholder Helen Mirren, caracterizada como Catalina la Grande. (Sky)
Helen Mirren, caracterizada como Catalina la Grande. (Sky)

No son son pocos los directores y productores que han querido llevar la historia de la emperatriz a la ficción y, por lo tanto, numerosas las actrices que se han metido en la piel de tan emblemático personaje: Marlene Dietrich lo hizo en 1934, Mae West en una obra de teatro de 1944, Catherine Zeta-Jones en 1995 y Helen Mirren en una exitosa serie de televisión de 2019. No en vano, es posible que sean muchas más quienes la interpreten porque la historia de vida de Catalina de Grande es dificil de superar e, incluso, de igualar: traiciones, amantes, cultura… y un gran imperio que merecen ser recordados con el paso del tiempo.

Sofía Federica Augusta von Anhalt-Zerbst fue su nombre de nacimiento, pero todos la recuerdan como Catalina la Grande, la emperatriz que dejó huella dentro y fuera de Rusia. Este cambio de nombre se debe a su conversión a la Iglesia ortodoxa, una de las numerosas decisiones que llevó a cabo para conseguir congraciarse con el pueblo ruso. Una trayectoria marcada por su ascenso a un trono que jamás pensó que ocuparía.

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