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Historias de amor reales, los gestos más románticos protagonizados por la realeza
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HAZAÑAS Y SACRIFICIOS

Historias de amor reales, los gestos más románticos protagonizados por la realeza

Aunque no estemos acostumbrados a verles intercambiar muestras de afecto públicas, los miembros de la realeza han protagonizado gestos de lo más románticos

Foto: Grace Kelly y Rainiero III, el día de su boda. (Cordon Press)
Grace Kelly y Rainiero III, el día de su boda. (Cordon Press)

A lo largo del tiempo, muchos príncipes y princesas han tenido que renunciar al amor de su vida por cuestiones dinásticas, pero otros muchos han protagonizado gestos inigualables a fin de permanecer al lado de su amado o amada que, en muchos casos, han llegado a cambiar la historia de una nación por completo. Dejar el trono, abandonar una carrera profesional de éxito o llevar a cabo otros detalles románticos más pequeños, pero del todo significativos, son solamente algunas de sus hazañas.

Si bien es cierto que muchas de ellas son conocidas mundialmente por la repercusión que tuvieron en su momento, otras han pasado desapercibidas, ya sea porque tuvieron un final feliz para los protagonistas o porque se trata de gestos de amor íntimos que solo conocía la pareja en cuestión y su círculo más cercano. Así, repasamos todas aquellas ocasiones en las que la realeza, acostumbrada a sus casi inexistentes demostraciones de afecto en público, protagonizó un gesto romántico.

Eduardo VIII y Wallis Simpson

placeholder Eduardo VIII y Wallis Simpson, el día de su boda. (EFE)
Eduardo VIII y Wallis Simpson, el día de su boda. (EFE)

Cuando hablamos de gestos románticos reales, el primero que nos viene a la cabeza es el que llevó a cabo el hijo mayor de Jorge V de Inglaterra, Eduardo VIII. Se convirtió en rey en enero de 1936, pero renunció al trono en diciembre de ese mismo año. ¿La razón? Se había enamorado de una norteamericana llamada Wallis Simpson que estaba nada menos que divorciada dos veces.

El entonces primer ministro Stanley Baldwin le instó para que abdicara bajo su teoría de que la opinión pública se opondría a tener a Simpson como reina consorte. Así, Eduardo decidió renunciar a la Corona antes que a su mujer y fue su hermano menor, el entonces duque de York, quien le sucedió en el trono, convirtiendo a la actual reina Isabel, que en ese momento tenía diez años, en la segunda en la línea de sucesión.

Nicolás II de Rusia y Alexandra

placeholder Imagen clásica del zar Nicolás II con su familia coloreada por la artista Olga Shirnina. (Archivo)
Imagen clásica del zar Nicolás II con su familia coloreada por la artista Olga Shirnina. (Archivo)

La opinión del pueblo fue, precisamente, uno de los motivos que llevaron al zar Nicolás II a abandonar el trono, pero, en este caso, de manera forzosa por una revolución que ignoraba que se sucedería pues su perspectiva era completamente diferente a la del resto de la gente y tiene mucho que ver con su esposa, la zarina Alexandra.

Aunque fueron muchas las causas, uno de los detonantes de la Revolución rusa fue la creciente impopularidad de la esposa del zar Nicolás por, entre otras cosas, la influencia que ella ejercía sobre el monarca. El pueblo ruso la condenó desde el primer momento dados sus orígenes, pero también sus propias familias que trataron de impedir esta historia de amor sin éxito, ya que el propio zar confesaba en su diario estar "profunda y sinceramente enamorado".

Mohamed V, rey de Malasia

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En lo que respecta a abdicaciones por amor, una de las más recientes es la protagonizada por el rey de Malasia hace apenas dos años. Mohamed V, sultán de Kelantan, se convertía en el primer monarca del país asiático que renunciaba al trono antes de completar su peculiar mandato de cinco años en el trono rotatorio para vivir un feliz matrimonio con Oksana Voevodina, una joven rusa de 25 años ex Miss Moscú con la que el rey se había casado meses antes.

Grace Kelly y Rainiero de Mónaco

placeholder Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)
Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)

No todos los sacrificios que se han hecho en la realeza por amor han tenido que ver con abandonar el trono o renunciar a la corona. El caso de Grace Kelly es buen ejemplo de ello pues, cuando se encontraba en uno de los mejores momentos de su carrera profesional, consolidada como la reina de Hollywood en los años 50, lo dejó todo para casarse con el príncipe Rainiero III de Mónaco quien le impuso esta condición.

Más tarde, sería su sucesora como primera dama de Mónaco quien haría lo propio: Charlène. Además de por las continuas lesiones que le impidieron seguir con su carrera deportiva, el hecho de casarse con el príncipe Alberto impulsó que dejase su profesión como nadadora profesional para dedicarse a las labores del principado.

Bertil de Suecia

placeholder El príncipe Bertil, el día de su boda con Lilian May Davies. (Cordon Press)
El príncipe Bertil, el día de su boda con Lilian May Davies. (Cordon Press)

Entre las historias de amor más románticas de la realeza, hay que destacar la del príncipe Bertil de Suecia, tío del actual rey Carlos XVI Gustavo. Bertil conoció a Lilliam May, una trabajadora de una fábrica de radios y voluntaria de hospital, durante la Segunda Guerra Mundial, pero sus padres, el rey Gustavo Adolfo VI, y su madre, la reina Margarita de Connaught, nieta de la reina Victoria, tenían grandes planes para su matrimonio, aunque él estaba dispuesto a renunciar a todo.

No pudo hacerlo porque su hermano -el príncipe heredero- falleció en un accidente de avión y su sobrino tan solo tenía un año, por lo que su padre se encargó de convencerle para que no renunciara a sus derechos dinásticos por si tenía que ejercer de regente. El destino quiso que, tres más de tres décadas viviendo su romance en secreto, pudieran convertirse en marido y mujer en una boda histórica en la que Bertil ya tenía 64 años y Lillian 61.

La reina Victoria

placeholder La reina Victoria y el príncipe Alberto. (Getty)
La reina Victoria y el príncipe Alberto. (Getty)

Si hay alguien que se caracterizó por la devoción que sentía por su esposo, esa fue la reina Victoria. Durante los años previos a su reinado conoció a su adorado príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha y fue amor a primera vista. Desde el principio, formaron un matrimonio ejemplar basado en la confianza y el respecto, del que nacieron nueve hijos, pero su muerte supuso que la reina se entregase a un pesado luto que, incluso, llevó a temer por su salud mental.

Cuando él murió a los 42 años en 1861, tras 22 años juntos, ella se hundió estrepitosamente. Cuatro décadas después, seguía vistiendo el traje de luto negro que daba buena muestra de su amor eterno y se convirtió en un icono estilístico por el que se hizo todavía más famosa.

A lo largo del tiempo, muchos príncipes y princesas han tenido que renunciar al amor de su vida por cuestiones dinásticas, pero otros muchos han protagonizado gestos inigualables a fin de permanecer al lado de su amado o amada que, en muchos casos, han llegado a cambiar la historia de una nación por completo. Dejar el trono, abandonar una carrera profesional de éxito o llevar a cabo otros detalles románticos más pequeños, pero del todo significativos, son solamente algunas de sus hazañas.

Grace Kelly Rey Carlos Gustavo de Suecia
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