Los 25 años de Alexandra de Hannover, la heredera inesperada del estilo de su madre, Carolina de Mónaco

Este sábado, la princesa Alexandra de Mónaco cumple 25 años convertida en la heredera inesperada del estilo de su madre, Carolina de Mónaco. Una fecha que celebra siendo la única princesa de los cuatro hijos de Carolina y, por tanto, la única con tratamiento de alteza real.

El título se lo debe a la rama paterna, los Hannover, por la que además estuvo en la línea de sucesión al trono del Reino Unido hasta hace unos años, cuando renunció a sus derechos dinásticos al abrazar la fe católica.

Alexandra nacía un 20 de julio de 1999, solo seis meses después de la boda de sus padres, que tuvo lugar en la más estricta intimidad en el Palacio Grimaldi y de la que se informó a través de un escueto comunicado.

Era la tercera boda de ella, la segunda de él. Y aunque la relación no había estado exenta de polémica -por el carácter conflictivo de Ernesto y sus conocidos problemas con el alcohol-, se casaban felices y convencidos de que sería para siempre. Y, aunque llevan 15 años años sin ser un matrimonio a efectos prácticos, siguen casados debido, principalmente, a la negativa de la princesa a firmar el divorcio por motivos relacionados con el patrimonio familiar.

La joven se vio durante años en medio del conlicto entre su padre, el príncipe Ernesto de Hannover y su hermano mayor, Ernesto Jr. Un castillo perteneciente al patrimonio familiar fue el punto de discordia entre padre e hijo y desde entonces, la relación es nula. No solo los cruces de acusaciones han sido graves, sino que además el asunto llegaba hace un par de años a los tribunales.

Con Christian, su hijo pequeño, la relación parece algo mejor desde que, hace tres años, se reconciliaran en Ibiza. Pasaron un tiempo bastante distantes, pero, también gracias al nacimiento de los hijos de Christian y Sassa de Osma y el hecho de que Ernesto pase bastante tiempo en Madrid, consiguieron limar asperezas.

De Alexandra no hay constancia de que tenga una relación fluida con su padre. De hecho, da más la sensación de que ha cerrado filas en torno a sus hermanos, puesto que son varias las ocasiones en las que se ha visto con Ernesto y Ekaterina o con Christian y Alessandra. En cambio, son frecuentes sus apariciones públicas también junto a los Grimaldi, por lo que parece que con el único con el que no tiene un trato continuo es con su progenitor.

Su presencia en los actos sociales del Principado es cada vez mayor y ya no hay evento que se precie sin que aparezca del brazo de su apuesto novio, el alemán Ben-Sylvester Strautman, con el que sale desde 2017.

Precisamente, todos esos eventos han servido para ver cómo ha afianzado personalidad a la hora de vestir. Alexandra ha crecido con tres grandes referentes de belleza: su abuela, Grace Kelly; su madre, Carolina de Mónaco; y su hermana, Carlota Casiraghi. Las tres suelen ser etiquetadas como paradigmas del glamour y parece que Alexandra comienza también a conseguir la misma etiqueta.

El estilo de Alexandra de Hannover

La hija pequeña de Carolina de Mónaco, es una mujer con estilo propio, algo difícil de conseguir cuando tu madre y tu hermana son dos de las mujeres más seguidas a nivel mundial. Sobre todo su madre, que libre de ataduras o contratos con las marcas que sí ha tenido Carlota, ha sido fiel a los diseños de su amigo Karl Lagerfeld.

En cada evento del Principado demuestra que no pretende imitar a nadie, todo lo contrario. En París siempre está en las primeras filas de los desfiles de moda y se puede detectar su interés por las tendencias. Sí, le viene de familia, pero también hay una clara intención por demostrar qué es.

Porque Alexandra de Hannover habla a través de sus looks, demostrando una personalidad de carácter boho, ayudando a su familia llevando looks de Philippa 1970, la marca de su cuñada Sassa, y un conocimiento del sector vistiendo de Dior, Giambattista Valli o Chloé.

Así como Beatrice, embajadora de Dior, es muy Lady o Charlotte, sofisticada a la par que bohemia, ella combina lo casual con toque preppy o se viste de princesa para las galas. Oscila con más libertad, pero siempre adecuada a las circunstancias.