De Maud Angelica Behn a Lord Ivar Mountbatten: royals que han aportado visibilidad LGTBI a la monarquía sin renunciar a su identidad
En los últimos años, varios han desafiado el hermetismo de la institución haciendo pública su pertenencia al colectivo. Lo han hecho con valentía, desde países muy distintos y con contextos muy dispares
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En una institución donde la tradición pesa más que el protocolo, vivir abiertamente la diversidad sigue siendo un gesto revolucionario. Esta semana, con el Orgullo tiñendo de arcoíris ciudades de todo el mundo, una voz inesperada se ha sumado al colectivo: Maud Angelica Behn, nieta del rey Harald V de Noruega e hija de la princesa Marta Luisa, ha revelado públicamente que es bisexual. Y lo ha hecho con el soporte de su progenitora, quien la ha acompañado a las distintas marchas de Oslo.
Con solo 21 años, Maud no solo es uno de los miembros más jóvenes de la familia real noruega, sino también una figura muy querida en su país. Desde el trágico suicidio de su padre, Ari Behn, en 2019, ha demostrado una madurez poco habitual en alguien de su edad, convirtiéndose en un referente emocional y generacional. Su mensaje ha sido claro: "Me identifico como bisexual. Quiero ser abierta sobre ello porque creo que la representación importa". Y lo hace desde una monarquía que, si bien es progresista, no está acostumbrada a este tipo de declaraciones personales entre sus miembros.
Pero Maud no está sola. En los últimos años, varios royals -de sangre o de título- han desafiado el hermetismo de la institución monárquica haciendo pública su pertenencia al colectivo LGTBI. Lo han hecho con valentía, desde países muy distintos y con contextos muy dispares, pero todos con un punto en común: han sacudido una de las estructuras sociales más conservadoras del mundo dando un aire moderno y rompiendo tabúes.
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Lord Ivar Mountbatten, primo tercero del rey Carlos III de Inglaterra, se convirtió en 2016 en el primer miembro de la familia real británica - eso sí, sin rango activo- en declararse gay. Dos años después, hizo historia al casarse con su pareja, James Coyle, en su mansión de Devon. Fue una boda discreta, pero cargada de simbolismo puesto acudieron sus hijas y su exmujer, que incluso lo acompañó al altar. Aunque no tenga funciones oficiales, su apellido pesa. Y con él, rompió un silencio histórico en una familia donde la discreción ha sido siempre sinónimo de supervivencia.
Si ser royal y vivir abiertamente la homosexualidad es complejo en Europa, en Asia puede ser una auténtica revolución. Que se lo digan al príncipe Manvendra Singh Gohil, de la antigua familia real de Rajpipla, en la India. En 2006 declaró abiertamente su homosexualidad en un país donde era delito ser gay hasta 2018. Su familia lo desheredó. Él respondió creando una fundación para jóvenes LGTBI sin hogar y convirtiendo parte de su palacio en un refugio para ellos. Hoy es una de las voces más activas del activismo queer en el sur de Asia. También no de los pocos royals del mundo que ha usado su estatus no para ocultar, sino para visibilizar.
En la corte de los Habsburgo, el archiduque Luis Víctor de Austria destacó por algo más que su parentesco con el emperador Francisco José.También era conocido por su orientación sexual, algo que, aunque nunca dijo en voz alta, todos sabían. El escándalo estalló cuando fue sorprendido en unos baños masculinos que utilizaban, normalmente, hombres homosexuales. Esto provocó su retiro forzoso a Salzburgo. Allí pasó el resto de su vida, lejos del protocolo y la vida pública. Así, en la actualidad, su figura se reivindica como la de uno de los primeros royals en vivir -aunque en la sombra- su diferencia dentro de una institución que castigaba cualquier disidencia.
Así, el caso de la vástago de Marta Luisa de Noruega es el más reciente, pero no el único. Poco a poco, y sin estridencias, algunos miembros de la realeza han comenzado a mostrar que la diversidad también tiene lugar entre apellidos históricos, palacios y grandes linajes. Porque, al final, la identidad no entiende de protocolos, y la verdad personal, cuando se vive sin miedo, también puede hacer historia.
En una institución donde la tradición pesa más que el protocolo, vivir abiertamente la diversidad sigue siendo un gesto revolucionario. Esta semana, con el Orgullo tiñendo de arcoíris ciudades de todo el mundo, una voz inesperada se ha sumado al colectivo: Maud Angelica Behn, nieta del rey Harald V de Noruega e hija de la princesa Marta Luisa, ha revelado públicamente que es bisexual. Y lo ha hecho con el soporte de su progenitora, quien la ha acompañado a las distintas marchas de Oslo.