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¿Pero quién es en realidad Kanye West, el nuevo mesías de la América negra?
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POLÍTICA

¿Pero quién es en realidad Kanye West, el nuevo mesías de la América negra?

Es el responsable de haber definido el sonido de la música contemporánea, pero su ambición va más allá del arte y la política: "Quiero crear un nuevo paradigma en la humanidad"

Foto: Kanye West y Kim Kardashian. (Reuters)
Kanye West y Kim Kardashian. (Reuters)

Kanye West dice que quiere ser presidente de los Estados Unidos. Para la mayoría, lo que le falta al país es otro ególatra iluminado que no tiene ni idea de política y maneja la Casa Blanca como un reality show. Para un sector nada desdeñable, solo la idea de imaginarse a Kim Kardashian de primera dama merece darle una oportunidad. Para sus seguidores (que también son legión), lo que diga Kanye va a misa. Y la prensa seria le recuerda que además de quererlo tiene que rellenar todos los papeleos de la FEC (Federal Election Comission), cosa que todavía no ha hecho y se le vienen los plazos encima. ¿Y ustedes qué opinan? ¿Será el último tirabuzón de la era del más difícil todavía en la banalización de la política internacional? ¿O el salvador de un mundo al borde del apocalipsis? Les vamos a dar algunas de las claves de la vida del tan visionario como extravagante rapero que, a los 43 años, se ha propuesto tomar las riendas de la narrativa de su país y, a poder ser, del mundo.

Para explicar su temperamento, sirva el detalle de que Kanye Omari West (Atlanta, 1977) ha desterrado una palabra de su vocabulario: ambición. ¿Por qué? Porque, tal como explicó en una entrevista para 'GQ' el pasado enero, esa palabra tiene una connotación de que es algo inalcanzable. Y él, en ese sentido, prefiere no ponerse límites y hasta desdeña el lenguaje verbal como concepto. “Tenemos que hacer cosas que dejen a la gente sin palabras. Hacer cosas a un nivel que nadie pueda decir nada”, declaraba en esa entrevista en la que también aseguraba que lo que pretende no es ni arte ni política sino crear “un nuevo paradigma en la humanidad”. Mudas y mudos nos quedamos.

placeholder Kanye West, rodeado de medios de comunicación. (EFE)
Kanye West, rodeado de medios de comunicación. (EFE)

¿Qué se podría esperar de este cambio de paradigma? Su barroca peripecia vital lanza muchos mensajes contradictorios. Ha sido el niño bonito del hiphop y puede decirse que es el responsable de haber definido el sonido de la música contemporánea. Como jovencísimo productor hizo maravillas con los samples de los clásicos en sus primeros años en Chicago y como cantante ha explorado terrenos ignotos del sonido. 140 millones de discos vendidos y 21 Grammys lo avalan. Y casi todas sus aventuras empresariales (como Yeezy, la marca de ropa que, solo en las zapatillas realizadas en colaboración con Adidas, le reportó 140 millones de dólares en 2019) le salen requetebién.

Hasta ahí todo bien... pero Kanye tiene problemas para aceptar el disenso, algo importante en democracia. Cuando los Grammy no lo han premiado como según él merece, ha montado en cólera o incluso ha subido al escenario igualmente a por un premio que, según él, le pertenecía. Amplió la costumbre incluso cuando no le tocaba a él, como su célebre interrupción en el discurso de la entonces todavía cándida Taylor Swift allá por 2009, pues consideraba que debía ganar Beyoncé. Lo mismo sucedió con su fortuna, que él decidió valorar en más de 1.000 millones de dólares, pero Forbes le contradijo y también cargó contra la revista. ¿Se imaginan que después de las elecciones decide mudarse a la Casa Blanca aun sin ser presidente electo?

placeholder Kim Kardashian habla en presencia de Donald Trump. (Reuters)
Kim Kardashian habla en presencia de Donald Trump. (Reuters)

Y hablando de domicilios, también fue por libre cuando empezó a construir en su casa de Calabasas (California) unas misteriosas cúpulas inspiradas en el planeta de Tatooine de Star Wars, que aseguraba eran un laboratorio para desarrollar un proyecto de viviendas para gente de pocos recursos (“un Zara de las casas”, dijo en su momento). Las autoridades dictaron en septiembre de 2019 que tenía que echarlas abajo por incumplir las normativas. Lejos de amilanarse, se compró un inmenso rancho en Cody (Wyoming), donde ha creado lo que llama el “Yeezy campus”, cría sus propias ovejas para tener tejido para sus colecciones de ropa y ha abierto un gigantesco solar para sus creaciones arquitectónicas, en las que ha metido en el ajo al legendario artista estadounidense James Turrell, experto en el estudio de la luz, para que ilumine a este iluminado (y que, se rumoreó, podría pertenecer a los illuminati). ¿Alguien da más? Sí: él mismo.

placeholder El rapero, en una fiesta. (Reuters)
El rapero, en una fiesta. (Reuters)

Si nos paramos a analizar su ideología política, Kanye tiene un buen rosario. Famosa fue su visita al despacho oval para mostrar su admiración por Donald Trump, con gorrita roja de Make America Great Again incluida. Hasta el propio presidente parecía incómodo con la fe que el rapero le profesaba y lo inconexo de sus frases. Ahora, debido al movimiento Black Lives Matter, ya no está tan de acuerdo con sus políticas y se lanza como rival de su exídolo. Según CNN, su apuesta política se definiría como una mezcla entre las maneras de Trump y el mensaje de Bernie Sanders. Una bomba de relojería. Los expertos predicen que podría arrasar con los votantes de raza negra, aunque el bueno de Kanye también ha tenido sus más y sus menos con la cuestión racial. Primero se coronó al decir en pleno telemaratón para el huracán Katrina y saltándose el guion que "a George W. Bush no le importan los ciudadanos de raza negra”. Luego se inmoló diciendo que 400 años de esclavitud no podían ser solo culpa de una de las partes.

En lo que sí que no tiene matices es en su sentimiento religioso. Él mismo parece concebirse más como un mesías que como un político. Ha creado su propio grupo de gospel para las misas a las que acude. Sus últimos álbumes han estado dedicados a la fe (desde la gira 'Saint Pablo Tour' al disco de 2019 'Jesus is King') y considera que ha tenido varias revelaciones a lo largo de su existencia: la primera fue un accidente de coche que casi acaba con su vida en 2002 (que le tuvo sellada la mandíbula y hasta grabó canciones en ese estado); la segunda, la muerte de su madre en 2007 por una mala praxis en cirugía estética (y de la que se sintió culpable), y la tercera, el problema psiquiátrico que sufrió en 2016, que le hizo abandonar el escenario en pleno concierto para ingresar en el UCLA Medical Center de California. A pesar de haber reconocido su bipolaridad, sus ataques de ansiedad y sus intentos de suicidio, prefiere no tomar medicación, sino creer en el efecto balsámico del aire puro, la diversión, el espacio y la inspiración.

Y de su relación con las Kardashian, de sus cuatro hijos con Kim (antes estuvo prometido con la diseñadora Alexis Phifer y salió con Amber Rose) y de su extravagante vida de multimillonarios ya hemos hablado y escrito demasiado. Así que, con toda esta información, ¿votaría usted por él? Recuerden que 2020 es el año de lo imposible. Y de aquí a noviembre, cuando se celebrarán las elecciones, todavía pueden pasar muchas cosas.

Kanye West dice que quiere ser presidente de los Estados Unidos. Para la mayoría, lo que le falta al país es otro ególatra iluminado que no tiene ni idea de política y maneja la Casa Blanca como un reality show. Para un sector nada desdeñable, solo la idea de imaginarse a Kim Kardashian de primera dama merece darle una oportunidad. Para sus seguidores (que también son legión), lo que diga Kanye va a misa. Y la prensa seria le recuerda que además de quererlo tiene que rellenar todos los papeleos de la FEC (Federal Election Comission), cosa que todavía no ha hecho y se le vienen los plazos encima. ¿Y ustedes qué opinan? ¿Será el último tirabuzón de la era del más difícil todavía en la banalización de la política internacional? ¿O el salvador de un mundo al borde del apocalipsis? Les vamos a dar algunas de las claves de la vida del tan visionario como extravagante rapero que, a los 43 años, se ha propuesto tomar las riendas de la narrativa de su país y, a poder ser, del mundo.