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Maureen O'Hara, la belleza que se enfrentó a la prensa rosa y se negó a ser chica florero
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falleció hace cinco años

Maureen O'Hara, la belleza que se enfrentó a la prensa rosa y se negó a ser chica florero

La estrella, que este año habría cumplido 100 años, fue una adelantada a su tiempo al ser coadministradora de una línea aérea y luchar para que Hollywood le diese mejores papeles que los de chica florero

Foto: Maureen O'Hara, en una imagen publicitaria. (Cordon Press)
Maureen O'Hara, en una imagen publicitaria. (Cordon Press)

Estos últimos años nos han ido dejando sin presencias vivas del Hollywood dorado, de aquella época de estudios, star system y películas fabricadas en serie que acababan siendo auténticas obras maestras. Doris Day, Kirk Douglas, Olivia de Havilland... Los nombres son numerosos. Este 24 de octubre se cumple un lustro de la muerte de una pelirroja de relumbrón, Maureen O'Hara, a los 95 años. Para aquellos incautos a los que no le suene su nombre, habría que decir que Terenci Moix la definió (y dio en el clavo) como 'odalisca' fordiana en alusión a las muchas películas que protagonizó para John Ford.

O'Hara tan pronto era una madre estricta en 'De ilusión también se vive' (1947) como una explosiva tentación para el pirata encarnado por Tyrone Power en 'El cisne negro' (1942). "Espero que sea de plata o de oro y no algo sacado de la cocina", exclamó ante Liam Neeson y Clint Eastwood cuando recogió el Oscar honorífico, el premio que la Academia le había negado durante toda su carrera, en noviembre de 2014. Aquel exabrupto fue otra prueba de la fuerza arrolladora que poseía en pantalla y en su vida personal. Nadie que osase desafiarla se iba de rositas.

Nacida en la Irlanda de los años 20, la Maureen joven era lo que los anglosajones llaman un 'tomboy', una chica de pelo rojo aficionada a los deportes que también tenía tiempo para cantar ópera, afición que le venía de familia porque fue esa la profesión de su madre. Su oportunidad de oro en la gran pantalla llegó de la mano del orondo Charles Laughton, que la impuso en el reparto de 'Posada Jamaica', de Alfred Hitchcock. Después llegó la llamada de Hollywood y otra película al lado de Laughton, 'Esmeralda, la zíngara', una adaptación canónica de 'El jorobado de Notre Dame' de Víctor Hugo para la RKO. En la meca del cine pronto la apodaron la 'reina del Technicolor' . A los jefazos de los estudios les suponía un trabajo añadido ver en ella algo más que una belleza irlandesa de enormes ojos y escasas cualidades interpretativas. No pensó lo mismo John Ford, que la convirtió en la hermana mayor, triste y rebelde de aquel adorable niño que fue Roddy McDowall en '¡Qué verde era mi valle!' al inicio de su carrera.

placeholder John Wayne y Maureen O'Hara. (Cordon Press)
John Wayne y Maureen O'Hara. (Cordon Press)

Amiga de John Wayne y verso libre

Cuentan las leyendas hollywoodienses que la actriz se encontró por primera vez con el que sería su media naranja en el cine, John Wayne, durante una de las peores borracheras del Duque. Maureen acompañó al legendario vaquero de 'La diligencia' (1939) a su casa mientras él iba dando tumbos. Él nunca olvidó aquel detalle que forjó una camaradería especial entre ambos que se vería reflejada en joyas dirigidas por Ford como 'Río Grande' (1950) o 'El hombre tranquilo' (1952). Su estrella llegó hasta la década de los 60 y aún vivió sus últimos estertores de gloria en películas como la disneyana 'Tú a Boston y yo a California'.

Ya entonces, Maureen no era un personaje cómodo para la industria. Abominaba de los papeles de mujer florero por más que muchas de aquellas películas en Technicolor que protagonizaba le confiriesen una belleza que parecía de otro mundo. Inestable en sus relaciones, se casó tres veces. El primer matrimonio, con George H.Brown, solo duró dos años al coincidir con su salto a Hollywood. El segundo, con Will Price, se prolongó de 1941, el año que protagonizó '¡Qué verde era mi valle!', a 1953.

placeholder Maureen O'Hara, en glorioso Tecnicolor. (Fox)
Maureen O'Hara, en glorioso Tecnicolor. (Fox)

Cansada de los hombres, la pelirroja indómita no volvió a casarse hasta 1968, cuando contrajo matrimonio con el copropietario y fundador de la línea Antilles Boat Airline, Charles F. Blair. Esta sería su relación más feliz; tan dichosa que la actriz incluso ejerció de coadministradora de la línea aérea en una época en la que las mujeres no podían decir ni mu. El amor de Blair no fue ninguna tontería, ya que incluso bautizó un avión con el nombre Reina de los Cielos en su honor. Lamentablemente, un accidente de aviación acabó con la vida de él y dejó a la actriz viuda el 2 de septiembre de 1978.

placeholder Maureen O'Hara, en 1952. (CP)
Maureen O'Hara, en 1952. (CP)

La irlandesa superó la tristeza con la misma entereza que había demostrado en otras ocasiones. Por ejemplo, en aquella ocasión en la que desafió a la prensa rosa. En 1957, una revista sensacionalista publicó que había sido vista con un amante en el teatro y en una situación embarazosa. La mera insinuación de que habían hecho el amor públicamente bastó para que pusiese una demanda a la publicación y probase que, ese día, ella se encontraba en la España de Franco. Como era de esperar, ganó la batalla contra el medio.

placeholder O'Hara, en los últimos años de su vida. (CP)
O'Hara, en los últimos años de su vida. (CP)

Retirada en los años 90, cuando Maureen recogió su Oscar en 2014 incluso gruñó, desde su silla de ruedas, a los organizadores que tuvieron la osadía de interrumpir su discurso. Genio y figura hasta el final, en una ocasión definió cuál era su principal cualidad como estrella, el rasgo que más destacaba en ella. "El infierno y el fuego en mí. Vinieron como un conjunto".

Estos últimos años nos han ido dejando sin presencias vivas del Hollywood dorado, de aquella época de estudios, star system y películas fabricadas en serie que acababan siendo auténticas obras maestras. Doris Day, Kirk Douglas, Olivia de Havilland... Los nombres son numerosos. Este 24 de octubre se cumple un lustro de la muerte de una pelirroja de relumbrón, Maureen O'Hara, a los 95 años. Para aquellos incautos a los que no le suene su nombre, habría que decir que Terenci Moix la definió (y dio en el clavo) como 'odalisca' fordiana en alusión a las muchas películas que protagonizó para John Ford.

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