Ryan Gosling, los 40 de un galán cool: del amor-odio por Rachel McAdams a su insólito trabajo como hostelero
Es uno de los actores más reconocidos por el Hollywood del siglo XXI y muchos aseguran que es el nuevo Brando. Repasamos los logros profesionales y los recovecos sentimentales del protagonista de 'La La Land'
"Fue una experiencia extraña: rodar una historia de amor y no llevarte bien con tu compañera. Dos años después nos encontramos en Nueva York y comenzamos a pensar que, quizás, estábamos equivocados el uno con el otro". Wikipedia recoge esas declaraciones que hizo Ryan Gosling, en su día, sobre Rachel McAdams, compañera de reparto primero (en la azucarada pero sin embargo icónica 'El diario de Noa') y novia después. "Entramos en una habitación con uno de los productores y empezaron a gritarse sin parar. Desistí. En ese momento, estaba fumando un cigarrillo y todo el mundo salió como 'todo está bien, vamos a hacerlo'. Y después de eso todo mejoró. Ellos lo hicieron, el resto del rodaje fue viento en popa y todo estuvo más calmado", recordaba el director de la película, Nick Cassavetes, sobre ese 'feud' que vivió en primera persona, sorprendido de que, un par de años después, los protagonistas de la pelea se acabasen enamorando.
Aquel Ryan Gosling parece, al menos en lo personal, muy distinto al de ahora. Pareja de Eva Mendes desde 2011 y padre de dos niñas (nacieron en 2014 y 2016, respectivamente), este jueves cumple 40 años más como un padre de familia americana que como el divo canalla a lo Marlon Brando que muchos han visto en su trabajo y, a menudo, en su vida personal.
A Ryan Gosling le gusta montar a caballo, jugar al ajedrez y regenta un restaurante marroquí llamado Tagine, que hace las delicias de los habitantes de Beverly Hills. Hace unos años se lo compró al primo de uno de sus mejores amigos y desde entonces se empeñó en reformarlo y en construir un paraíso gourmet que sacia aquellos apetitos que no tienen que ver con el cine. A mediados de los 2000 también hizo las veces de cantante y tuvo su propia banda de rock indie, Dead Man's Bones. Ha sido, como se suele decir, un chico que valía para todo.
Nacido en Ontario, Canadá, en 1980, Gosling fue uno de esos niños a los que sus padres llevan de casting en casting con la esperanza de que, como mínimo, participen en algún 'Club Disney'. En su caso consiguieron que formase parte del 'Mickey Mouse Club' . Poco después, la televisión lo acogía definitivamente en su seno con series como 'El joven Hércules'. Rubio, de facciones duras y mirada hermética, nada hacía sospechar que Hollywood se fijaría en él hasta que 'El diario de Noa' se convirtió en el 'sleeper' (ese nombre que utilizan en Hollywood para las películas por las que nadie apuesta pero acaban siendo un taquillazo) de 2004; en la película que hizo suspirar a esos románticos que tienen más que ver con Meg Ryan que con Gustavo Adolfo Bécquer. Y aunque, como él mismo dijo, se llevó a matar con la coprotagonista, una enérgica Rachel McAdams en modo Regina George y 'chica mala', con el tiempo se enamoraron y se convirtieron en la pareja real que esperaban los fans de 'Noa'. Conscientes de la expectación que generaba su noviazgo, recrearon su icónico beso bajo la lluvia en los MTV Movie Awards de 2005. Antes de eso, Gosling había salido con Sandra Bullock, con la que llegó a estar unos dos años entre 2002 y 2003.
Tras un reencuentro que tuvo lugar en Nueva York allá por 2005, Rachel McAdams y Ryan Gosling se dieron cuenta de que su enemistad igual provenía de una tensión sexual no resuelta. Los dos se dieron cuenta de que, en este caso, del odio al amor también hay un paso. La protagonista de 'Spotlight' vivió de cerca el salto cualitativo y cuantitativo en la carrera del actor. Cuando críticos como Rogert Ebert lo calificaron como uno de los mejores actores de su generación gracias a películas como 'Half Nelson' (2006), en la que interpretaba a un profesor de secundaria adicto a las drogas, Hollywood supo que Gosling tenía mucho que ofrecer. A McAdams no le ofreció tanto, ya que su relación se terminó en 2008. Tres años más tarde, comenzaría a salir con Eva Mendes. Por esas mismas fechas, inicios de los 2010, también vivió un boom inesperado en su carrera. Desde su silente y taciturno conductor de 'Drive' al guaperas con gracia de 'Crazy, stupid, love', el actor culminó el paso de bombón de carpeta a actor indie y, más tarde, estrella reconocida por la industria. Como pasó unos años antes con Scarlett Johansson, entre 2010 y 2011, parecía que Ryan Gosling hiciese una película nueva cada dos meses, ya que su cara no dejó de aparecer en pósteres, carteleras y anuncios cinematográficos en las calles de las grandes ciudades. Pero el público parecía no cansarse de verlo.
En la última década ha prestado su cara y su solvencia a fenómenos como el de 'La La Land', que lo reunió con su eterna compañera de reparto, Emma Stone, y asentó su imagen de icono millennial. A Damien Chazelle, que recibió un Oscar por dirigir el célebre musical que homenajeó al viejo Hollywood, le gustó tanto trabajar con él que lo convirtió en el astronauta Neil Armstrong en la incomprendida 'First Man'.
Nuevo Brando para unos, actor inexpresivo para otros. Reclamo sexual o chico con mucho gimnasio a sus espaldas para aquellos que miran a los actores con una lupa más superficial. Lo cierto es que Ryan Gosling ha llegado al cine para quedarse y que, en una época en la que escasean las grandes estrellas, él es uno de esos actores a los que cualquiera, niños, niñas, jóvenes, ancianos y ancianas, saben reconocer. Por algo será.
"Fue una experiencia extraña: rodar una historia de amor y no llevarte bien con tu compañera. Dos años después nos encontramos en Nueva York y comenzamos a pensar que, quizás, estábamos equivocados el uno con el otro". Wikipedia recoge esas declaraciones que hizo Ryan Gosling, en su día, sobre Rachel McAdams, compañera de reparto primero (en la azucarada pero sin embargo icónica 'El diario de Noa') y novia después. "Entramos en una habitación con uno de los productores y empezaron a gritarse sin parar. Desistí. En ese momento, estaba fumando un cigarrillo y todo el mundo salió como 'todo está bien, vamos a hacerlo'. Y después de eso todo mejoró. Ellos lo hicieron, el resto del rodaje fue viento en popa y todo estuvo más calmado", recordaba el director de la película, Nick Cassavetes, sobre ese 'feud' que vivió en primera persona, sorprendido de que, un par de años después, los protagonistas de la pelea se acabasen enamorando.