Paco Rabanne presenta una colección vibrante y llena de color
Julien Dossena ha subido a las modelos a una azotea monegasca para contar una historia de moda de color y luz
Renovar la herencia del diseñador francés Paco Rabanne año tras año es un reto al que Julien Dosenna se está enfrentando con elegancia y con algo todavía más impresionante: acierto y novedad. Desde que asumió el mando de la firma francesa (hoy propiedad del grupo español Puig) en 2014, ha dado una vuelta a los códigos futuristas sin romper su esencia. Ayer presentó la nueva colección y, según el propio diseñador, esta nueva temporada “estaba pensando no solo en los efectos ópticos, sino también en las sensaciones sinestésicas del verano: el sonido de las olas en la orilla, la luz del sol calentando la piel, el reflejo de la luz en el agua”, explica Dossena. "Y quería traducir estos estímulos de manera inmediata, inmersiva y sensual".
En estos diseños vemos algunas pinceladas de los inicios de Dossena como estudiante de moda en La Cambre en Bruselas, donde se inspiró en el trabajo de Martin Margiela y Dries Van Noten. Y de los cuatro años de formación en Balenciaga como pasante en 2008, trabajando junto a Nicolas Ghesquière.
Esta temporada, nos indican desde la marca, “Julien Dossena traslada su visión a una vasta superficie de colores opuestos con vistas al mar Mediterráneo. Aquí, en lo alto del Centro de Congresos de Mónaco, el Hexa Grace de Victor Vasarely se convierte en el escenario de una colección que irradia una intensa sensualidad. Desde esta instalación pública a gran escala, que consta de unas 24.000 baldosas, hasta sus dinámicas pinturas abstractas que definieron el movimiento Op Art, el trabajo de Vasarely durante los años 60 y 70 es un complemento natural del arte radical de Paco Rabanne, que tomó forma aproximadamente durante los mismos años. Reconocible al instante, el lenguaje geométrico del artista se ha transcrito oficialmente, sin modificaciones, a jacquards, estampados y tejidos, y su ubicación en el cuerpo agrega un impacto dimensional a las ilusiones ópticas”.
El desfile de modelos se ha visto protagonizado por “piezas dinámicas y relucientes diseñadas como declaraciones generales. Los materiales y patrones se combinan, maximizando el impacto y minimizando la excentricidad. Las siluetas alargadas resaltan el cuerpo con naturalidad: vestidos, chalecos largos, túnicas, blusas y faldas fruncidas se combinan con pantalones harén, pantalones acampanados u holgados”, como describían en el comunicado de Paco Rabanne.
“Desde que esta es nuestra colección principal, deseábamos explorar el grafismo como un arsenal de ideas”, señala Dossena. "Hay tanto una vibración como una sensación manual en estos looks que les da tanta textura".
Marie-Amélie Sauve, la estilista y colaboradora de Ghesquière, propuso a Dossena para un papel de apoyo en Paco Rabanne (que fue Premio Nacional de Moda), cuyo propietario, Puig, estaba luchando por revivir y con cada presentación parece que lo ha conseguido. Las huellas del primer diseñador y fundador de la enseña se ven estas nuevas piezas drapeadas que se realzan con cadenas integradas a modo de collar o cinturones unidos a las faldas. La malla metálica se reinventa una vez más en blusas sueltas y faldas largas con cascadas de flecos, mientras que las faldas largas están ribeteadas con un degradado de lentejuelas doradas. “Descoloridos, los lunares estilo Vasarely aparecen en la tela vaquera tratada con láser; estas piezas se realzan aún más con ojales de metal concéntricos. Los estampados detallados de pensamientos y las formas geométricas que parecen quemados por el sol son rítmicos en sus arreglos, mientras que un estampado de girasol de los años 70 y un monograma vagamente vintage se superponen para un look moderno. El lúrex, en un jacquard más pesado y en un terciopelo fluido, se contrarresta con macramé natural con incrustaciones de perlas plateadas”, detallan.
Los accesorios también forman parte del universo de esta colorista propuesta con sombreros de pescador, gorros estampados y zuecos y sandalias de plataforma con cordones cruzados que dibujan formas gráficas sobre las piernas de las modelos, que son un reflejo del espíritu del verano que queremos vivir.
Renovar la herencia del diseñador francés Paco Rabanne año tras año es un reto al que Julien Dosenna se está enfrentando con elegancia y con algo todavía más impresionante: acierto y novedad. Desde que asumió el mando de la firma francesa (hoy propiedad del grupo español Puig) en 2014, ha dado una vuelta a los códigos futuristas sin romper su esencia. Ayer presentó la nueva colección y, según el propio diseñador, esta nueva temporada “estaba pensando no solo en los efectos ópticos, sino también en las sensaciones sinestésicas del verano: el sonido de las olas en la orilla, la luz del sol calentando la piel, el reflejo de la luz en el agua”, explica Dossena. "Y quería traducir estos estímulos de manera inmediata, inmersiva y sensual".